Bajo la lluvia y entre lodo, Evelyn Salgado llega a Punta Maldonado con ayuda directa y oídos abiertos


Por Julio Zenon Flores 

Punta Maldonado, Gro., 20 de junio de 2025.– 
-El botín se hundió levemente, el lodo salpicó el pantalón de mezclilla expuesto debajo del impermeable. Ella jaló el pie y llegó hasta la niña que aún tenía en el rostro la huella del miedo, de una noche bajo un viento que parecía querer arrasarlo todo. La abrazo fuerte. La pequeña lloró con cierto halo de descanso.
Y es que, bajo un cielo gris que aún dejaba caer sus últimas lágrimas, y con las botas hundiéndose en el barro de las calles sin pavimento, la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, llegó a la comunidad afrodescendiente de Punta Maldonado, en el municipio de San Nicolás, para abrazar con presencia, escucha y ayuda directa a las familias que enfrentan el duro saldo que dejó a su paso el huracán Erick.

El aire olía a sal, humedad y esperanza. Mujeres con niños en brazos salieron a su encuentro; pescadores mostraban las redes rotas y los techos arrancados por el viento. Ella, sin parapeto ni distancia, caminó casa por casa, preguntó nombres, tocó hombros, entregó palabras y despensas. "Venimos a escucharlos y a que el apoyo llegue directo, sin intermediarios", dijo con tono firme, mientras una brigada descargaba colchonetas, agua embotellada y paquetes alimentarios.

Acompañada por personal del Gobierno del Estado, Salgado supervisó los daños en techos, caminos y viviendas, pero también reforzó el trabajo operativo de las brigadas de salud y protección civil, que han estado en territorio desde las primeras horas del impacto del huracán. "Este trabajo no se hace desde un escritorio. Se hace aquí, en la tierra, con la gente", dijo mientras los niños se asomaban curiosos desde las ventanas sin vidrio.

La mandataria también recorrió por tierra la carretera Acapulco–Pinotepa Nacional, clave para el paso de la ayuda. Informó que gracias al esfuerzo constante de las cuadrillas estatales, la vía ya está completamente libre, lo que permitirá mantener el flujo de insumos hacia las comunidades costeras más afectadas.

"No vamos a abandonar ningún rincón del estado. Seguimos con el corazón puesto en cada comunidad, en cada familia guerrerense", expresó Salgado mientras se despedía de los pobladores con un apretón de manos, bajo la tenue llovizna que parecía querer dar tregua al dolor.

La escena, más que un acto de gobierno, fue una muestra de empatía y presencia: la de una gobernadora que eligió estar, mirar de frente y caminar con su pueblo en uno de sus momentos más difíciles. Porque en Guerrero —como dicen los de Punta Maldonado— el dolor se enfrenta con unidad, y la ayuda se agradece cuando llega sin cita, pero con alma.

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