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Guerrero en la encrucijada electoral Celestino Cesáreo Guzmán


Las campañas políticas se perfilan a la recta final, todo parece que avanza sin mayores sobresaltos. Los candidatos de las principales ciudades cruzan números, hacen estrategias y concluyen que no abordar los temas de fondo es lo mejor.

En Acapulco, ninguno de los tres candidatos plantea con claridad cómo reconstruir el puerto.

La candidata a la reelección se pasea por las colonias como si nada. Nadie la cuestiona con argumentos, con fuerza y con elementos, su gobierno fallido en Acapulco.

Abelina dejó solo a Acapulco en los momentos aciagos por Otis. Después se volvió a ausentar, digamos que bajó su perfil: dejó de ir a los medios de comunicación y poco se supo de ella en la etapa de la recuperación que estuvo a cargo del gobierno federal. Mientras Acapulco sufría, Abelina hacía cálculo político.

Ahora que reaparece para pedir el voto en busca de su reelección, en las redes sociales recibe reclamos de los ciudadanos por su incapacidad de gobernar, por esconderse.

Acapulco desde antes del paso de Otis ya estaba en malas condiciones: sin agua, con calles mal iluminadas y maltratadas, violencia incesante.

Hoy Abelina presume adhesiones de gente con amplio rechazo, hay sumas que restan, que buscan las migajas que va tirando a su paso en una campaña onerosa de la cual no rinde cuentas, como no rinde cuentas por su escasa o nula actuación en el proceso de reconstrucción.

Acapulco está a la deriva, la costera sin semáforos, devastado por los numerosos incendios, el reclamo por la falta de agua es incesante, sufriendo por altas temperaturas y esperando inerme, la nueva temporada de huracanes.

Pero con tibiezas, sus adversarios no remontarán. En una elección de tercios ya sabemos cuál será el resultado.

La elección en Chilpancingo es compleja, la capital no termina de ser un pueblo grande, le falta mucho para ponerse al día con las capitales del país.

Quitarle el poder a Morena en el corazón político del estado requerirá  de una propuesta audaz que trace un plan de mediano y largo plazo.

Es un secreto a voces la enorme inconformidad interna que dejó la designación del candidato de Morena en Chilpancingo, esta estructura puede ser el fiel de la balanza. El parentesco a la hora de decidir, tendrá su factura en la urna.

Alejandro Arcos Catalán que abandera a la alianza opositora, tiene a su favor su permanente presencia en pueblos, colonias y comunidades, los ha recorrido en varias ocasiones. Tiene como pocos el pulso político y social de la capital. Para él no es un problema posicionar su imagen, camina, tiene propuestas y comunica bien. El reto es resistir la fuerza del partido en el poder con su reciclamiento de viejas mañas.

Mientras, los chilpancinguenses, quieren saber cómo se resolverá el tema del agua, el transporte público, la seguridad, los servicios. Hacen falta propuestas disruptivas  que llamen la atención.

En Iguala, Zihuatanejo y Taxco. Aparentemente todo es miel sobre hojuelas, no habría sorpresas y  habría continuidad de los grupos hegemónicos.

El escenario en el resto del territorio es complejo. Pero es cierto que hay un gran elector que de manera subrepticia coerciona, intimida, y busca influir en quién será el ganador.

Guerrero está en una encrucijada, hay un gobierno pero hay un vacío. La gobernadora es criticada por sus gastos onerosos para embellecer su imagen. En los medios de la capital del país la han tundido porque vive encerrada en una burbuja y por sus malos resultados.
 
En Guerrero no llegó ninguna obra de impacto de la 4T. Hay regiones del estado que no se pueden transitar por la inseguridad, las carreteras rurales están en completo abandono, la salud y educación en ruinas, ningún proyecto importante está en marcha…

Y el senador impuso a sus incondicionales en las candidaturas claves y de ahí sigue cantando, bailando, contando chistes y el mismo discurso vacío que le conocemos desde 1988.

Por eso la elección de este dos de junio conlleva la oportunidad de poner un alto al grupo político que encabeza Félix Salgado Macedonio, o Guerrero se perfila a una década perdida.

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