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Acabús y su problema estructural afecta a usuarios en Acapulco

Por Julio Zenón Flores Salgado
Acapulco, Gro., 6 de mayo de 2025. Ayer lunes, miles de usuarios del sistema de transporte Acabús volvieron a experimentar el colapso total del servicio, pero esta vez no fue por fallas mecánicas, sino por un conflicto interno entre el personal de seguridad y la gerencia operativa. Desde temprana hora, los paraderos amanecieron cerrados y sin acceso, lo que impidió la salida de unidades de las rutas 1 (Garita), 2 (La Venta) y 3 (Unidad El Coloso), dejando sin transporte a trabajadores y familias completas que dependen diariamente del sistema.
El cierre fue ejecutado por el personal de vigilancia de las estaciones, quienes bloquearon el acceso a los andenes como medida de presión ante lo que describen como condiciones laborales injustas y falta de pago puntual. Aunque no hubo pronunciamiento oficial de los trabajadores, fuentes internas confirmaron que el conflicto responde a desacuerdos con la gerencia general del Acabús, incluyendo incumplimientos contractuales y cambios arbitrarios en turnos y funciones.
Colapso desde el amanecer
Desde las 6 de la mañana se reportaron largas filas en los principales paraderos del sistema. Usuarios esperaban sin información mientras las estaciones permanecían cerradas y ningún autobús circulaba en las rutas principales. Solo después del mediodía comenzaron a restablecerse de forma parcial algunas unidades, particularmente en la Ruta 5 (Farallón–Base Naval), aunque sin cubrir la demanda acumulada.
“No nos avisaron nada. Uno se entera por la gente, por redes o porque llega a la estación y la encuentra cerrada con candado. ¿Así cómo vamos a vivir?”, reclamó María del Carmen, empleada doméstica que trabaja en la zona de Costa Azul.
Una crisis que ya es estructural
Este nuevo episodio desnuda otra de las múltiples fallas estructurales del Acabús, un sistema que desde su creación en 2016 ha sufrido más retrocesos que avances. Más allá del incidente del lunes, se acumulan quejas por falta de unidades, deterioro de estaciones, vandalismo y un modelo de gestión que ha sido incapaz de ofrecer estabilidad laboral al personal ni eficiencia al usuario.
Además de los problemas mecánicos y la falta de mantenimiento, ahora sale a la luz el maltrato institucional al personal que opera el sistema. Los vigilantes, encargados de la seguridad en andenes y estaciones, son parte fundamental del funcionamiento diario. Si se les ignora o maltrata, el servicio entero se convierte en rehén de una mala administración.
Un sistema mal concebido desde el origen
El Acabús fue inaugurado en 2016 con bombo y platillo como una solución de transporte de "primer mundo", pero nació con vicios de planeación. Se trató de adaptar el modelo BRT (Bus Rapid Transit) sin considerar las particularidades urbanas, sociales y económicas de Acapulco. El trazo de rutas, los paraderos y la infraestructura vial no fueron diseñados con un enfoque integral, sino como un proyecto político de rápida ejecución.
Las terminales fueron instaladas sin estudios de conectividad real con los barrios periféricos. Los operadores tradicionales fueron desplazados sin una reintegración clara, generando conflictos internos y fragmentación del servicio. Y aunque se prometió un sistema limpio, eficiente y ordenado, hoy las estaciones lucen vandalizadas, muchas unidades están fuera de circulación por falta de refacciones y el personal trabaja en condiciones precarias.
Falta de mantenimiento y ausencia de gestión
Fuentes internas han revelado que al menos el 40% de las unidades se encuentran inoperables por falta de mantenimiento preventivo. Las partes mecánicas clave —como sistemas de suspensión, frenos y transmisión— han superado su vida útil. La empresa operadora no ha recibido subsidios estatales suficientes ni ha podido mantener contratos de servicio técnico estables.
Tampoco existe una gerencia operativa con visión estratégica. El centro de control, que en teoría debía monitorear la movilidad en tiempo real, funciona parcialmente. No hay comunicación efectiva entre estaciones y unidades. Las fallas se comunican de manera verbal o, peor aún, por redes sociales y en grupos de WhatsApp entre trabajadores, dejando a los usuarios sin información formal.
Impacto social y económico
La paralización de este martes afectó a trabajadores del sector turístico, empleados domésticos, estudiantes, adultos mayores y vendedores informales. Para muchos, el Acabús es el único medio económico y directo hacia sus destinos. La suspensión forzosa no solo genera pérdidas de tiempo, sino también repercusiones económicas: descuentos salariales por retardos, pérdida de clases o citas médicas, y aumento en el costo diario de transporte al tener que usar taxis colectivos o unidades pirata.
“Esto ya es cotidiano. Nos levantamos a las 5 y aún así llegamos tarde. Y ni quién dé la cara”, se quejó un trabajador de hotel que esperaba transporte hacia La Venta.
¿Y las autoridades?
Hasta el cierre de esta edición, ni la Secretaría de Movilidad estatal ni la dirección del Acabús han emitido una postura pública. El silencio institucional contrasta con la magnitud del problema. Tampoco se ha hecho público algún plan de rescate técnico o financiero. El sistema, en los hechos, sobrevive a la deriva.
El colapso del Acabús no es solo una falla del transporte: es el reflejo del abandono institucional. Es también una advertencia: si no se corrige la ruta —con inversión, voluntad política y participación ciudadana—, el Acabús pasará de ser un elefante blanco a un obstáculo más en la movilidad de Acapulco.

xxx Editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, especializado en periodismo político www.facebook.com/trasfondoinformativo, Youtube@JulioZenonFlores, Twitter@trasfondoin, e mal: zenon71@hotmail, Whatsapp 7441054888

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