EL TRASFONDO:
Por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO
Por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO
Después de la administración del contador público Zeferino Torreblanca
Galindo, todos los alcaldes de Acapulco han cometido un mismo error que les ha
costado caro en su vida política.
Ese error es pensar en llegar a ser gobernadores desde el
primer día en que pisan la estancia presidencial con ventanales de cristal
templado que miran hacia la zona donde alguna vez hubo venados en el parque
Papagayo, donde ahora se aloja una pequeña cancha de tierra para juegos de
futbol soccer.
El error nace de sentir que por el sólo hecho de ser
alcaldes del municipio más grande del estado de Guerrero, cuya población
equivale, en términos electorales a algo así como un cuarto del total del padrón,
ya son merecedores de esa candidatura y luego de gobernar para todos los
guerrerenses, como ocurrió en el pasado con René Juárez Cisneros o con el
propio Zeferino Torreblanca Galindo.
En realidad quienes así lo hacen cavan con ese pensamiento
su futura derrota política.
Y es que en primer lugar sí René Juárez fue gobernador
después de ser alcalde de Acapulco fue porque aún los gobernadores tenían la
fuerza para imponer a sus sucesores y el PRI era el partido más fuerte en la
entidad, con todo el control que eso pueda implicar.
El caso de Zeferino Torreblanca fue distinto: él fue el
primer presidente municipal de Acapulco no priista y su actuación dejó tan
satisfechos a los acapulqueños que irradiaron su respaldo al contador público a
los demás municipios y terminó ganando la gubernatura gracias al respaldo de un
frente amplio de partidos en el cual se incluyó tanto al PRD, como al PAN y el
antecedente de MC (Convergencia Democrática) con la presencia en Acapulco de
los candidatos presidenciales más populares en ese entonces: Cuauhtémoc
Cárdenas y Vicente Fox.
Zeferino Torreblanca tuvo un ingrediente adicional: no
renunció a su trabajo al frente de la alcaldía sino que esperó pacientemente a
terminar su periodo y después le cuadraron los tiempos para ser candidato a
gobernador y ganar holgadamente esa contienda.
René Juárez y Zeferino Torreblanca ganaron en condiciones
irrepetibles. Por eso los intentos de imitar esos saltos de la presidencia
municipal a la gubernatura terminaron fracasando.
La pura creencia de ser merecedores de la silla de casa
Guerrero, ha llevado, por el contrario, a los ediles a cometer los errores que
les han asegurado el camino a la derrota: dejar de mirar hacia dentro del
municipio y empezar a viajar con demasiada frecuencia buscando los reflectores
nacionales, pensando, a la antigua usanza, de que las candidaturas hay que
asegurarlas en México, en las cúpulas partidistas.
Sin duda quienes han hecho eso, incluso destinando grandes
partidas presupuestales a la prensa nacional, a la que dan preeminencia sobre
la local a la cual terminan menospreciando, han logrado el objetivo de atraer
miradas nacionales, han hecho amigos en las cúpulas, e incluso en niveles más
modestos también han hecho amigos y equipo en las otras seis regiones de
Guerrero, llevando disfrazadamente recursos a las ferias o a los grupos
campesinos demandantes de ayuda, pero ha sido a costa de perder contacto con su
ciudad de origen.
Así, mientras lograron la simpatía de sus líderes nacionales
y en algunos casos eso les dio la candidatura, Acapulco se convirtió en el factor
de su derrota. Los acapulqueños terminaron aborreciéndoles, al grado de que
algunos de ellos ya no volvieron a sentar cabeza en la política estatal.
Esos ahora ex alcaldes llegaron al grado incluso de
despreciar a los analistas y politólogos criollos, optando por traer a
atractivos agentes de las mejores universidades y empresas de Monterrey,
Guadalajara o CDMX que pese a su gran carga teórica desconocían las
particularidades del terreno.
Algunos de esos ex alcaldes han persistido al paso del
tiempo en su aspiración de gobernar Guerrero y ahí están esperando su oportunidad
para el 2021, tanto Luis Walton, como Alberto López, Manuel Añorve, Evodio
Velázquez o Félix Salgado, a la espera de que la actual alcaldesa Adela Román
Ocampo, también vaya en la búsqueda de la silla de caoba de Casa Guerrero y que
cometa los mismos errores que ellos y que en vez de dedicarse a gobernar bien
Acapulco, se dedique a viajar para amarrar alianzas y priorice a la prensa
nacional, que la ligada a los acapulqueños.
Saben que si la alcaldesa Román no cae en sus mismos
errores, entonces sí será una competidora formidable y difícilmente querrán
enfrentarla en las urnas en el 2021.
Adela Román tiene el balón de su lado, sin duda.
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