Zapata 21
·
Octavio Augusto Navarrete Gorjón
I
Terminó la luna de miel. Más allá de la consistencia o no de las
declaraciones de Zeferino Torreblanca, sus dichos y el entorno en que se
producen son un acontecimiento de ruptura del orden político existente en
Guerrero. Sus repercusiones se sentirán
en todo el tablero político, pero quien acusará las consecuencias más
inmediatas es el aguirrismo, entendido como el consenso vigente en Guerrero,
cuyas ramificaciones van del perredismo más radical al priísmo más ortodoxo.
En la reunión informativa que Zeferino
realizó aprovechó para decir que no buscaba una senaduría, pero dejó abierta la
opción de ser candidato a la alcaldía acapulqueña. La entrada de Zeferino Torreblanca a la
palestra abre un boquete en la línea de flotación del nuevo consenso y amaga
con convertirse en un pandemonio.
II
Las graves acusaciones que lanzó Torreblanca
fueron en defensa propia pero pueden colocarlo a la ofensiva si no se tratan
con el debido cuidado. Cualquiera que
vea y escuche de buena fe sus líneas argumentales le dará la razón; con una
ventaja: por mala estrategia o por mala leche, todos los días aparecen en la
prensa pequeños golpes que a fuerza de repetirse ya han perdido su efecto
desgastante. La respuesta de Torreblanca
ha sido contundente por directa y masiva.
Aporta además un número importante de pruebas de sus afirmaciones.
Su única falla es la rudeza
innecesaria. No tenía por qué hacer
alusión a una supuesta petición de apoyo financiero para la campaña de su
sucesor. Es perfectamente normal que un
aspirante apoyado por la misma coalición que había puesto en el gobierno del
estado a Torreblanca le solicitara ese apoyo; hay formas legales y personales
para hacerlo sin comprometer las instituciones.
Siempre será mejor que un político busque apoyos en quienes considera sus aliados o
correligionarios. Eso es mucho mejor que
buscar recursos por la vía de alianzas inconfesables.
Al candidato no le hacía falta mucho
financiamiento y tal vez pensó que un apoyo (por pequeño y personal que fuera,
conocemos los escrúpulos y el celo profesional de Zeferino) ayudaría a la
reconciliación con un político que desde un principio y antes de esta supuesta petición,
no lo aceptaba como candidato.
Torreblanca dice ahora que siempre consideró
que la opción aguirrista era una involución. Tal vez esté en lo cierto, pero
¿Qué opción representaba la evolución; es decir, la continuidad con el proyecto
zeferinista? ¿La que ha hundido a Acapulco en la peor crisis de su historia?
¿La que perdió en seis meses las calificaciones crediticias que instauró
Zeferino y que celosamente mantuvieron los siguientes dos gobiernos
perredistas? Si los guerrerenses tuvimos
que escoger entre dos miembros de una misma familia política y consanguínea fue
precisamente porque el gobernador Torreblanca no supo (o no pudo, o se lo
impidieron) operar su propia sucesión.
Defecto y virtud de Torreblanca: su celo administrativo lo hace soslayar
una orientación política clara en los momentos decisivos de la historia. Perdió su sucesión en Acapulco frente a López
Rosas, también en el gobierno estatal frente a Ángel Aguirre.
III
Como en toda jugada política trascendente,
pierden unos y ganan otros. A nivel
local pierden Luís Walton y Armando Ríos Píter; a nivel partidario pierde la
izquierda en general. Gana el PRI, que
distiende la polarización con la izquierda y también gana el PAN, que en
Guerrero vendrá de no tener registro a competir en un escenario que puede
acercarse al del tercio mayor. Lo
siento por Luís Walton; el campeón sin corona, que después de tener casi segura
la alcaldía de Acapulco, está a punto de quedarse otra vez en la orilla.
A
nivel nacional, quien más pierde con la jugada de Torreblanca es López Obrador
y la izquierda. Personalidades como las
de Zeferino Torreblanca es lo que requiere la izquierda en estos momentos en
que la intención del voto le es adversa.
La coalición que postula al tabasqueño necesita sumar ciudadanos que
vienen de tradiciones políticas parecidas a las de Torreblanca. Así lo han entendido sus dirigentes, que
bautizaron al agrupamiento que lo postula como Frente Patriótico. Lo que no se entiende es por qué esos
dirigentes no hicieron un esfuerzo para que la ruptura zeferinista no se
produjera.
Si se materializa el rumor de que Zeferino
va por el PAN en Acapulco, ese partido recibirá un tanque de oxígeno para
remontar su baja tendencia electoral; para el PRI será un desbroze del camino
para que el candidato de la frivolidad y el glamour obtenga un triunfo fácil.
IV
Apenas está comenzando el régimen de Ángel
Aguirre y ya estamos casi a la mitad de su “sexenio”. Para cualquier efecto práctico, estamos a
diez meses de la mitad del camino, además con elecciones federales, estatales y
municipales dentro de siete meses. En
estos casos lo que cuenta es el tiempo político y el aguirrismo ha perdido
mucho en estabilizar la administración; si no corrige pronto, las urgencias
coyunturales se van a comer cualquier intención tardía de introducir orden,
disciplina, confianza y certidumbre en los que sirven a las instituciones. Es penoso que, otra vez, haya sido Rubén
Figueroa Alcocer el político que tuvo las declaraciones más afortunadas al respecto:
“el conflicto entre dos políticos del mismo partido en el poder le hace daño al
estado de Guerrero”. Tiene razón, las
declaraciones y la anunciada gira de Zeferino Torreblanca por el estado pueden
causar un daño severo a la vida institucional.
También pueden airearla, si el gobernador se decide a dar un golpe de
timón.
Algo que evidenció el
ataque del ex gobernador es la facilidad con la que se filtra información
sensible, que va desde la nómina vigente en el sector central del gobierno del estado
hasta datos de aspectos íntimos de los funcionarios aguirristas. Esa información confirma el uso patrimonial
de los recursos públicos, como los vuelos del helicóptero del amor, que utiliza
Lázaro Mazón y “su acompañante”. Por los
materiales que obtuvo Torreblanca hoy sabemos de un desorden interno en el
gobierno aguirrista. Son evidentes la
falta de disciplina y espíritu de cuerpo así como la irresponsabilidad y falta
de cuidado en el manejo de información sensible.
Por la fecha en que se presenta la
defensataque de Torreblanca, el gobernador tiene tiempo de diseñar un golpe de
timón en la administración pública. La
única respuesta que admite la severidad y consistencia del golpe recibido es
una defensa institucional de mediano plazo.
Ello pasa por una depuración de la nómina y la instauración de rigurosos
manuales de procedimiento en aquellas áreas que impliquen el uso de la
infraestructura y equipo propiedad del pueblo guerrerense.
Quien crea que va a detener a Zeferino
Torreblanca con declaraciones está equivocado.
Una actitud así sólo escalaría el pleito, con un grave daño a las
instituciones (ni modo, tiene razón el viejo cabrón). Tampoco se le detendrá con el antiguo método
priísta de las “fuerzas vivas”; de alcaldes firmando desplegados y porros
orquestando una provocación a la entrada del hotel donde hablaría
Torreblanca. Esos métodos no sirven en
el Guerrero de hoy.
Tampoco es viable una conspiración del
silencio. En los tiempos de internet y
con los recursos audiovisuales existentes, no hay modo de aislar a quien quiera
expresar su versión de los hechos. Son
preocupantes las declaraciones del vocero Martínez Núñez en el sentido de que
no les preocupan las acusaciones hechas en los medios o en conferencias de
prensa. Debería preocupar a cualquier
gobierno el hecho de que sus organismos de informática tengan la eficiencia de
un chiquihuite sacando agua del río.
Estamos a favor de la transparencia, pero no de que cualquier persona
acceda, por curiosidad o por morbo a información confidencial y reservada. Las frases de Martínez Núñez resumen el viejo
dicho salinista: “ ni los veo ni los oigo”.
Al margen de partidarismos, casi siempre son las frases del poder, pero
resultan extrañas en alguien que normalmente publica artículos en los
periódicos.
V
La ruptura (o cuando menos sus aspectos más
toscos) pudo haberse evitado. Dos o tres
funcionarios cercanos al gobernador Aguirre lo fueron también de Zeferino
Torreblanca. Ya es tarde, golpe dado ni
Dios lo quita; ahora la sociedad y el gobierno deben sacar las mejores
lecciones de esta coyuntura.
Estamos ante el fracaso de la política de
buen nivel; es inconcebible que los dos políticos más votados en la historia de
Guerrero, que llegaron a ser gobernadores postulados por la misma coalición, se
hayan enfrascado en este tipo de reyertas.
No nos extraña la polémica, lo extraño es el encono y el mal uso de los
tiempos políticos. Desde el gobierno se
comenzaron a filtrar con cuentagotas supuestas irregularidades de la pasada
administración. Da la impresión de que
el joven contralor se asombraba cada vez que descubría algún indicio de malos
manejos. Lo demás lo hizo la prensa
amarillista, que hoy mismo pone en boca de Zeferino Torreblanca expresiones que
dijo para referirse a sí mismo y no al gobernador.
El primer saldo positivo es que aunque sea
por una vía anómala nos hemos enterado del estado que guardan los asuntos públicos
y el patrimonio de los guerrerenses. Con
una nómina de quinientas nuevas plazas en el sector central no se podrán
mantener las calificaciones crediticias en el nivel que las dejó Torreblanca
(que hay que decir que ya tenía problemas para mantenerlas, tuvo que cerrar el
palacio una quincena y cobrar compulsivamente la tenencia vehicular para que le
regresaran los títulos que había perdido).
La última calificación positiva está avalada por un edificio ahora
cuestionado.
Con un presupuesto estatal prácticamente
idéntico al último de Torreblanca, con nueva burocracia por la vía de los que
trabajarán en la secretaría del Migrante
y por la mordida que les dará el aguinaldo de este año (que se pagará, por
primera vez en el estado, con cargo al presupuesto del 2012) estamos en la
entrada de una vorágine económica sin precedentes. Restablecer la disciplina presupuestal y el
orden interno requiere de un clima social adecuado y de señales claras de
confianza hacia la ciudadanía. Continuar
con las filtraciones y los ataques de una y otra parte, ocasionará la pérdida
de confianza y un ambiente de sospecha permanente al interior de la
administración estatal, que terminará relajando la disciplina de los servidores
públicos. Eso es muy malo para un estado
que requiere darle buen uso al último centavo que capte por cualquier vía
(partidas federales, impuestos estatales y donaciones).
Ángel Aguirre es economista. Ese no es un dato menor, los economistas
saben (sabemos) que la civilización y el desarrollo avanzan cuando en el
ejercicio de gobierno se dejan atrás los lazos familiares y el uso patrimonial
del poder. Un gobierno es mucho más
vigoroso cuando más institucionales son las relaciones entre sus miembros. Un poder que basa su desempeño en los lazos
familiares relaja la disciplina y promueve, aun sin proponérselo, el uso
discrecional del patrimonio público.
Por supuesto que Zeferino Torreblanca
cometió excesos en su conferencia. Uno
de ellos es responsabilizar al gobernador por la seguridad propia y de su
familia. Una afirmación así deja la
puerta abierta para que cualquier pinche loco (de los miles que andan sueltos
en Guerrero) intente una agresión contra el ciudadano Torreblanca. Desde hace 24 horas, Ángel Aguirre debe ser
el más preocupado por la seguridad de su antecesor.
Los políticos guerrerenses son ahora los
cristianos más sincréticos del mundo:
cuentan las horas para que comience el largo tramo Guadalupe-Reyes. Quieren descanso, serenidad y aguas
tranquilas para el año que viene (si viene, aquí lo espero; dijo mi vecina y ya
ni la acera barre). Ellos y la sociedad
sabemos que sería muy mala señal comenzar el año en un clima de desconfianza,
pleitos y desunión. Ojalá que a quienes
pelean les caiga el veinte. No se trata
de eludir el debate, tan necesario para mover las aguas estancadas; se trata de
que se dé en un buen nivel, con garantía de seguridad y respeto para todo el
que quiera opinar, y, sobre todo, que dé resultados, que se aplique la ley sin
distingos y que la mezquindad no triunfe sobre la razón.
CORREO CHUAN
Tengo ya en mis manos los resultados de la
primera encuesta nacional sobre preferencias electorales. Incluyen por primera vez a López Obrador
después de haber sido nombrado candidato.
La encuesta la levantó Strategia y otras dos firmas
norteamericanas. He aquí los números:
Peña Nieto 34 por ciento, López Obrador 25 por ciento, Josefina Vázquez Mota 15
por ciento. Las encuestadoras dan un
dato importantísimo: Peña Nieto ha dejado de crecer desde hace tres mediciones;
de allí concluyen que ha llegado a su tope de crecimiento y que tanto el
perredista como la panista pueden alcanzarlo y rebasarlo. Se confirma una hipótesis que hemos sostenido
contra viento y marea: el candidato de la frivolidad puede ser vencido.
El correo chuan trae noticias retrasadas y
tristes; murió mi tía Laura Pizá Matadama; aparte de los lazos de
consanguinidad con su hijo Chuy Gorjón y de cariño y aprecio de toda la familia,
nos unía un lazo material muy significativo para ambos: nos vendió, hace doce
años una huerta de cocos donde vivo y tenemos una granja de cerdos. Un abrazo cariñoso a todos sus familiares,
que son los míos.
El correo chuan dice que los políticos deben
aprovechar el Guadalupe-Reyes para elevar el nivel del debate, para corregir el
uso patrimonial del poder, para que se
aplique la ley pero se eviten linchamientos mediáticos (y de los otros) y para
que el año próximo entremos a la coyuntura electoral sin demasiados pendientes
locales. Dice también que la historia
pone a cada quien en su lugar y que Zeferino Torreblanca no debe desesperarse;
el tiempo sabrá ubicarlo en el lugar que hoy la mezquindad quiere negarle. Zapata 21 está a punto de extinguirse; pronto
será un museo universitario y aquí sigue siendo una dirección de bellos
recuerdos.
E-mail: correochuan@hotmail.com
0 Comentarios
¿Qué te pareció esta información? ¿Qué nos falta?