Columna de opinión por Julio Zenón Flores
En Acapulco, la violencia no da tregua. Este domingo, otro policía municipal fue ejecutado a sangre fría en plena colonia Ciudad Renacimiento. Se llamaba Eduard Kennedy, patrullaba las calles y —como muchos— se jugaba la vida todos los días con una placa en el pecho y una motoneta como única escolta. Con él, ya van seis policías municipales asesinados en lo que va del 2025.
Y mientras los números crecen y el miedo se multiplica entre los elementos en activo, la política de seguridad sigue insistiendo en un modelo que los margina. La policía preventiva municipal, la más cercana a la ciudadanía, ha sido sistemáticamente debilitada desde el gobierno federal, en un claro viraje hacia la militarización de las calles.
En nombre de una supuesta estrategia de pacificación, se ha retirado apoyo presupuestal, capacitación, equipo y respaldo institucional a las corporaciones locales. En cambio, se ha concentrado el esfuerzo en fortalecer a la Guardia Nacional, una fuerza que, si bien tiene presencia, carece de arraigo, conocimiento del territorio y vínculo con la gente.
No es lo mismo enviar a patrullar a un joven recién salido del cuartel en Querétaro o Durango, que a un agente local que conoce cada callejón de la colonia Emiliano Zapata, los liderazgos en Jardín, o los focos rojos de Renacimiento. El primero apenas si identifica los nombres de las avenidas, el segundo tiene el pulso del barrio, sabe cuándo algo no cuadra, y hasta quién anda metido en cosas raras. La policía municipal es, en teoría, la primera línea de defensa comunitaria.
Pero en la práctica ha sido relegada a tareas mínimas, sin recursos suficientes, sin armas dignas, sin respaldo operativo. Los policías municipales acuden a llamados con chalecos vencidos, armas cortas obsoletas y muchas veces sin gasolina para recorrer más de una colonia. Se enfrentan a bandas del crimen organizado con equipo de segunda y sueldos de cuarta.
Y aun así, son ellos los que siguen cayendo. A plena luz del día. A bordo de una motoneta. En su propio barrio.
La situación llegó a tal grado de desconfianza que este miércoles 16 de julio las autoridades concentraron a los 937 policías municipales de Acapulco para aplicarles un examen toxicológico sorpresa. Una medida que puede tener justificación interna, pero que también manda un mensaje peligroso: que se sospecha más de los que están adentro que de los que vienen de fuera a sembrar el terror.
Mientras tanto, la Guardia Nacional —bien equipada y con respaldo federal— patrulla principalmente la Costera y colonias céntricas, sirviendo más como un elemento disuasivo y como aseguradores de la escena del crimen… después de que el crimen ya ocurrió.
Este modelo, impuesto desde el centro del país, desconoce la lógica comunitaria que sostiene, o debería sostener, la seguridad local. Despojar a los municipios del control de su policía preventiva es condenarlos a depender de una fuerza foránea, vertical, lejana. Y sobre todo, lenta.
Acapulco necesita más que la pose de rifles largos en las avenidas turísticas. Necesita policías vivos, respetados, bien pagados y respaldados. Policías que no teman morir por patrullar, sino que se sientan parte de un proyecto de ciudad segura, con autoridad moral y capacidad operativa.
Mientras eso no ocurra, seguiremos contando a los caídos. Policías o civiles. A cualquier hora. En cualquier colonia.
Y seguiremos preguntándonos: ¿cuándo dejará de ser la seguridad una simulación más?
1 Comentarios
Situación más que difícil en el puerto, desde hace tiempo las fuerzas militares se posicionan para pretender dar certidumbre en seguridad en Acapulco, ¿resultados?, de manera personal digo que ninguno diferente a los presentados por las policías locales , ¿porque?, la falta de identidad de sus mandos, la policía municipal de acapulco a tenido de en sus filas marinos y militares como responsables, mismos que han tenido en sus principales decisiones destruir la corporacion, no tienen un programa de retiro, pero si uno para darlos de baja, ¿que tipo de persona puedes ser si no te preocupa tu personal?, una cosa es la disciplina (que pude comprobar cuando trabaje codo a codo con los policías de acapulco) y otra el odio que les tienes sin conocer sus capacidades, porque eso sí, nada tiene que ver un policía a un militar, es agua y aceite, no se pueden mezclar.
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