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Morena y el error de las cúpulas


Por Julio Zenón Flores Salgado
Nadie puede negar el caudal de irregularidades en el proceso de elección interna de Morena, desarrollado este sábado 30 de julio, para elegir cuatro representaciones en un solo proceso: consejeros distritales, coordinadores de distrito, congresistas nacionales y, eventualmente, dirigentes estatales.
Pero lo que sí debe ponerse en duda es la rápida y precipitada descalificación del partido de Andrés Manuel López Obrador, tanto desde las filas guindas como desde los grandes escaparates mediáticos de la oposición derrotada en las elecciones del 2018 y vuelta a derrotar en el 2021.
De lo ocurrido derivan, sin mayor análisis, la próxima desaparición del partido, la pérdida de los caminos de la democracia, el retorno a los tiempos del PRI o al canibalismo perredista y la debacle partidista. El problema es que quienes llegan veloces a esas conclusiones son los mismos que dicen que la economía mexicana camina al desastre y que vaticinaron tremendos saqueos durante la pandemia con la caída del empleo, junto a pilas de cadáveres por la mala atención en los centros de salud pública y, como consecuencia, la pérdida de elecciones locales y la caída de la popularidad del presidente López Obrador, cosas todas ellas que, aunque asoman no han ocurrido, ni ocurrirán, porque la realidad es más terca que las recetas metodológicas que creen que la historia se desarrolla en círculos y no, como decía Carlos Marx, en espiral.
Tal parece, al declarar con anticipación la derrota moral de Morena por los acarreos y la compra de votos, que no han logrado entender que la gente dejó, hace tiempo, de moverse al son que tocan las cúpulas abyectas de dentro y de fuera de ese partido.
Dentro están aquellos que con sentido de oportunidad cambiaron de barco cuando vieron que el suyo se hundía. Fuera, quienes se sentaron a esperar que el caudillismo morenista hiciera agua para regresar por sus fueros y siguen creyendo que las candidaturas y las elecciones populares se resuelven entre ellos, es decir con el acuerdo de las cúpulas que pueden influir en resultados tanto en un partido como en otro (véase los casos de priistas con operadores en Morena, de perredistas con operadores en el PRI, y de morenistas con esquiroles en todos los otros partidos).
Seamos claros: en la elección del 2018, mucha gente llenaba las plazas públicas en los actos de PRI, PRD y PAN; recibían los obsequios, escuchaban la perorata contra AMLO y cuando les preguntabas por quién votarían, decían que por López Obrador. De eso se dio cuenta en varios medios de comunicación que lo tomaron como una anécdota más, sin entender el germen del cambio en la base del pueblo.
Por eso no comprendieron cuando después, en Guerrero, ganó Evelyn Salgado Pineda en vez de Mario Moreno Arcos, si varios grupos de morenistas optaron por boicotear a la hija del Toro Félix Salgado Macedonio, a quien veían ya boqueando con todas las banderillas clavadas en la espalda y la espada hundida hasta el fondo. Las cúpulas de los “equipos” guindas no felixistas tomaron acuerdos con las cúpulas de los que mandaban en el PRI, el PRD, el PAN  y otros partidos: por eso no fue Manuel Añorve el candidato de la oposición a Morena, porque las cúpulas que daban por perdida a Evelyn (Félix) Salgado, pensaron que también podían determinar quién sería entonces un gobernador consensuado y por ello cerrar el paso a uno de los aspirantes. Cuando el felixismo, 
a pesar de todo, se alzó con la victoria, debió hacer entender a las cúpulas multipartidistas que ellas ya no tenían la capacidad de determinar nada, porque su propia gente les decía que votarían en un sentido, al recibir la dádiva o ser acarreados, pero en la práctica los mandaban por un tubo y votaban por su real preferencia.
Una anécdota de ese proceso electoral (2021), describe mejor ese cambio en el pueblo que los analistas tradicionales no han entendido: cuando Morena hizo su proceso interno para seleccionar a sus candidatos a diputados llevó a cabo elecciones por distrito e, igual que ahora, los que tienen una formación en las viejas prácticas políticas acarrearon gente a la que ayudaban con programas sociales, con despensas, o con dinero. Ocurrió entonces, nos contó Jacinto González, conocido entonces como el cargamaletas de César Núñez, que él se inscribió, pero no tenía dinero (ni la cultura) para hacer acarreos; sin embargo, al verlo en la competencia, los acarreados de otros candidatos optaron por votar por él. 
-A mi me trajo fulano, pero si usted va, yo voto por usted -dice que le decían, pues a él lo conocían por haberlo visto repartiendo el periódico Regeneración y fundando comités de base. De esa manera, el joven Jacinto González Varona pasó el primer filtro de Morena para ser candidato a diputado plurinominal, al igual que otros, como Sergio Montes, o una joven universitaria que por las tardes repartía el periódico de Morena como brigadista y que ahora es diputada. El segundo filtro, la tómbola, hizo que Sergio Montes se quedara sin curul y Jacinto saliera en el segundo lugar de la lista plurinominal, pero si la gente de Morena no hubiera votado por él para que llegara a la tómbola, nunca habría sido legislador.
En Acapulco, para la elección presidencial del 2021, de igual manera las cúpulas buscaron frenar la candidatura de Abelina López e hicieron alianzas secretas con Ricardo Taja. El resultado todos lo conocemos: Taja gastó mucho dinero en ese proceso, pero no ganó la elección.
Basten esos ejemplos para ilustrar lo que falta en el análisis de quienes se rasgan las vestiduras diciendo que con las viejas prácticas vistas en la elección interna de Morena el pasado sábado ese partido está acabado, y para sostener nuestra postura de que, a pesar de la pervivencia de esas prácticas y de la persistencia de esas cúpulas que cada vez se debilitan más, el proceso de Morena tiende a fortalecerse porque la gente lo está haciendo suyo desde abajo, y el pueblo se ha vuelto tan sabio que engaña a los cupuleros: se deja acarrear, recibe las dádivas, pero a la hora de votar lo hace por quienes le da su real gana.
Quizá deba pasar aun tiempo para que las cúpulas se den cuenta de que lo que se gastan en los acarreos y compras de votos ya no les garantiza triunfos, y con ello dejarán de hacerlo, y permitirán así que cada vez más nuevos cuadros, que habían estado subsumidos haciendo la talacha, asuman las conducciones que les corresponden, lo cual demostraría que el proceso emprendido por AMLO no es sólo arriba, sino que está permeando a la sociedad, en una nueva conciencia del poder popular.
Esperamos no equivocarnos.

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1 Comentarios

  1. Es la misma línea de Mario Delgado que dice que no hubo acarreo, que alguien pago transporte a votantes, pero que estos podían votar por quien quisieran. Estás irregularidades son más que las que ya habíamos visto en la revocación de mandato. Al final son irregularidda democráticas las señales MORNA o los partido de oposición.

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