(Parte 1: ahorrar o morir en el intento)
Por Julio Zenón Flores Salgado
La forma en que la presidenta municipal de Acapulco, Abelina
López Rodríguez, está conduciendo su gobierno no es nueva. En realidad, se
trata de algo muy parecido a como se hizo hace un par de décadas, cuando se
privilegió la administración por sobre la política, con no tan malos resultados.
Igual que entonces, hoy López Rodríguez dice estar enfocada
a cuidar el dinero y conseguir más, “acabar con la corrupción”, como dijo este
lunes en una conferencia de prensa realizada en el subutilizado edificio nuevo
dejado por Evodio Velázquez, en los terrenos de lo que conocemos como “viejo
Ayuntamiento”, donde dejó claro que se trata de “ahorrar” dinero, que según su
estimación antes se dilapidaba o abiertamente “se lo robaban”.
La traducción de esa forma de conducir el gobierno es
austeridad hacia afuera, y orden administrativo hacia adentro, apoyándose en la
digitalización encabezada por un joven que da la impresión de que sabe de lo
que habla y que le está permitiendo bajar gastos en desarrollo de software, para
usarlos tanto en la emisión de licencias, como en facilitar procesos y pasarlos
en línea, con lo cual se eliminan manos y puestos de trabajo, pero también
posibilidades de coyotaje.
¿Quién puede estar contra eso? La experiencia y los avances
de la ciencia y la tecnología son para eso, para facilitar las cosas.
Los críticos de su administración deben reconocer que pone en
marcha medidas correctas en el ahorro, como, además de la digitalización, el
pago de las deudas al SAT, lo que le permitirá recuperar recursos en apoyos
federales que se han perdido al no tener una opinión fiscal favorable.
Y no sólo eso, la decisión de pagarle al SAT, permitirá que
esa dependencia le regrese por otras vías la cantidad pagada, sino que además
podrá acceder a fondos nacionales e internacionales y sobre todo, y tal vez por
ahí vaya la cosa, podrá ser sujeto de crédito ante las instituciones bancarias,
cuestión que ahora se le abre como oportunidad al haberse aprobado en el
Congreso un acuerdo que permite a los 81 ayuntamientos endeudarse con los
bancos, obteniendo préstamos para atender temas que no se pueden afrontar solo
con los recursos propios o con las limitadas ministraciones federales y
estatales.
Ahorrar recortando gastos en las dependencias no es malo,
usarlo para pagar deudas, tampoco es malo a largo plazo, aunque en lo inmediato
persista la visión de mucho ahorro anunciado y mayor captación de recursos, pero
sin que eso represente beneficios claros al pueblo, ni mejores servicios y ese
tema, es el que analizaremos en el siguiente artículo, donde hablemos de ¿a
dónde van los recursos ahorrados y conseguidos por el gobierno de Abelina
López?
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