SIMON DICE
Por Julio Zenón Flores Salgado
El presidente electo de México Andrés Manuel López visitó en
más de una ocasión el estado de Guerrero en los últimos 12 años y eso le
permitió conocer la problemática de esta entidad sureña.
Por eso en sus últimas visitas a Guerrero en su calidad de
candidato de la coalición Juntos haremos Historia, fue directo al meollo con
las propuestas que pueden ser la líneas de acción del gobierno federal en los
próximos seis años hacia los guerrerenses donde contará además con alrededor de
15 alcaldías, entre ellas la de Acapulco e Iguala, dos de las cinco más
importantes del estado, así como alrededor de 20 diputados locales, dos
senadores y ocho diputados federales, junto a un todavía no muy bien explicado
coordinador general de programas federales.

De alguna manera se le han adelantado, pues desde el sexenio
de Luis Echeverría se destinaron grandes cantidades de recursos a proyectos
productivos que fracasaron por la política extensionista que se aplicó; ya
otros abrieron rutas pavimentadas antes impensadas como la Tlapa Marquelia, se
crearon los centros de coordinación indigenista y hasta se instalaron radiodifusoras
en cuatro dialectos. Hubo incluso quien abrió un nuevo aeropuerto en la zona de
la llamada Cañada, en Xochihuehuetlán.

Lo nuevo debiera ser, además, que los recursos se perfilen
hacia obras de infraestructura productiva, como por ejemplo, para retener agua
y humedad que por aquellos rumbos hace mucha falta, así como para su
potabilización. Junto a ello, alternativas de fuentes de ingreso que no sean
las de peones haciendo caminos, ni maquiladoras, sino en detonar sus ventajas
comparativas agrícolas y gastronómicas, que les genere ingreso y les arraigue a
su tierra y a sus costumbres.
Nada es fácil sin embargo en la Montaña, con un caciquismo
de siglos y grandes sembradíos de enervantes cuidadas por ejércitos de sicarios
casi siempre vinculados a la clase política, a lo que se debe enfrentar y al
menos debilitar.
El segundo tema AMLO lo tocó en la región Centro: el tema de
la seguridad indisolublemente vinculado a los cárteles que producen y que
cuidan a los que producen drogas y que fue abordado de manera novedosa por el
ahora presidente electo al proponer una amnistía que ahora se debate, aunque no
ha quedado del todo clara, junto con el tema de la posibilidad de la
legalización de la producción de una parte de los enervantes con fines
medicinales o recreativos.
Este tema en Guerrero es sumamente espinoso, pues nadie
descubre el hilo negro al decir que donde el crimen organizado se fortalece es
porque tiene algún tipo de protección oficial (lo dijo Miguel Angel Osorio
Chong, hace poco en entrevista del canal de Milenio TV, y el ex secretario de
Gobernación no habla a lo tonto) y eso involucra, con toda seguridad a diversos
cuerpos policíacos y no se sabe si hasta de fuerzas federales o de la clase
política.

Un tercer aspecto es el de la justicia. Y el paradigma en
ese sentido tiene que ser el caso de la desaparición de los 43 estudiantes de
Ayotzinapa, que no puede quedar sin justicia y en el que AMLO prometió crear
una Comisión de la Verdad, con asesoría de la ONU, desde el primer día de su
gobierno. Es decir en diciembre de este año y que no parará en los linderos de
las zonas militares señaladas de haber sido cómplices, sino que entrará a sus
instalaciones a investigar.
Una investigación que no se sabe aún hasta donde llegará,
pues no es cualquier cosa desaparecer 43 personas de un solo golpe, sin que
haya muchos intereses involucrados y no solo se piensa en la presunta
responsabilidad militar o de la policía federal que vigilaba esa noche, sino en
los políticos involucrados hasta hoy sin castigo.
Un tema toral para Guerrero es uno que López Obrador no ha
tocado mucho en relación con esta entidad: es el turismo y otras fuentes de
ingresos, pero sobre todo el turismo, en torno a lo cual es preocupante el
desmesurado interés mostrado hasta ahora hacia el sureste mexicano que le ha llevado
incluso a proponer que la secretaría de turismo se vaya a Quintana Roo y
ampliar una superinversión en el tren Maya, mientras no ha dicho que pasará con
la zona económica especial de Guerrero y con los planes carreteros que se
tenían para conectar los destinos turísticos de la entidad con sus nichos de
vacacionistas.
Esas grandes líneas esbozadas por el presidente electo
deberían ser la guía de los dos senadores de Guerrero, uno de ellos acapulqueño
por adopción, Félix Salgado Macedonio y la otra, Nestora Salgado, originaria de
la Montaña e identificada con la lucha por la justicia ciudadana indígena, pero
también de los diputados federales y del propio gobernador Héctor Astudillo
Flores, pues el asunto de la lucha contra la pobreza no puede ser cosa de un
solo partido, sino de todos los ámbitos del poder.
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