Cien consultas canceladas y hasta 15 cirugías suspendidas; señalan represalias sindicales
Trabajadores del Instituto Estatal de Oftalmología (IEO) denunciaron la toma de las instalaciones por parte de integrantes del Sindicato Único de Trabajadores del Estado de Guerrero (SUSPEG), encabezados —según acusan— por su dirigente estatal saliente, Adela Hernández Angelito, como represalia porque la Sección LVII no apoyó al candidato de la planilla Verde, Javier del Carmen Velázquez Pat.
Desde las 6:00 de la mañana, miembros del Comité Central Ejecutivo bloquearon por cuatro horas los accesos principales, impidiendo la entrada de pacientes, la realización de cirugías y el ingreso del personal. La protesta fue liderada por Guillermina Rodríguez Parra, secretaria general del SUTSOPEGM, quien —afirman— incitó provocaciones contra los trabajadores, mismas que no fueron respondidas.
La interrupción de actividades derivó en la cancelación de al menos 100 consultas y entre 10 y 15 cirugías, afectando especialmente a pacientes provenientes de municipios lejanos, algunos de ellos diabéticos que mantenían ayuno para estudios médicos.
Representantes del IEO señalaron que el conflicto se ha agudizado por denuncias internas relacionadas con presunto “acoso laboral”, que —asegura la Secretaría de Trabajo y Conflictos de la sección LVII, Orquídea Ríos Gómez— sirven como “bandera política” de personas que no cumplen con sus responsabilidades, como el caso de Adriana Amarilis Flores Fuentes, ex asistente del anterior director, con más de cinco faltas en un mes y más de 20 demandas promovidas contra el personal.
Los trabajadores hicieron un llamado directo a la Gobernadora, Evelyn Salgado Pineda, para que cesen las represalias y el hostigamiento sindical, y exigieron respeto a sus derechos laborales y a la autonomía de su sección.
Mientras el conflicto interno escala, los más afectados siguen siendo los pacientes: quienes recorrieron largas distancias, pagaron hospedaje y llegaron con esperanza de recuperar la vista… terminaron topándose con puertas cerradas, no por enfermedad, sino por una disputa gremial que dejó a la salud en segundo plano.
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