POR JULIO ZENÓN
FLORES SALGADO*
Para el fiscal general de Guerrero, Jorge Zuriel de los
Santos Barrila, el paso por el congreso este martes 18 de septiembre, fue un
como el simulacro del sismo del 19 de septiembre, que desde 1985 se lleva a
cabo en todo el País, buscando sembrar una nueva cultura en un régimen que ha
limitado la formación ciudadana.
Sin intentar hurgar en los pensamientos de los diputados de
Morena que promovieron su comparecencia, sí debemos tener claro que la acción
tiene una causa (la causa de la causa es la causa del mal causado) y una
repercusión, como lo vería cualquiera que conozca algo de lógica formal.
Y la cola de la serpiente se mostró cuando entre una serie
de preguntas aparentemente sin sentido, a manera de distractor, o de simple
presión sicológica (como cuánto gana,
cuantos escoltas tiene, dónde vive, dónde se hospeda, como consiguió el informe
del RPP que cualquier ciudadano puede obtener), le externaron una pregunta que
no tenía que ver con ninguna casa en Las Brisas, que supuestamente él había
adquirido en 10 millones de pesos y cuya publicación en el diario Reforma se
usó como argumento para citarlo, sino con algo que parecía no venir al caso:
-¿Tiene usted problemas con el anterior Fiscal?
Y la contundente respuesta:
-Yo no tengo con él ningún problema, pero no sé si él
conmigo los tenga. Y luego el complemento:
-No detendremos los cambios que venimos haciendo al interior
de la Fiscalía, para dar un mejor servicio, para desterrar malas prácticas. (No
lo dijo así, exactamente, así lo interpretó el escribidor).
Según ese pequeño intercambio, alguien en la legislatura 62,
tiene algún dejo de sospecha de que la nota del diario Reforma fue inducida,
tema que, por supuesto no da para ser motivo de debate en ningún congreso
durante alguna comparecencia, pero quien tiene esa sospecha, tuvo la astucia de
sacarlo a la luz en plena tribuna, como cuando en las redes sociales alguien
deja algo controvertido y se aleja lentamente...
El asunto objetivo, más allá de las especulaciones, es que
el Fiscal fue señalado en un diario de circulación nacional de haber adquirido
una residencia que tendría un costo mayor al de sus ingresos, lo que, de no
aclararse, le presentaría ante la opinión pública como un funcionario de poca
probidad pues si gasta más de lo que gana, entonces se entiende que tiene otros
ingresos o que incurriste en algo ilegal para hacerte de una propiedad para la
cual no te alcanzaría.
En ese sentido, el Fiscal estaba obligado a comparecer. La
llamada de los diputados de Morena, en particular de Arturo Martínez Núñez y
Mariana García Guillén, en vez de verse como un intento de afectarlo, debería
de analizarse como una invaluable oportunidad de que el funcionario limpiara su
nombre en la más alta tribuna del estado. No en cartitas aclaratorias que se
publican en la página 13 a un octavo de plana, como le hizo el Reforma, sino en
el Congreso, y más aún, un congreso de mayoría opositora, saliendo bien librado
de ésta.
Si alguien lo planeó, debe ponérsele una estrellita en la
frente.
Fueron sus opositores, del partido de la Cuarta transformación,
quienes le pusieron el estrado de más alta investidura, para que explicara
claramente que no es propietario de la residencia que se le adjudica, que la
nota en mención careció de rigor periodístico (recurso explicable cuando se
tiene una primicia y se teme que otro te la gane) o al menos de datos
contundentes, pensando en que fuera producto de una investigación aún no concluida
y no de una inserción pagada firmada por el staff de un medio prestigioso en el
ámbito editorial.
En realidad, la conclusión de tal comparecencia sería que el
Fiscal salió ganando, pero que sus convocantes, los diputados de Morena,
también salieron con honores pues sirvió para enviar el mensaje de que las
denuncias periodísticas no serán ignoradas, como antaño en que unos se protegían
a otros, sino que esa mayoría guinda ha optado por la transparencia y por
exigir a los funcionarios que no solo sean probos, sino que también lo
parezcan, es decir, que no hagan cosas buenas que parezcan malas, que cuiden su
buen nombre, pues cualquiera, como dijo el diputado Pablo Amilcar Sandoval
Ballesteros, coordinador de la fracción de Morena, cualquiera, puede ser
llamado a comparecer. Eso sí es empujar una nueva cultura, en la que se muestra
como el equilibrio de poderes sirve para garantizar el fin de funcionarios que
entran pobres a sus cargos y salen millonarios.
Un elemento adicional fue la demostración de las tablas en
la tribuna de los diputados Martínez Núñez y García Guillén, que demostraron su
capacidad argumentativa y el buen uso de la semántica, frente al triste papel
de los legisladores del PRD que subieron a mostrarse como aparentes comparsas.
Podría decirse que el fiscal si vio venir el temblor y tuvo
tiempo de evacuar, como en los simulacros donde la gente sale en el plazo
estimado, como esperamos ocurra en el macrosimulacro de hoy en todo el País.
*Julio Zenón Flores S. Escritor y periodista. Lic. en Comunicación y maestrante en Ciencia Política |
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