JULIO ZENON FLORES
La primera pregunta que uno se hace cuando mira los traseros
de los camiones urbanos de Acapulco con imágenes de políticos invitándonos a
evolucionar, a afiliarnos, ser felices
en este año o a un montón de cosas trilladas, es ¿porqué se trata de puros
políticos considerados cartuchos
quemados? y la segunda pregunta es ¿Dónde están los nuevos rostros, los
jóvenes y las mujeres de los partidos políticos, en especial de aquellos que
tienen decenas de años de existir y que se reivindican como democráticos?.
La respuesta es sencilla: Tenemos ahí a los políticos con
qué contamos. No hay cuadros nuevos, porque los partidos no se han dedicado a
formarlos, no hay jóvenes, excepto los juniors, porque éstos se van alejando de
las prácticas rancias y vetustas de sus antecesores y porque sólo los utilizan
para hacer la talacha, es decir, para pintar bardas, para pegar carteles, para
manejar los troles o falsos perfiles en las redes sociales y, las organizaciones
que de pronto se empiezan a notar, son en realidad grupos de hijos de fulano de
tal que son lanzados al ruedo por sus padres, para poder en su momento pelear
algún espacio por cuota de género, que no se pueda obtener por la edad del que
manejará al pelele.
Y si los partidos no forman cuadros, también es cierto que
cuando surgen movimientos, como el Morena o el Movimiento Ciudadano
Guerrerense, entre otros, en realidad se trata de personajes que se salieron de
otro partido porque no les dieron lo que querían, es decir, son los mismos
rostros, las mismas mañas, las mismas pretensiones, pero con otras siglas, por
lo cual no representan nada nuevo para la sociedad. Conocemos personas que han
militado en todos los partidos políticos que se conocen y en cada uno de ellos
han conseguido algún cargo de representación popular.
En algunas ciudades del país se ha informado con orgullo de
que algún candidato ciudadano ha ganado elecciones por encima de los partidos
participantes en la contienda. Como fue el caso de un pequeño ayuntamiento en
el estado de Zacatecas, pero la realidad es aplastante. Si bien era candidato
independiente y ganó, eso no es motivo de gusto para la sociedad, pues se
trataba de un personaje que venía de un partido político donde había sido
rechazado.
Esta circunstancia hace que las candidaturas ciudadanas,
recién aprobadas por el congreso, sean en realidad un espejismo, una falacia,
que no constituye aún un cauce para canalizar a la sociedad civil.
Y decimos esto porque aún si de pronto saliera un valiente,
un hombre o mujer sin antecedentes partidistas, en primer lugar tendría que
lidiar con la falta de estructura para hacer la campaña, en segundo lugar, con
la falta de seguidores para cubrir las casillas, que es donde se cuentan y
validan los votos, y en tercer lugar, no tendría el dinero suficiente para
hacer una campaña, que cuando menos necesitaría unos 80 millones de pesos, en
el caso de la alcaldía de Acapulco.
Por todo ello, da la impresión de que la verdadera
democracia aún está muy lejos de llegar y viene caminando a paso de tortuga
reumática y tendrá que pasar por muchas vicisitudes para asentarse en nuestro
país y en particular en tierras tan atrasadas política y económicamente como
Guerrero, donde aún son los caciques quienes deciden a los personajes que nos
habrán de gobernar.
¿No cree usted?
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