Peña Nieto es noticia, material de ocho columnas. Merece que se le acuse, adule o se le critique. Si habla, si calla, es sujeto de discusión. Lo que declare o haga propicia el análisis y la calumnia. Da comezón todo lo que sustente.
El viernes estuvo en Guerrero. Mostró aquí sus controles multitudinarios. Sabe que la muchedumbre lo aclama como a una estrella del vodevil electoral. La gente costeña está con Peña. Y él se ríe, sabiéndose dueño del escenario.
La otra razón por la que México lo adora, es por los tristes y desdichados resultados del mal gobierno. Si el pueblo de México estuviera agradecido con el régimen de Felipe Calderón, Peña Nieto no sería más que un pequeño vociferante de los aspirantes que imploran el voto. Pero.
El verdadero éxito proselitista de Enrique Peña estriba, en los resultados tan desventurados de Calderón, quien desaprovechó la oportunidad de servir a México y tuvo tan mala suerte en sus diagnósticos que ahora, hasta Vicente Fox, está descalificando a su candidata Josefina.
PD: "Cuando la perra es brava, hasta a los de casa
muerde". Refrán.
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