Trabajo mata grilla: El #Pendón del bicentenario, muestra de gobernabilidad en #Guerrero

 

Por Julio Zenón Flores

El Pendón de Chilpancingo que marcó el inicio de la Feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo, en su edición número 200, se convirtió en un festejo popular en una demostración de capacidad operativa y de coordinación interinstitucional, capaz de derrotar amenazas, escepticismo y hasta cierto desdén del propio ayuntamiento local, al ser asumido por el equipo de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda.

En la realidad, el fenómeno cultural se convirtió también en un ejercicio concreto de gobernabilidad, que terminó con calles llenas de espectadores, coloreadas por el folclor de las danzas, en especial del amarillo de los tigres y de la flor de cempasúchil, emblema ceremonias de nuestros ancestros.

Y es que no era un evento sencillo de realizar y no todos apostaban a que se llevara a cabo. En las semanas previas hubo amenazas del crimen organizado, advertencias veladas y un ambiente de presión que llevó a sectores políticos de oposición a dar por descontado que el desfile sería cancelado. Algunos lo leyeron como prudencia; otros, como incapacidad. El escepticismo creció incluso cuando se trataba de una celebración icónica, con dos siglos de historia y alto valor simbólico para la capital del estado.

A pesar de ese contexto, el gobierno estatal decidió sostener el evento. No como un acto de desafío, sino como una decisión de no ceder el espacio público, garantizar condiciones de seguridad y enviar un mensaje claro de que con esfuerzo institucional todo se puede. El resultado fue evidente para los asistentes: calles llenas, alta afluencia, ambiente familiar y cero incidentes.

El operativo de seguridad funcionó. La ciudadanía pudo asistir, caminar y permanecer en el recorrido sin alteraciones. En términos prácticos, se logró lo más complejo: que un evento masivo se desarrollara con normalidad en un entorno donde la violencia a veces marcar la agenda mediática.

Encabezado por la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, el Pendón evidenció un esfuerzo por recuperar las tradiciones guerrerenses no solo como folclor, sino como manifestaciones culturales con peso político y social. Las tradiciones, cuando se sostienen, generan cohesión, identidad y confianza y, con ello, se convierten en parte del andamiaje de la gobernabilidad. Ahí estuvo el Estado: en la Gobernadora, en el presidente de la Jucopo, Jesús Urióstegui, en el rector de la Uagro, Javier Saldaña y, en el alcalde capitalino, Gustavo Alarcón.

Cómo dijo un columnista, Alfredo Guzmán, conocido como El Voyerista y que inocentemente se tomó una fotografía casi metiéndose a presión entre ellos, escribiendo como pie de foto “Con el poder”, sin imaginar que en realidad estaba describiendo lo ocurrido, aunque faltó en su frase el apellido “democrático”.

El resultado se lee en dos pistas.

1.- Hacia dentro, se mostró que el Estado puede garantizar condiciones para la vida pública. 

2.- Hacia fuera, se desmontó la narrativa de que Chilpancingo está condenado al repliegue permanente.

No hubo confrontación, no hubo provocaciones y no hubo desbordamientos. Hubo, en cambio, algarabía, aunque, con menos mezcal que años anteriores, pero demostrando, además, que la cultura y tradición es un elevado valor en el actual gobierno de Evelyn en su búsqueda de un estado que busca estabilidad y visión de futuro.

 

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