Cuando Beatriz y Félix dicen lo mismo, pero no igual

Por Julio Zenón Flores
En la política guerrerense las coincidencias a veces son señales de lo contrario. Esta semana dos figuras con fuerza en MorenaBeatriz Mojica Morga y Félix Salgado Macedonio— soltaron el mismo llamado: "serenarse" y respetar los tiempos legales antes de lanzarse a la carrera por la gubernatura de 2027. Que ambos digan lo mismo al mismo tiempo no es ruido: es intención.
La diferencia está en el contexto; dijera el expresidente refundido en un rancho de Chiapas: "No hay texto sin contexto".
Mojica, con su perfil institucional y su presencia permanente en territorio, ha ido construyendo una imagen de gobernabilidad y de voz moderada dentro del partido. Su discurso —unidad, paciencia, "no adelantarse"— fue calculado: pretende consolidar ventajas sin quemar capital político y, se dio en un contexto de, dijera Misael Habana, "informe con aroma de destape", justo para evitar esa interpretación. Félix, por su parte, con su lenguaje rudo y siempre amenazante para adversarios y para disidentes, lanza la misma consigna desde otra órbita. Cuando lo hace, no sólo calma; amonesta: advierte a los que, según él, pretenden influir con dinero, espectaculares o operaciones mediáticas que, en su visión, no definirán el resultado final. Y aparentemente los destinatarios estaban justo en la cancha de la Asociación Ganadera de Acapulco, rodeados de una muchedumbre, que ya coreaba el casi destape.
Esa simultaneidad, además, revela algo más: la dirección nacional de Morena —o al menos sus aparatos de gestión interna— quiere evitar que Guerrero vuelva a convertirse en campo de batalla prematuro. La memoria colectiva aún remite a 2021, cuando tensiones internas, decisiones de última hora y litigios públicos casi costaron el control electoral del estado. Nadie en el partido desea repetir esa película.
La competencia ya palpita en la calle y en los muros digitales. Frente a Mojica y Félix aparecen con fuerza otros nombres que cualquiera que mire Guerrero conoce: Abelina López Rodríguez, presidenta municipal de Acapulco y con músculo territorial; Estela Damián, con arraigo en estructuras exopartidarias con presencia en algunas regiones; Arturo Martínez Núñez, operador cultural y con conectividad en los circuitos de la dirigencia; Jacinto González Varona, con empuje en ciertos ayuntamientos y redes clientelares. Tampoco deben olvidarse Pablo Amílcar Sandoval y Javier Saldaña: son actores que, según el pulso local, volverán a mover ficha.
El "serénense", en realidad podría ser un mensaje cruzado, en dirección a quienes lo emitieron, respectivamente; es, por tanto, un intento de ordenar filas y reglas del juego antes de que el apetito por la candidatura empuje a prácticas que fracturen. Pero cuidado: pedir calma no significa que la carrera no esté en marcha. Ya circulan encuestas parciales —unas favorecen a Mojica, otras a Félix y otras más colocan a distintos aspirantes— y los precandidatos no han dejado de viajar, abrazar y aparecer. En política, quien espera demasiado suele perder; quien actúa de más, también. La ecuación es delicada.
Hay además un factor ineludible: la sombra de Félix. Aunque las reglas internas de Morena ahondan criterios como el antinepotismo o requisitos de idoneidad que podrían complicar su postulación, en Guerrero nunca se puede descartar su asomo público o su capacidad para polarizar. Su mera presencia obliga a que los demás midan cada palabra y cada maniobra.
Lo que proponen Mojica y Félix —al menos en el discurso— es un pacto tácito: que la definición se haga por los canales marcados, que la dirigencia nacional imponga tiempos y que, sobre todo, se preserve la unidad. Es una postura racional; es también un instinto de supervivencia partidaria. Porque en un estado como Guerrero, la fragmentación no perdona: abre la puerta a la oposición y desgasta la marca que con tanto esfuerzo se construyó en el ciclo pasado.
¿Será suficiente el llamado a la "serenidad"? Probablemente frene algunos intentos de desborde, pero no detendrá la competencia subterránea: gestiones, favores, presencia mediática, encuestas filtradas. Y cuando los tiempos formales lleguen, la contienda será áspera. Lo inteligente, para quienes aspiran gobernar, es usar estos meses para consolidar proyectos, equipos y mensajes; no para quemar etapas.
Que Beatriz Mojica y Félix Salgado repitan la misma consigna tiene, en buena medida, una lectura práctica: ambos prefieren un tablero ordenado cuando se apague la pólvora retórica. ¿Por qué? Porque en Guerrero la victoria no se gana solo con carisma o músculo; se gana, también, administrando tensiones internas y presentando un frente que convenza a los votantes de que la alternancia dentro de Morena será sin fracturas. Y esa, para ahora, es la prioridad.
Mientras tanto, la contienda ya cobra forma: nombres, silencios, apoyos soterrados y anuncios oficiales que, poco a poco, delinean lo que será la próxima gran pulseada política del estado. Que no nos sorprenda si, cuando el calendario electoral lo permita, la serenidad se transforma en intensidad; la política suele empezar pidiendo calma y terminar reclamando todo.

Publicar un comentario

0 Comentarios