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AMLO: a la mitad del camino Celestino Cesáreo Guzmán


Hay que reconocer que el mayor acierto del Presidente López Obrador es convocar al país a ver por los pobres. Y en un escenario adverso, con yerros y tropiezos, la nave va. A tres años de su gobierno, el presidente López Obrador hace un corte en su libro "A la mitad del camino". En el avance que llevo en la lectura, y cotejando sus dichos con sus hechos, debo decir que encuentro un diagnóstico claro y certero de los principales obstáculos que enfrentamos para avanzar hacia una sociedad más igualitaria y al mismo tiempo un esfuerzo por sentar las bases de estas transformaciones. Para muchos de sus críticos, y tal vez con razón, AMLO es un hombre empecinado en hacer las cosas a su modo, que desdeña la crítica y rechaza el diálogo con la oposición. Sin embargo, la comunicación del Presidente con un sector mayoritario de los mexicanos, es fluida y se refleja en los altos índices de aceptación que conserva. La pasada elección es la muestra más clara. Al leer a Andrés Manuel López Obrador en su reciente obra, se percibe su gran amor por el país y por su gente, a la vez de un tajante distanciamiento de quienes él considera, defensores o beneficiarios del antiguo régimen. En mi papel de opositor he criticado varias decisiones de su gobierno sin embargo debo reconocer que López Obrador encarna el sentir de las mayorías, hastiada de un sistema político que ni las veía ni las escuchaba. Sin este sentimiento generalizado no podrían entenderse de otra manera los triunfos electorales de Morena, pese a sus visibles contradicciones. Mientras los opositores no asumamos que varios de los paradigmas que plantea AMLO en su pretendida Cuarta Transformación, son el eje de los cambios que México necesita, repetiremos descalabros. Al mismo tiempo debemos construir una alternativa que se aleje del autoritarismo, la improvisación y el clientelismo, la excesiva concentración del poder, que son a mi juicio, algunas de las principales fallas del Presidente. A López Obrador le tocó conducir al país en escenarios inesperados de una crisis que ocasionó la epidemia. Pero más allá de que le proporcionen una coartada para justificar yerros de su gobierno, el gobierno federal y los gobiernos locales, tendrían que sentar las bases de un aprendizaje que consolide su respuesta a la crisis. AMLO es humano, y como tal, no es infalible, y su gabinete menos, las cifras en áreas sustantivas como seguridad y combate al crimen organizado, salud, desarrollo social, apoyo al campo y pueblos indígenas, atención a estados y municipios, no le favorecen. Para muchos, no vemos como una explicación del México actual, que el presidente AMLO sostenga todos los días una narrativa del país que queremos ser. La realidad es el mayor de los desmentidos a la perorata presidencial. La gente exige resultados y coteja lo que se dice en los noticieros con la realidad de la economía familiar. Llegar a la mitad del camino, es una oportunidad para hacer una pausa, evaluar a los que te acompañan, corregir fallas. El país y las fuerzas productivas han resistido el embate de la crisis económica y nos encaminamos a la recuperación. Con un Poder Legislativo con mayor equilibrio de fuerzas políticas, se requiere de una mayor capacidad de diálogo y acuerdos políticos por el bien de México. AMLO ha demostrado ser un hombre inteligente, y esto lo debe llevar a reconstruirse a sí mismo para el tramo que viene. Ojalá veamos un López Obrador mas moderado, que haga recordar al entonces jefe de gobierno de la CDMX. Las deserciones y cambios en su gabinete, abren la puerta para las necesarias correcciones, o para ahondar la descomposición interna. Por el bien de México, es deseable que los próximos años AMLO se asuma como un estadista y no como el jefe de una campaña permanente.

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