TRASFONDO
Julio Zenón Flores Salgado
La salida del senador
Armando Ríos Piter de la contienda interna perredista por la gubernatura de
Guerrero, con la argumentación que dio en la entrevista con Ciro Gómez Leyva,
de ayer lunes, hace ver que finalmente el chantaje del ex gobernador sobre ese
partido surtió efecto.
Argumentó el legislador que
el PRD le imponía, para hacerlo candidato, un trato de impunidad con diversos
personajes, entre ellos (yo diría que principalmente) el oscuro ex gobernador
Ángel Aguirre Rivero, que protegió hasta el último minuto al ahora ex alcalde
de Iguala y según algunas fuentes, aparece en las declaraciones de los
detenidos por el caso de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos.
En su opinión, eso
implicaba que en Guerrero nada cambiaba, que el PRD no aprendió nada de la
tragedia de Iguala y que todo seguiría igual; sí el fuera candidato y llegara a
ganar, tendría que gobernar bajo pactos de sangre con los sucios intereses de
la carcomida clase política, que como quedó claro, no ha dudado en hacer pactos
con el crimen organizado, rodeado pues de corruptos, protegiéndose unos a
otros.
Uno se imagina la escena en
la cual “los chuchos” (luego del chantaje de Aguirre con apoyar a Walton,
aunque fuera con otro partido) responsabilizaron al Jaguar, de lograr la unidad
de las corrientes perredistas, es decir, ir a pedir disculpas al ex gobernador
y atender sus recomendaciones, seguramente gente para puestos clave del
gabinete –en caso de ganar- y por supuesto la impunidad respecto a posibles
investigaciones por obvios derroches en su tiempo que estuvo al frente del
gobierno de la entidad, acorralando a Ríos Piter en una situación en la que
siendo gobernador, realmente no gobernaría. Por supuesto que tal acuerdo era
inaceptable. Por eso optó por salir con la frente en alto para buscar, más
adelante otra oportunidad seguramente fuera de Guerrero, como lo adelantamos en
la columna de ayer.
Con la salida de la contienda,
Ríos Piter deja un panorama político electoral devastador para la entidad. Dado
que según encuestas, ningún perredista (con excepción quizás de Sofío) puede
ganarle solo al PRI, entonces no queda más que asegurar las alianzas con el más
amplio sector de grupos y partidos afines, y por tanto, recurrir al personaje
que pone como precio para la alianza ser él quien abandere la alianza: Luis
Walton. Nada peor podría pasarle a Guerrero que este incoloro edil ganara la
gubernatura.
En esencia, pues, Piter le
deja el camino a Walton (o a Sofío), para enfrentar al candidato del PRI y con
ello a las viejas prácticas que permitieron que un narco llegara a alcalde una
de las ciudades principales de Guerrero.
¿Alguien, en su sano
juicio, creería que vale la pena que se realicen unas elecciones así? Yo no.
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