Por Julio Zenón Flores salgado
Una vez determinado el candidato común de los partidos PRI y
PRD, Mario Moreno Arcos deberá ser acompañado de la mejor carta de ambos
partidos en Acapulco, pues para nadie es secreto que este municipio representa alrededor
de una cuarta del total del electorado del estado de Guerrero y que nadie gana
la gubernatura si no gana el puerto. Es más, estudios realizados por casas
consultoras revelan que un candidato a gobernador puede ganar la elección si
obtuviera todos los sufragios acapulqueños, aunque no ganara en ningún otro
municipio del estado.
El problema es que la alianza no tiene a un solo aspirante,
sino a tres y de ellos, una mujer. Más difícil aún, los tres tienen prendas
suficientes para abanderar la alianza bipartidista y enfrentar con relativo
éxito al abanderado o abanderada de Morena, que gobierna el municipio y es el
enemigo a vencer, pues aparece arriba en las encuestas.
El primer aspecto antes de meternos a profundidad en este
análisis, es dejar de lado las encuestas pues éstas se pueden revertir con las
campañas o con información previa que se difunda sobre los aspirantes punteros,
de hecho por eso hay hoy suficiente metralla contra la alcaldesa Adela Román
Ocampo, a quien vapulean hasta porque no les gustó la rosa del adorno de San
Valentín o porque esté nublado…y eso que no han comenzado las campañas, lo que
indicaría que quienes la ven arriba y la quieren bajar son sus propios
compañeros de partido.
Dejar de lado las encuestas no implica creer que no existen
o no hacerlas. Implica tener claro que hoy son solo indicativas y que deben
considerarse solo para conocer las fortalezas y debilidades de los aspirantes,
y con base en ellas trazar estrategias para recuperar terreno perdido o avanzar
donde vamos débiles o fortalecernos donde estamos bien. La realidad es que
nadie gane las encuestas hoy puede decir que ganará la elección constitucional,
cuando ni siquiera están determinados los demás candidatos…y serán más de media
docena.
La alianza PRD-PRI tiene que poner a trabajar a su war room
y no olvidarse de grupos de enfoque fuera de su área de influencia, para no
auto engañarse.
De entrada, tiene a tres tiburones como aspirantes:
Julieta Fernández Márquez, ex diputada local, ex diputada
federal y dos veces primera dama del municipio y representante de
organizaciones sociales relacionadas con la defensa de la infancia y la
familia, con sus valores tradicionales, que no es lo mismo que decir
conservadores. Tiene dos grandes ventajas: su cercanía con amplios sectores de
la sociedad civil, en especial con grupos cristianos acostumbrados a evangelizar,
es decir a salir de sus casas e incidir en los hogares acapulqueños.
No menor, es la ventaja de ser MUJER, frente a la
candidatura dominante en el estado del partido Morena, que irá, según todo
indica, representada por el senador Félix Salgado Macedonio, quien es acusado de
violación y ni siquiera una abierta exoneración de las autoridades podrá limpiar
su imagen. Si fuera postulada por la alianza bipartidista, la campaña sería
fácilmente de confrontación, face to face, no con el abanderado municipal, sino
con el estatal de Morena, lo convertiría en un referéndum entre quienes le
creen a las mujeres que son víctimas de abuso y quienes no les creen. El
trabajo previo orgánico y operativo de su esposo el senador Manuel Añorve, en
paralelo, con las alianzas que ha construido desde el senado, serían el
elemento que le podría dar el plus para el triunfo.
Ricardo Taja Ramírez, exregidor y exdiputado local, por su
parte es un hueso duro de roer. Su dinamismo es muy conocido. Parece un motor
recién afinado que se mueve rápidamente con un sentido pragmático de un lado a
otro y después de hacer una buena campaña en el 2018, donde fue derrotado por
el alud de votos a favor de López Obrador., es un piso importante, sobre todo
porque no ha parado de trabajar y de mantenerse en contacto con diversos
sectores sociales y priistas tradicionales y no tradicionales.
Otra de sus fortalezas es que es un joven que no se
identifica del todo con los dinosaurios priistas. Es más, el mismo asegura que
no tiene padrinazgos y eso le hace más confiable para la gente no partidista.
El trabajo realizado por su hermano Javier, atendiendo los comedores
comunitarios durante la pandemia le dan un plus.
Víctor Aguirre Alcaide, regidor, ex secretario de desarrollo
social y ex titular del comité de planeación estatal de Guerrero, es un
extraordinario operador político. Dirigente estatal de una de las tres
corrientes más importantes del PRD en Guerrero y tienen de su lado el ser
considerado de izquierda en un electorado que ha votado trienio tras trienio,
por la izquierda desde el añoñ 2000 para acá. Ante un electorado, el
acapulqueño, que puede calificarse de inteligente, el cual no siempre se ha
dejado avasallar por las grandes figuras. Hay que recordar que aun cuando
grandes figuras como Vicente Fox en su momento o AMLO en otros momentos, han
ganado Guerrero, Acapulco ha tenido un comportamiento particular en términos de
votos.
Vale recordar, por ejemplo, que después del gobierno de
Félix Salgado Macedonio, y mientras el estado seguía la ruta perredista, en Acapulco
el PRD perdió las dos elecciones subsecuentes: Félix Salgado le entregó a
Manuel Añorve del PRI y éste a Luis Walton de MC.
En ese sentido, la propuesta del PRD, Víctor Aguirre,
aparece como una necesidad para ambos partidos de no dejar que se vaya el voto
de izquierda…porque si se va…iría a Morena…que con el empuje que trae solo
necesita tantito para refrendar su triunfo en este municipio.
Lo peor para la alianza priistaperredista es que si pierden
Acapulco, se reduce su posibilidad de ganar el estado. Esa ecuación le da a
Aguirre Alcaide cierta ventaja sobre sus dos oponentes priistas y aún más…si el
que fuera competidor por la gubernatura por el PRD sigue en su capricho de
pedir más de lo que merece para sumarse a la campaña de Mario Moreno, éste último
necesitará de un refuerzo perredista de la talla de Víctor Aguirre.
Como se ve, la selección del abanderado en Acapulco para
acompañar a Mario Moreno Arcos puede ser determinante en el triunfo o derrota
de la alianza, más allá de lo que puedan indicar hoy las encuestas al respecto.
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