Por Julio Zenón Flores Salgado
En realidad, no se equivoca la magistrada Adela Román
Ocampo, alcaldesa de Acapulco, cuando dice que las movilizaciones de protesta
forman parte de un gran engranaje destinado a sacarla, no sólo de la jugada,
como ella lo ha señalado, sino también de la presidencia municipal, tal vez lo
que ignora es la profundidad de la conjura.
Son varios los actores políticos que nunca terminaron de
asimilar que el presidente Andrés Manuel López Obrador la haya sugerido o
designado, como se quiera ver, como candidata a la alcaldía más importante del
estado de Guerrero y que se haya dado a conocer, primero en Taxco, en tanto en
el puerto, media docena de aspirantes se desgañitaban peleando esa posición.
Más allá de los errores o aciertos de su gobierno, la
alcaldesa, ha enfrentado una serie de acusaciones, la mayoría de ellas sin
pruebas, encabezadas públicamente por la suplente Matilde Testa y en ocasiones
por la síndica Leticia Castro Ortiz, motivadas, se dice en el medio, por la
falta de cumplimiento de acuerdos o el retiro de prebendas y canonjías, como
listas de ralla, vehículos blindados y sobresueldos, entre otros.
Los señalamientos, que van desde el supuesto nepotismo e
intervención de familiares de la primera edil en la asignación de plazas
laborales, obras, contratos y demás que implican el cobro de una comisión, los
cuales no se han probado hasta la fecha, al menos no públicamente, han llegado
a instancias nacionales, partidistas y del gabinete federal y han pasado por
las salas de redacción de medios tan importantes como los diarios de mayor
circulación y columnistas de difícil acceso para los simples mortales de
provincia.
Ello, junto a errores inocultables como la mala operación
del tema de las aguas negras por su equipo de CAPAMA y Ecología -que por cierto
ya fueron dados de baja de sus funciones-, al parecer han calado en algunos
espacios, desde donde se le intenta fincar responsabilidades legales que,
esperan, pudieran aterrizar en un juicio o en una decisión política, que la
ponga fuera del gobierno.
Tiene razón la alcaldesa cuando cuestiona en dónde están los
senadores, diputados federales y diputados locales por Acapulco, que no le han
ayudado a bajar recursos y a gestionar los problemas del municipio, pero esa
razón, más que para cuestionar, que es válido, debiera ser motivo de un
profundo análisis, que ya se hace en algunos círculos donde no le profesan
algún tipo de cariño a la primera edil.
Y es que Román Ocampo enfrenta una andanada de ataques, que
hasta en los círculos enemigos reconocen como algo orquestado, por una “mano
que mece la cuna” y que en su operación conjuga fuego amigo y enemigo.
Lo que llama la atención es que en medio de la crisis que
enfrenta Adela Román, no salgan a defenderla sus compañeros de partido y se
mantengan al margen tanto los dos senadores, como los ocho diputados federales,
los 24 diputados locales y los 10 ediles de Acapulco, que son como ella,
representantes populares y se supone traen la camiseta puesta de Morena.
Como parte de la campaña de debilitamiento de la primera
edil, sus atacantes fueron también contra uno de sus pocos aliados internos, el
profesor Eloy Cisneros Guillén, difundiendo su talón de pago quincenal, como si
fuera un delito cobrar lo que cobra como asesor, mientras que se aprecia una
baja en el perfil de participación de otro de sus hombres de confianza, Ricardo
Castillo Barrientos y los regidores de partidos aliados se hacen los huidizos.
En vez de dar la defensa de la alcaldesa, en el campo de
Morena, entre ellos se habla de esperar los tiempos legales para que verla dejar
el cargo e intentan ponerse de acuerdo para evitar que sea la suplente, Matilde
Testa, la que entre en funciones y conseguir que los últimos meses de esta
administración los concluya alguno de los dos síndicos.
En corto, representantes populares de Morena, prácticamente
dan por perdida de antemano la elección de 2021 en Acapulco y culpan de ello a
la primera edil, pero no mueven un dedo para ayudarle; prefieren sacrificar la
posición y dejar que gane un partido de oposición a ayudarle. ¿Pues qué les
hizo Adela? ¿Porque tanta inquina?
“Se le advirtió”, pero cómo no entendió, no queda más camino
que “chingarla”, en la acepción de tronarla, desesperarla, hacerla renunciar,
por su propia voluntad, es lo que se contesta en algunos espacios del partido
guinda.
En ese contexto, la oposición se frota las manos, pues sin
ser demasiado optimistas, admiten que difícilmente ganarán la gubernatura de
Guerrero, pero creen que sí podrán rescatar Acapulco, pues esa idea ya permea
hasta en las esferas nacionales, en el propio partido de López Obrador.
La realidad, sin embargo, es mucho más terca de lo que los
detractores de Adela Román creen. En el tema legal, ella es una especialista y
conoce no sólo los recovecos del derecho, sino a los encargados de interpretar
la ley y en dado caso, si tuviera que hacerlo, sabe dónde contratar al mejor
despacho para que la represente y, no se debe olvidar que es una mujer de
carácter, difícil de quebrar, así que, si la piensan hacer que renuncie,
tendrán que sentarse a esperar un largo rato.
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