La muerte en rosa
Por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO
(Corregida)
Las tesis tratando de explicar el elevado número de mujeres
asesinadas en Acapulco, van desde aquellas que en el extremo consideran que es
un mensaje para la alcaldesa Adela Román Ocampo, a quien le estarían
advirtiendo que no intente cambiar el estado de cosas que encontró: matarle a
personas de su mismo género, dicen quienes a tientas buscan una explicación a
la sinrazón de la muerte, hasta aquellos que, más documentadamente, esgrimen
que se trata del negocio de la trata de personas (de blancas se decía
originalmente) que ha sufrido fuerte embates en otros estados del país y que
empujó a los lenones protegidos de los grupos del crimen organizado a migrar a
este puerto del Pacífico donde ahora están reclutando mujeres jóvenes para ser
explotadas sexualmente y en caso de negativa, las asesinan.
Son tesis, que con su buena dosis de sociología han llevado
también a las académicas a esgrimir que la culpa es de la sociedad, que ha
procreado hijos que no respetan a las mujeres, que les hacen piropos, que les
silban en la calle, que las juzgan por su modo de vestir o de caminar y que las
tocan sin su permiso, forjados por padres permisivos que educan princesas
indefensas y príncipes fuertes e imponentes.
Y por supuesto, la explicación religiosa no ha faltado: “no
estaban en misa” ha dicho irresponsablemente el obispo católico de la diócesis
de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, insinuando que las mujeres
muertas andaban en malos pasos, cuando no directamente inmiscuidas en los
grupos criminales, abonando con ello al descontento de género.
Pero las explicaciones no han pasado del espacio sociológico
y político, no han llegado al área de la criminología, no han llegado a las
autoridades que hacen las investigaciones y que cuando mucho informan cuando
algún violador ha sido sentenciado a algunos años de prisión y al pago de una
invaluable reparación de daño, o cuando, como en el caso de la doctora Reyna
Valenzo Pérez, han logrado detener a los presuntos autores materiales del
asesinato, en una investigación de tres días, que de tan rápidos resultados se
le ha hecho sospechosa a la opinión pública que de inmediato responde que nada
han dicho de las causas, del motivo del crimen, de los autores intelectuales.
¿A qué obedece tanta muerte de mujer en los últimos meses en
Acapulco?
El hecho real, escribió el pasado 17 de octubre el
periodista Jorge Arriaga Garduño, corresponsal del diario Unomasuno, es que la
incontrolable Ola de Violencia en el puerto turístico de Acapulco ha propiciado
que, “en lo que va del año hayan asesinado a 77 mujeres de diferentes estratos
sociales” y pondera que estos crímenes alevosos afectan la actividad política,
turística y social.
En su artículo el periodista toca un aspecto que también ha
rondado por la cabeza de varios analistas políticos, que saben que el crimen
organizado casi siempre actúa de la mano de fuertes personajes políticos o en
las perfectas coyunturas de la vida política (como ocurre cada proceso
electoral en que ocurre la aventadera de cadáveres cerca de sitios estratégicos)
“Los crímenes contra mujeres de diversos estratos sociales, afectan el Tercer
Informe del Gobernador Héctor Astudillo Flores”, escribió Arriaga y añadió que
con esos crímenes se pretende´ria demostrar que “no se ha cumplido con su
mensaje de ser un gobierno de Orden y Paz”.
La última víctima, refiere Arriaga Garduño, se trata de Itzel Vega Radilla, cuyo cuerpo fue
encontrado en La Bocana, a unas cuadras de la Avenida Miguel Alemán (cuando él
escribió su artículo periodístico no sabía aún que el 20 de octubre
encontrarían un cadáver femenino más en una colonia de la periferia del
puerto). La última víctima, fue una maestra que tenía más de una semana
reportada como desaparecida en Acapulco y que apareció muerta ese lunes,
informaron autoridades estatales, resalta el autor.
Del hallazgo del cadáver de Itzel, que inspiró varias
marchas de indignación ciudadana, no se mencionó que los restos se hallaron en
la misma zona en que se reportó su desaparición, lo que indicaría que quizás
nunca se la llevaron de la zona y que quizás una búsqueda casa por casa en el
sitio de la desaparición les hubiera permitido hallarla antes. La víctima fue
sepultada la tarde del pasado martes. Y
el hubiera no existe, nunca existió.
La localización sin vida de la docente se dió a cuatro días
de que la doctora oftalmóloga del Centro Estatal de Oftalmología, jubilada del
IMSS y del ISSSTE, Reyna Valenzo, fuera asesinada a balazos en el
fraccionamiento Hornos, en Acapulco, cuando conducía su camioneta sobre la
avenida Solidaridad, la ahora desolada avenida, otrora fuerte polo comercial de
la zona, como cita acertadamente Miguel Ángel Arrieta, en su artículo Coto de
caza, publicado en El Guerrerense, que se edita aquí y en USA.
La cifra cruda, según la Asociación Guerrerense contra la
Violencia hacia las Mujeres, es que con la profesora suman 77 féminas
asesinadas en el puerto en lo que va de este año. Marina Reyna, presidenta de
esta organización, dijo al corresponsal de Unomasuno, que tan sólo en octubre
tienen el registro de 12 mujeres muertas, mientras que en septiembre fueron 15
las mujeres asesinadas.
¿Y la respuestas?
Las autoridades estatales se apresuraron a dar una respuesta
a uno de los 77 casos, el de la oftalmóloga Reyna Valenzo, debido quizás a la
presión de una marcha de cientos de profesionistas al día siguiente, a la
coyuntura de que se avecinaba el tercer informe del gobernador Héctor Astudillo
y a que el sector salud amenazó con un paro general, medida que fue de
inmediato apoyada por los líderes empresariales y de diversas organizaciones de
la sociedad civil. La respuesta, sin embargo, no dejó satisfechos a los deudos
y amigos, que intentaron incluso sabotear la conferencia de prensa del vocero
del Grupo de Coordinación Guerrero, Roberto Álvarez Heredia e intentaron
colarse al propio informe del mandatario estatal en el edificio del congreso
del estado.
Mientras tanto, de parte de las autoridades municipales ha
habido una rápida reacción política y práctica de la alcaldesa de Acapulco Adela
Román Ocampo, quien se sumó a una manifestación callejera con mujeres que
sembraron de veladoras y zapatillas el contorno del asta bandera, en la playa
Papagayo, en un angustioso como simbólico llamado de auxilio y mutua
solidaridad y dictó algunas medidas ejecutivas el pasado 16 de octubre, mismas
que por desgracia no fueron interpretadas por sus funcionarios y funcionarias
con la urgencia que la alcaldesa hubiera deseado, como la idea de reparar las
luminarias para acabar con penumbras en las calles protegiendo a los maleantes
o podar árboles que pudieran servirles de escondite, entre otras, con el duro
argumento de la falta de presupuesto; e instaló un aparato denominado Sistema
municipal para la prevención y sanción de actos de violencia contra las
mujeres, en donde pese a la intención de Román Ocampo, se dijeron muchos
discursos, pero no se concretó ninguna medida que pueda significar el freno a
la matanza de mujeres.
Si acaso el rector de la universidad Autónoma de Guerrero
(UAGRO), Javier Saldaña Almazán, tuvo la prudente idea de mandar publicar
volantes difundiendo medidas preventivas que las jóvenes universitarias
pudieran poner en práctica para prevenir ataques; en esencia el silbato, que ha
dado buenos resultados en otras ciudades, además de otras medidas prácticas,
como pedir la protección del Ejército a las facultades del puerto.
Junto a ello, una medida que avanza sordamente y puede dar
resultados reales es la certificación de taxistas, para que reciban un
distintivo como taxis seguros para mujeres, que lleva a cabo la subsecretaría
de atención a organizaciones sociales que depende de la secretaría de gobierno
estatal, según dijo Nayeli García Carrera.
Mientras tanto, la policía de Acapulco sigue bajo
investigación, la vigilancia de las calles, en el nivel preventivo, sigue bajo
el cuidado de la policía estatal y las fuerzas federales, que como se ha visto,
no han servido para gran cosa, y desde el ayuntamiento, se pone la esperanza en
el lejano 1 de diciembre en que el presidente electo Andrés Manuel López
Obrador asuma el poder y ponga en marcha medidas como el mando único y los 262
cuadrantes, así como las relacionadas con las 15 ciudades vulnerables...como sí
con su solo arribo todo cambiara mágicamente, como encender la luz y ¡pum! Se
fue la oscuridad.
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