Gallery

header ads

El Durazno, herencia maldita


Por Julio Zenón Flores
Los hechos ocurridos en El Durazno, comunidad serrana de Coyuca de Catalán, ubicada arriba de la cota de los 2 mil metros sobre el nivel del mar, con apenas un poco más de 300 familias, en los que siete personas resultaron asesinadas, incluido un niño de apenas 11 años de edad, a manos del crimen organizado, refleja la dura realidad del estado de Guerrero que recibió hace poco más de un año la actual gobernadora Evelyn Salgado Pineda.
La mandataria ha mostrado tablas para afrontar situaciones de ese tipo, de ajuste de cuentas entre cárteles y ejercicio del terror de esos grupos del crimen organizado, para ejercer control sobre los habitantes y sus formas de organización, su economía, sus autoridades locales y todo tipo de relaciones sociales, desde el punto de vista de la sociología, y, sin embargo, en el año que ha estado al frente no se ha logrado concretar la pacificación de esa región, que como su nombre lo indica, es TIERRA CALIENTE.
Y es que la reacción de la joven gobernadora ha mostrado voluntad, pero en política la “voluntad” que no está acompañada de un análisis profundo de los escenarios, estrategias a largo plazo, medidas tácticas a corto plazo, tareas y acciones determinantes, se denomina “voluntarismo”. Nunca el voluntarismo ha dado buenas cuentas. Las ganas de hacer las cosas bien no bastan.
Lo que ocurrió este sábado en El Durazno define lo que ocurre en Tierra Caliente desde hace más de una década, al menos. Define la herencia maldita, la papa caliente, que recibió la joven mandataria, pero no la justifica para no ir a fondo en la búsqueda de soluciones, si bien hay que armarse de paciencia para ver resultados, después de muchos años de control del crimen organizado y su enraizamiento en lo más profundo de las costumbres y la economía de la gente local.
Los reporteros que cubrimos la primera campaña de Héctor Astudillo Flores, por la gubernatura, en la que resultó vencedor Carlos Zeferino Torreblanca Galindo (ahora solo Carlos Galindo, porque su papá le quitó el nombre y el apellido por un problema familiar), a fines del siglo pasado, veíamos con asombro, jóvenes imberbes que éramos entonces, cómo la agenda se cambiaba para no entrar a algunos pueblos de Tierra Caliente, donde quienes tenían el control definían que el candidato priista no podría entrar, o, en algunos otros poblados, salíamos casi corriendo, porque se hacía tarde y el sol comenzaba a ocultarse y nadie podía sentirse seguro en esa calles empedradas. La misma situación se vivió en la campaña de Ángel Aguirre (que ganó), y en la de Félix Salgado Macedonio contra Figueroa Alcocer.
El llamado Pez es un personaje mítico, como ahora lo es el joven conocido como el Fresa; los calentanos de Acapulco hablan de ellos como los dueños de la Tierra Caliente, los padrinos de casi todo joven, los compadres de la familia, los propietarios directos o indirectos de casi toda la economía, los que definen los precios hasta de las tortillas y los refrescos.
La violencia, el terror y el control del crimen organizado de la región son, pues, algo viejo, una herencia de la que hay que deshacerse. El problema es cómo.
Partimos de una base: hay voluntad de la gobernadora en recuperar la gobernabilidad. Sin embargo, debe reconocerse que no hay fuerza o corporación policiaca estatal que pueda tomar el control real, ni siquiera el gobierno federal podría hacerlo, como no ha podido en las regiones limítrofes del Estado de México y Michoacán, que son el corredor de ida y vuelta de los sicarios y narcotraficantes. Así las cosas, ¿qué hacer?.
Falta que también haya voluntad en el gobierno federal, pues con las autoridades municipales no se puede contar, porque o fueron puestas por el crimen o éste las tiene atadas de manos y amenazadas. La voluntad del gobierno federal implica no solo fuerza de tarea, es decir cuerpos de combate especializados, como los que acabaron con la guerrilla en la sierra de la Costa Grande, sino también grandes inversiones económicas, para sustituir los cultivos de droga o legalizarlos, y para tomar el control de la economía y de la vida social.
“Sembrar” ahí un operativo de meses o años, que reconstruya una sociedad no regida por el crimen organizado y se apoye en los ciudadanos, es una posibilidad, pero la realidad es que devolverles la paz sólo se puede hacer con el pueblo, con su participación, es decir escuchar, más allá de sus quejas sobre inseguridad, sus propuestas de cómo afrontar la situación. Lo hemos escrito antes: los ciudadanos son quienes conocen mejor que nadie las condiciones y el territorio; sería bueno hacer foros, mesas de trabajo, en los que no solo participen los engreídos generales o almirantes, formados en academias y que muchas veces ni siquiera tienen experiencia en el terreno, sino en los que la gente común pueda hablar del tema y, ¿por qué no?, hasta miembros de los cárteles que busquen también la paz de la región, pues a final de cuentas, muchos de ellos son empresarios que comercian, con drogas ilícitas, pero comercian, y su interés no es la violencia, sino la producción y el comercio. Será tardado y tal vez hasta sobrepase el sexenio de Evelyn Salgado, pero es el único modo de ir a fondo. Es, además, hacer realidad esa frase que todos los actuales políticos recitan: Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada.



xxx Portal editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, maestrante en ciencia política y, diplomado en MKT digital www.facebook.com/trasfondoinformativo, zenon71@hotmail y por canal 11 de cable USAtelecom

Publicar un comentario

0 Comentarios