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CAMBIAR AL CONGRESO DE GUERRERO Y EL ESPÍRITU DEL LEGISLADOR


Por Julio Zenón Flores

Toca a los actuales cambiarlo todo para que todo cambie.

Hasta ahora los cambios han sido superficiales y sin embargo, nunca como ahora se había estado ante la posibilidad y la obligación, de cambiarlo en serio, para enrutarlo en la nueva sociedad mexicana, que está naciendo, a partir del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la presidencia de la República, que a diferencia del cambio en falso ocurrido en el año 2000 con Vicente Fox, este sí está cuidando que el cambio sea una realidad.

Y no es que no esté cambiando, pero lo que se ha hecho hasta ahora es insuficiente y se queda en la superficie.

Por ejemplo, está en proceso un cambio generacional, pero se arrancó con los hijos, hermanos, novias y novios de los políticos de siempre; algunos de ellos, pese a que encabezan alguna comisión, no tienen idea de lo que se debe hacer en ella e incluso evaden las preguntas de la prensa al respecto.

Otros y otras, lo primero que han hecho al llegar a sus oficinas, es tomarse la selfie, luciendo nuevos rostros, nuevo peinado, algunas cadenas doradas sobre el cuello, y presentándose como couching emocionales, dejan frases de aliento, tipo aquel escritor mexicano de Juan Salvador Gaviota. Piensan que su misión es salvar las almas adormiladas o adoloridas de sus fans de sus redes sociales.

Incluso, uno de ellos, que alguna vez se hizo popular por ir a dar clases cargando un bebé mientras escribía en el pizarrón, volvió a resaltar en los escenarios cuando apareció en un Cooper descapotable en Estados Unidos, en un viaje pagado con recursos del congreso, por fiestas patrias.

Todo ello indica que el cambio generacional no se ha dado acompañado de la madurez política que una nueva etapa sistémica requiere; los del PRI siguen con sus viejos eslogan, los del PRD, tratan de aparecer en la foto y Morena, todo lo engolan con la foto de AMLO. Esa es la idea predominante del cambio.

Puede parecer una hipérbole, pero se ve a los nuevos y jóvenes diputadas o diputados, muy preocupados por que las jovencitas puedan abortar de sus deslices, porque los del mismo sexo se puedan casar y tengan derecho a heredar, por castigar llamadas de broma, poner en letras doradas uno u otro nombre en el recinto, por construir una biblioteca, cuando ya nadie lee libros pues todo está en la red.

Y puede ser que eso también sea importante y que la sangre nueva que llega al congreso lo vea como prioridad y lo suba a tribuna, pero el problema es que los problemas torales del estado, apenas si son tocados de refilón: la inseguridad, la falta de agua potable en las principales ciudades, la alta tasa de desapariciones y desplazamientos forzados, la industrialización del estado, los planes y estrategias educativas, la creación de nuevos polos de desarrollo, las nuevas rutas de la educación y la cultura, la elevada contaminación de nuestras playas, la malísima movilidad urbana, lo indigno del transporte público; la falta de planeación de las ciudades, a veces con PMD de puro ornato, los gastos superfluos de organismos públicos autónomos, como el caso de Agroindustrias del Sur, o el despilfarro del organismo electoral supuestamente ciudadano, apenas si son mencionados y en ningún caso se les da seguimiento, a no ser que las iniciativas vengan del gobierno estatal.

La actual presidenta de la JUCOPO, junto al líder de Morena y ¿porqué no? Los líderes del PRI y del PRD estatales, tienen ante sí el enorme reto de replantear, inclusive, el perfil constitucional que se requiere para ser diputada o diputado, de frente a las nuevas circunstancias históricas, en pleno siglo XXI, que son muy diferentes a las de 1857 o 1917, cuando nació nuestra carta magna.

Se impone plantearse la disyuntiva de volver al espíritu del legislativo original, que por supuesto no exigía ningún nivel educativo, pero si que el diputado representara a algún sector o estamento del pueblo, no a su familia ni a su papá o a su novio y que se ha perdido casi por completo: en ese tenor, el congreso debería alimentarse de diputados obreros, campesinos, estudiantes, maestros, sindicalistas, profesionales, indígenas, amas de casa, pescadores, colonos, que regresen a sus distritos, no solo a llevar pedazos de calles pavimentadas, sino a retomar la problemática de sus representados.

O bien, en todo caso, realizar foros para determinar cuál es el perfil que se requiere hoy, en el siglo XXI del diputado moderno.

La LXIII Legislatura tiene la fortuna de tener al frente en la JUCOPO y en la presidencia de la mesa directiva a Yoloczin Domínguez Serna y Yanelli Hernández, dos jóvenes mujeres que tienen la madurez necesaria, así como la formación nueva del que no es un cuadro orgánico de los viejos partidos políticos, que les hace contar con herramientas culturales para encabezar este cambio en el Congreso; igual ocurre con quienes encabezan hoy los partidos políticos principales en la entidad: Jacinto González, Morena, Alejandro Bravo, PRI y Alberto Catalán, PRD, pero deben entender su momento histórico, que no están ahí para dejar pasar su oportunidad y estar haciendo lo mismo que hicieron sus antecesores en los cargos, tienen que atreverse a afrontar el reto de cambiar, para que todo realmente cambie. Y eso exige una nueva agenda legislativa.

Abordar y realizar los cambios necesarios para cambiar al congreso tiene unos cuantos meses para hacerse, ya que el proceso electoral del año próximo comienza en septiembre de este año de 2023, por lo cual cualquier cambio que fije condiciones de participación electoral para el recambio de legisladores, puede hacerse hasta antes de ese mes.

   
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Portal editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, maestrante en ciencia política y, diplomado en MKT digital www.facebook.com/trasfondoinformativo, zenon71@hotmail y por canal 11 de cable USAtelecom

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