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EVELYN SALGADO Y EL INCREMENTO DE LA VIOLENCIA EN GUERRERO


El ejército tiene un papel preponderante en la estrategia de seguridad en Acapulco. Foto archivo, Raúl Séndic García Estrada.

Por Julio Zenón Flores Salgado

El enfrentamiento ocurrido en la Costa Grande de Guerrero, este fin de semana, con un resultado de cinco personas muertas, entre ellas dos policías estatales que habían acudido a brindar un auxilio, vuelve a poner a la entidad en el foco de atención del tema de la violencia, que cada vez más corre el riesgo de normalizarse, como en aquellos lugares del Mundo, en donde la gente cohabita con el peligro cada día, al grado de que, por ejemplo en el medio oriente, ya tienen a la mano sus refugios a donde corren a protegerse al sonar alguna de las alarmas respectivas.

El análisis difícilmente pudiera hacerse desde lo cuantitativo, pues los muertos no son números, sino personas con nombres y apellidos, y aunque fuera sólo uno, le duele a los deudos y amigos, y debiera darle vergüenza a las autoridades que no han sido capaces de garantizarle su derecho más sagrado: el derecho a la vida.

En ese sentido solo cabe decir, grosso modo, que la entidad cerró el año en el octavo lugar en cuanto a homicidios dolosos, por arriba incluso de Zacatecas, pero por debajo del Estado de México, Sinaloa y Baja California.

El 2022, fue el primer año de gobierno de la morenista Evelyn Salgado Pineda, pero no el primer año en que se vive una alta percepción de violencia, que, como lo hemos dicho antes, fue una herencia maldita, que recibió de los regímenes anteriores, tanto del PRI, cuyo gobernador Rubén Figueroa Alcocer debió dejar la gubernatura por el asesinato de 14 campesinos en el vado de Aguas Blancas, un 28 de junio, como del PRD, en el que militaba el camaleónico Ángel Aguirre Rivero, que fue presionado para dejar el poder estatal tras la desaparición de 43 estudiantes normalistas y el asesinato de dos más, bajo las balas de policías francotiradores, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo.

En ese sentido, pudiera pensarse que el incremento de la violencia en la entidad guerrerense, en el primer año de la gobernadora Evelyn, constituya algo más que el enfrentamiento por las plazas y territorios entre los cárteles criminales, que cada vez más se imbrican en los temas políticos, en particular en algunas zonas del estado, como también ha sido visible en otras entidades del país y que pudiera llevar oculta la intención de crear angustia en la joven mandataria y una percepción ciudadana de inseguridad, para buscar restarle peso político o hasta descarrilarla del gobierno, como han caído los mencionados gobiernos del PRI y del PRD respectivamente.

Sin embargo, el análisis debe hacerse con toda la frialdad y, aunque no es posible descartar el móvil político en el incremento de lo números que denotan mayor violencia en la entidad, se debe antes considerar lo que ocurre en el marco nacional, en la guerra por los territorios por parte de los grandes cárteles.

En ese sentido, no hay que olvidar el debilitamiento de los herederos de los Beltrán Leyva y de Guzmán Loera, que fueron quienes tuvieron el control en la mayor parte de Guerrero, en especial Costa Grande y Acapulco, situación que está siendo aprovechada por otros cárteles, como el de la Familia Michoacana, por cierto dominante también en Tierra Caliente (Junto a la tristemente célebre banda del Tequilero), para intentar desplazar a los anteriores y ganar nuevos espacios para la producción y tráfico de drogas, entre otros negocios ilícitos.

El hecho, histórico también, de que esos grupos hayan influido, comprado o colocado directamente a presidentes municipales y diputados en algunas de esas regiones, para darles mayor movilidad y resguardo a sus operaciones, no parece suficiente como para robustecer el argumento del móvil político del incremento de la violencia, pero sí es un elemento toral para considerarse, en cualquier estrategia de seguridad que se ponga en marcha.

Esto es así porque el arraigo de los grupos criminales, aunque se fragmenten, en dos o más células, tras la captura o muerte de los jefes fundadores, se mantiene en la vida social de las comunidades que carecen, muchas veces de más fuentes de ingresos, que la producción y comercialización de enervantes y que carecen también de fuerzas locales, municipales, de seguridad, que sean confiables y eficaces, y sin lo cual no puede pensarse en una acción exitosa para frenar la violencia.

Aunque no se descubra el hilo negro, es importante insistir en que la violencia no se resuelve solo enviando soldados, marinos, guardia nacional o policías estatales a combatirlos (aunque tampoco se les puede dejar sin acciones reactivas ante sus hechos criminales, es decir, el Estado no pude claudicar al crimen), sino que requiere de estrategias integrales: sustitución de cultivos, por ejemplo, que involucran a la áreas de desarrollo económico de la entidad y de los municipios, así como el apoyo con recursos federales, además de la prevención del delito “común”, que le corresponde directamente a las autoridades municipales, como correctamente lo ha asumido ya la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, quien decidió dar un paso adelante y rediseñar su propia estrategia en ese terreno, aunque, hay que decirlo, a dos semanas no se han visto resultados aún.

Y siguiendo la línea del tema político en el incremento de la violencia, hace falta que los partidos políticos lo entiendan y que los otros poderes del estado, en especial los diputados, lo asuman como tal: la violencia es un problema que también les compete y debieran estar trabajando en ello, al menos para fortalecer posturas nacionales como por ejemplo la legalización de la producción y comercialización de la mariguana, que a nivel federal está ya muy avanzado y que en Guerrero permitiría regular la actividad relacionada con esa droga en Costa Grande y la Montaña, en tanto que el tema de la producción de la amapola también está ya debatiéndose en el Congreso de  Unión, mientras los diputados locales permanecen mudos y más interesados en conservar la curul para seguir cobrando los cómodos y nada despreciables sueldos o bien para usarlas como trampolín para brincar a otro cargo de representación popular.

Para terminar este artículo, debemos decir, en resumen, que el tema de la violencia y la percepción de inseguridad, venga de donde venga, de la política o de la lucha entre carteles por los territorios, les compete a todos, no solo a la gobernadora, sino también a los alcaldes, a los diputados locales y por supuesto, al gobierno federal, y que solo trabajando en una estrategia común podrían verse resultados positivos; en ese sentido, cabe decir, que efectivamente, como dijo una vez Abelina López en la Mesa de Coordinación de Acapulco, ahí no se resuelve nada…si no se liga con el trabajo de gabinete y acciones, de la parte inteligente, intelectual, del gobierno y si no se mete en todos los programas sociales y de desarrollo.

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Portal editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, maestrante en ciencia política y, diplomado en MKT digital www.facebook.com/trasfondoinformativo, zenon71@hotmail y por canal 11 de cable USAtelecom

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