El día que la oposición regaló el poder judicial a Morena


No será la justicia divina sino la humana
Manifiesto de  Ingrid Tapia.

Durante los escasos dos meses de exigida campaña, mi respetuoso consejo para cada persona que encontré fue que saliera a votar, que hiciera el esfuerzo de depositar la función judicial en las manos de personas decentes y expertas. 

Participar democráticamente, en las vías legales y legítimas que facilita un sistema democrático, aunque ese sistema sea frágil, suele ser un consejo especialmente útil para quienes no existe otro modo de acceder al poder que con los votos de los ciudadanos y no tienen el temple de usar armas de fuego para derrocar un régimen, pero con mayor razón para todos aquellos que gustan de vivir cómodamente de la política.

A esos dedicados a la política les anticipé que les sería letal desincentivar la participación ciudadana en las urnas el pasado 1 de junio, faltando menos de 18 meses para la renovación del Congreso de la Unión y la elección de gobiernos en varias entidades federativas, donde tendrían que competir con muy seria desventaja, porque en ese proceso también habrá otra elección judicial pero ya sin el máximo tribunal en juego.

Más todavía si se agravaba la incompetencia del actual TRIFE, con dos nuevos magistrados, pues sus propias contiendas futuras, todas, quedarían comprometidas como consecuencia de ese discurso del no voto y por esas designaciones. Justo todo este desastre empezó en ese tribunal que interpretó de manera indebida la idea de súper mayoría. Los que desoyeron, claro está, lo hicieron renovando su fe en la efectividad del reparto de despensas y dádivas que ya saben usar. 

También expuse, una y otra vez, que era pésima idea no votar en un proceso en el que por ministerio de la ley los resultados serían declarados válidos con absoluta independencia del porcentaje de participación. Si no es posible obtener ningún tipo de provecho o ganancia por la realización de una conducta, suele recomendarse no realizar esa conducta, ¿cierto? Especialmente cuando de concretarla puede derivar un perjuicio, tal y como sucede cuando se facilita el daño a la función judicial en detrimento propio y de todos nuestros semejantes. Y con mayor razón en un proceso cuya violación más trascendente es la de haber impedido el derecho de los votantes de contar con información suficiente y relevante para emitir su voto (lo que se logró con el doble candado de ofertar miles de candidatos al mismo tiempo y prohibir las campañas de los postulados), lo que ciertamente no fue producto de la inocencia o la impericia por parte del INE.

La fórmula era simple: si no quieres que se integre la Corte con personas sumisas y dependientes, promueve y vota por independientes; si no quieres que se integre por inexpertos, impulsa y vota por expertos; si no quieres delincuentes… Simple, así de simple.

¡Y por supuesto! ¡Claro que sí había personas ajenas al gobierno entre los candidatos! Indudablemente también había personas capaces, expertas y honradas. Hasta había militantes formales de partidos de oposición. De no haber existido personas totalmente ajenas al gobierno, entonces el INE, coludido y rapaz, jamás habría desplegado un diseño reglamentario impeditivo de hacer campañas. Este INE jamás habría sentido esa necesidad de prohibir a los "candidatos hacer actos de campaña", que es lo consustancial para cualquier candidatura. 

La descabellada idea de candidatos sin derecho a hacer actos de campaña –desde luego inconstitucional al tiempo que demencial– sirvió a ese propósito de invisibilizar a quienes por carecer de la estructura de un partido político solamente una verdadera campaña les habría dado la oportunidad de ganar. 

Todos los candidatos fueron mandados sin financiamiento, con la prohibición de hacer actos públicos, incluso con censura sobre sus propias redes sociales, con el veto de propaganda exterior y hasta con ridículas restricciones de no asistir a actos o eventos individuales donde no fueran invitados los demás y prohibiendo debates (lo que fue de mucha ayuda a las y los impreparados que ni hablar bien saben). Se nos mandó a repartir volantes por 60 días, en persona, en una patria de más de 2.5 millones de kilómetros cuadrados para llegar a más de 90 millones de electores. Y esas reglas fueron expedidas –todas y cada una– en la confianza de que los candidatos del partido en el poder, con sus estructuras, no necesitarían de campaña alguna, ni de sus propias redes sociales …ni de nada más. Tal y como exactamente fue. 

Con denuedo procuré explicar que no corresponde a los ciudadanos salir a defender a un Poder de la Unión que debió defendernos y que no lo hizo, y menos porque colaboró para que se concretara esta reforma votando a su favor.

Era un Poder Judicial que no sólo precarizó a las madres de familia y a nuestros hijos por tres décadas con inauditos reenvíos, sino que frente a su desfiguración omitió defenderse a sí mismo y defender a sus propios trabajadores, al grado de que ni siquiera pudo postular a sus mejores magistrados y jueces de carrera, ya en funciones, de entre los miles de mujeres y hombres que sí tenían los atributos de honrados, expertos y preparados que tanto requerimos los justiciables y que según la reforma tenían pase directo a la boleta. 

Cualquier abogado experto habría podido formar hasta dos muy brillantes supremas cortes contando solamente con los magistrados en funciones, portadores de esas tres características; y más de tres cortes entre académicos y litigantes con esos atributos. Pero el Poder Judicial no pudo hacer, ni siquiera, una sencilla lista de candidatos.

Por el contrario, después de tramitar inexistentes amparos en materia electoral y obsequiar suspensiones (todavía más inexistentes en materia electoral), llegó tarde y dejó que el poder político de un ex mandatario enervara su lista y terminaron portando las siglas de PJ los candidatos infiltrados ahí desde el sexenio pasado, incluyendo hasta parientes de los artífices de la demencial reforma y a otrora fueron candidatos de Morena a cargos de gobernador.

Las recomendaciones de nada sirvieron porque los actores políticos, cínicos e infames, desde los escaños obtenidos por los votos de ciudadanos, desde las cómodas curules en las que despachan y de las que comen, dieron por consejo a la población no votar.

Lo hicieron creyendo, en su sinrazón, que no votar era una forma de "castigar" al organizador del proceso. y mintiéndoselo sobre que se votaba la ratificación de la reforma. Auto atribuyendo a su "mueca de desprecio" poderes mágicos que claramente no tienen. Lo importante eran ellos oyendo su propia opinión y no el peligrosísimo depósito de la función judicial en las manos incorrectas. Culminó su empeño en una efímera marcha que congregó a menos asistentes de los que sí votaron por la suscrita. Y ciegos celebran el porcentaje de abstención como si fuera su triunfo. Como si no hubiese habido abstención antes de su campaña y como si el estado no hubiese colaborado para que así fuera. Hay otros más que hasta quieren reclamar en los tribunales lo que ellos mismos provocaron.

Me consuela al saber que todos esos infames "representantes populares", que nunca han tenido ni tienen los arrestos para tomar las armas para derrocar un mal gobierno y que ahora creen que "no votar" es buena idea, tarde o temprano serán juzgados por los que resultaron impuestos, gracias a su sinrazón de incitar a no votar. 
Dado que el 81% de la población llegará a un juzgado, estos beneficiarios del voto vivirán en carne propia, como mis compañeras activistas de lucha y como yo, lo que es ser sentenciado por tráfico de influencias y corrupción y serán perseguidas y perseguidos tal y como somos perseguidas cientos de miles de madres de familia en México que somos desoídas en el 97% de los casos familiares, porque solo el 3% de las determinaciones judiciales gozan de eficacia material. Serán desoídas y desoídos como las madres buscadoras, los padres de la Guardería ABC, la familia LeBarón, Ciro Gómez Leyva y todos las familias de los periodistas victimados… como el resto de los que esperamos justicia hasta por décadas. Incluso varios serán públicamente vejados con penas infamantes como la inhumana disculpa impuesta por un corrupto tribunal a un ciudadano para el regocijo de un legislador, usando al senado como patíbulo; lo que tampoco habría ocurrido sin el mandato infamante del impresentable tribunal cuyos miembros había hoy que elegir. Y justo por hacer política y decir de todo, precisamente por hacer política, serán llevados por ese tribunal a retractarse, al mismo patíbulo desde el que hoy despachan. Y lo malo será que ellos lo merecen, pero el pueblo no.

Y no, esto no será justicia divina, será justicia humana. La "justicia" que salió del desprecio de la clase política por la legalidad y por sistema democrático, ya de por sí enfermo. Será la malformada justicia que se aprobó en las entrañas de la actual Suprema Corte y fruto de la imprudencia de quienes se autonombraron paladines y defensores de una Corte, indefendible e indefensa. 

A las mujeres políticas, que se dicen feministas sin serlo y que se las dieron de muy listas y moralmente superiores opinando que ellas no iban a votar para no participar en un "fraude", en lugar de con fiereza impedir el "fraude" (que ciertamente lo hubo), ya tendrán muchas horas para chacotear en las redes y en su whatsapp, que tanto les gusta, mientras esperan por años que alguien más les venga arreglar, justamente, algún fraude procesal en los litigios de ellas, de sus hijas o sus hermanas. Podrán hacerlo mientras esperan por más de 7 años el efectivo cobro de alimentos para sus hijos o nietos; o cuando las mujeres de su familia sean encarceladas por huir del domicilio para salvar su vida o la de sus hijos, desde luego acusadas con el escandaloso tipo penal que hoy se aplica: "sustracción de los hijos propios" o bien cuando les quiten su patrimonio con el infame constructo del "abandono de hogar" que los tribunales siguen aplicando en casos de violencia doméstica. En fin, a todos los políticos y comunicadores que sintiéndose más listos que Galileo, Óscar Wilde y Jesús de Nazaret…llegaron a la conclusión de que a ellos (de tan listos que son) eso de ser injustamente juzgados y condenados no les sucederá, les anticipo que hicieron una muy mala apuesta. Recibirán justicia humana, y será del justo tamaño de su mezquina humanidad.

De todos esos que dicen entender tanto de política, de electoral y de justicia, espero que nos "iluminen" explicando cómo obtuvieron millones de votos personas totalmente desconocidas entre la población, incluso entre los indígenas y a quienes hasta se les atribuye, por la propia población, conductas inapropiadas. Merecemos que nos expliquen cuál fue el fruto y utilidad práctica de su "estrategia" abstencionista y les sugiero que no pretexten la defensa de las instituciones por sobre la defensa de los seres humanos. 

Nuevamente abrazo con inmenso cariño a todos los que suelen esperar hasta 11 años a que se les dicte sentencia mientras son privados de su libertad y a todos los que enfrentan un muy largo y doloroso juicio en cualquier materia. Sobre todo, a los más de 30.2 millones de niñas y niños que crecen en el regazo de una madre sola. A todos ellos les digo que no pudieron borrarnos. Hoy no fuimos suficientes y seguimos sin ser importantes para todos esos que no votaron y para el estado, pero somos valiosos e indispensables para el sistema democrático y para la defensa de los Derechos Humanos. Somos el testimonio vivo de la injusticia. 

A los demás, les insisto en que muy poco podemos hacer los ciudadanos (sin unirnos) cuando el gobierno o el estado se endereza contra nosotros y especialmente cuando la propia Suprema Corte o los tribunales lo hacen. Y justo esa era la importancia de abrir paso en la corte y de entender la importancia de la ley.

Yo seguiré haciendo iniciativas, enseñando derecho, haciendo litigio estratégico y marchando por todo el país, al tiempo que trabajo para sacar adelante a mi familia. Tal como lo he hecho por 35 años, con mucho orgullo y cariño. Haré una gira de gratitud por todo el país procurando explicar por qué la Ley sí importa. 

A los medios de comunicación que con genuina vocación libertaria cubrieron esta contienda abriendo paso a los ciudadanos comunes y soportando las amenazas y amagos de trámites formulados por la coludida autoridad electoral, les refrendo mi admiración profunda y mi compromiso de siempre defender la libertad de expresión sin más límite que la imputación falsa de un delito. Literalmente ningún otro límite. Haber sido la candidata con la cuarta mayor exposición mediática en todo el país es la prueba fidedigna de que la prensa libre aún vive y merece ser defendida a toda costa. 

No hay derrota cuando se defiende la vida y a la familia, ni existe fracaso cuando se propala que nuestros Derechos Humanos y fundamentales son anteriores a cualquier ley, a cualquier estado y a cualquier gobierno. No hay fracaso en ser liberal demócrata y en poner a los seres humanos en el centro del discurso y de la preocupación. Podemos ser muchos más. Sembremos. A veces basta la modesta semilla de una bellota para que crezca un poderoso roble y a veces toca ser solo esa modesta y humilde semilla. 

A las 370 mil personas que abrazaron mi candidatura en menos de un mes y medio de una muy humilde y restringida campaña –sin dádivas, ni despensas o amenazas–, les ofrendo mi gratitud entera y admiración y les anuncio mi decisión de seguir compitiendo.  Juntos hoy podríamos decidir el gobierno de al menos tres estados de la federación y somos más que un partido político nacional. Si hoy no hemos podido abandonar un sistema legal que ha sido pródigo con los delincuentes y mezquino con las víctimas, no será por culpa nuestra y con más ganas pelearemos por la nación entera.  Esto apenas comienza. ¡Ánimo!
Muchas Gracias. 

Bendigo mi vida y la oportunidad de encontrarles. 
¡Infinitas  gracias a todas y todos! 
Ingrid Tapia

5 de junio al cierre oficial  del  conteo, Ciudad de México

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