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El caso de las españolas violadas, sin bases:

Conspiraciones

no hubo denuncia ni examen ginecológico


Por Jorge Romero Rendón


El caso de las seis turistas españolas violadas en una casa de Playa Bonfil, municipio de Acapulco, está muy lejos de obtener justicia verdadera, también por problemas de procedimiento legal…

Porque resulta que después del robo, agresión y violaciones sufridas por las españolas y sus acompañantes, estos se presentaron ante la autoridad judicial del puerto. Pero en lugar de recibir la denuncia respectiva, el responsable llamó a la procuradora de Justicia estatal, Martha Elba Garzón, quien a su vez decidió enviarles una camioneta para trasladar a las víctimas a la Ciudad de México, donde fueron atendidas por la Embajada de España y por autoridades federales, y de allí toda la historia que usted conoce a través de la prensa.

Pero… más allá del escándalo, de las detenciones y demás circo montado para anunciar que el caso había quedado resuelto, resulta que no hay manera de juzgar a los presuntos culpables por un pequeño detalle: no se dio ocasión a las españolas de presentar la denuncia ni se les practicaron exámenes médicos a las violadas para dar fe del hecho y para obtener las pruebas periciales que de allí pudieran desprenderse.

Así que sin denuncia formal y sin pruebas ¿a cuenta de qué se mantiene arraigados a los detenidos –sean culpables o no- y con qué bases los van a juzgar?

Lo que falta será tarea de los diputados locales que integran la Comisión Especial para el Seguimiento del Caso de las Españolas Violadas.

Pero por lo pronto es un caso redondo, a la medida de la procuración de justicia que gozamos…


 Grupos armados de autodefensa, sin salida legal válida...

     Luego de casi dos meses de haberse levantado en armas en unas quince comunidades de la Montaña y Costa Chica, los grupos civiles de autodefensa armada se encuentran en un callejón sin salida legal que les convenga:

    Mientras por un lado todos los presuntos delincuentes que vayan entregando serán liberados porque no se les siguió el procedimiento legal oficial; por el otro rechazan el decreto del gobierno estatal que los convertiría en policías auxiliares carentes de las atribuciones que ellos mismos se han adjudicado.

     No podía ser de otra manera, pues al entrar en negociaciones con las autoridades estatales y federales, estas están obligadas a respetar y hacer valer el Estado de Derecho con todas sus ventajas y desventajas. Por eso, los grupos adheridos tanto al UPOEG como a la CRAC llevan las de perder si tratan de preservar su independencia y sus usos y costumbres tradicionales.

     A ver: el lunes, cuando una de las mujeres detenidas y luego entregadas por la autodefensa de Ayutla y Tecoanapa, Cecilia Matildes Andraca –hija del exalcalde Adulfo Matildes- obtuvo dos amparos del Juzgado Séptimo de Distrito, y con ello su libertad, quedó en evidencia que los otros diez entregados y el resto de los que continúan detenidos saldrán libres tarde o temprano, porque la ley no reconoce esas aprehensiones y cualquier juez tendrá que reconocer que hubo errores de procedimiento que lo imposibilitan para ejercer acción penal por más culpables que pudieran ser.

     Es decir, que ningún juez puede reconocer una detención hecha por civiles armados, ya que solo las corporaciones policiacas oficiales tienen esa facultad para presentar a presuntos delincuentes ante el Ministerio Público (MP). Eso o la flagrancia.

     De manera que los civiles armados de Ayutla y Tecoanapa verán con decepción cómo sus detenidos salen libres y hasta con amparo, a pesar de las promesas que les hicieron de que los supuestos delincuentes serían juzgados con todo el peso de la ley. Que no es el caso de los aprehendidos por la Policía Comunitaria, que sí tiene reconocimiento legal, y que de hecho lleva años entregando a detenidos a policías y agentes del MP, cuando no les aplica sus técnicas de reeducación por cuenta propia en el caso de delitos menores.

     En el otro caso, los grupos de autodefensa que negociaron la posibilidad de ser reconocidos por el gobierno estatal, a través de un decreto del Ejecutivo, se encontraron con que perderán su autonomía y la capacidad que se han autoadjudicado para detener y juzgar a maleantes, y que sólo tienen la opción de integrarse como policías auxiliares –previa capacitación oficial-. Por lo que han optado por rechazar adherirse a esa opción legal.

     Al final, el sueño de ciudadanos capaces de ofrecer seguridad y justicia a sus familias y vecinos, quedará en mera ensoñación, por dos razones, aparte de lo ya citado arriba:

     Primero, porque hay evidencia de que algunos de esos grupos tienen un carácter paramilitar y el objetivo de ejercer un control regional favorable a intereses de grupos caciquiles y de delincuentes; y que otros son herederos de lo que queda de grupos guerrilleros. Todo en medio de rencillas entre comunidades rurales por problemas de posesión de tierras y evidencias de que ha habido casos de ajustes de cuentas personales.

     Y segundo, porque es muy difícil definir quién es quién y si vale la pena o no tolerar la existencia de grupos que hagan justicia por métodos ajenos a lo que prescribe la ley. No les queda más que entregar a detenidos que serán puestos en libertad, y acogerse al decreto emitido por el gobernador Ángel Aguirre para convertirse en policías que pudieran dar ejemplo de lo que debe ser un cuerpo de seguridad al servicio de la sociedad…



     Correo electrónico: rendon59@gmail.com

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