Por Julio Zenón Flores para Trasfondo Informativo
Como ocurrió en un pueblito rural de Acapulco de difícil acceso,
lo que se refleja hasta en su nombre: Salsipuedes, donde solo vive gente humilde
y sin acceso a Internet, los medios de comunicación tradicionales y casi nadie
le puso atención al siguiente tema que ocurrió el pasado 31 de marzo y hoy les
voy a comentar. Lea hasta el final:
En un municipio como Acapulco, donde los desafíos de
infraestructura son tan profundos como sus crisis financieras históricas, la
adquisición de una draga nueva para el centro de captación Papagayo II no solo
es una acción técnica: es una declaración política, un testimonio de que cuando
el manejo financiero es transparente, eficiente y guiado por una visión de
largo plazo, los resultados se traducen en beneficios tangibles para la
población.
Con una inversión de casi 3 millones de pesos, la
administración de la presidenta municipal Abelina López Rodríguez, junto
con la dirección de Hugo Lozano Hernández al frente de la Comisión de
Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (CAPAMA), logró lo
que parecía impensable tras años de abandono institucional: dotar al organismo
operador de agua de una nueva draga, tras la destrucción total de la
anterior —una máquina con más de medio siglo de uso— por el huracán John,
que azotó Acapulco el año pasado.
La importancia estratégica de esta inversión se
explica en un dato simple pero contundente: Papagayo II abastece de agua al
50% de la población de Acapulco, unas 400 mil personas. Que esta
infraestructura funcione correctamente no es un lujo, es una condición
indispensable para la salud, el desarrollo económico y la gobernabilidad del
municipio.
Y sin embargo, no es solo la adquisición de maquinaria lo
que debe subrayarse, sino el contexto institucional que lo hizo posible.
CAPAMA ha sido por años un símbolo de crisis financiera, corrupción heredada y
conflictos laborales constantes. El que hoy sea capaz de renovar equipo clave
tras más de tres décadas sin inversión en dragado, habla de un cambio
profundo en el modelo de gestión.
El liderazgo de Hugo Lozano Hernández ha sido
fundamental en este viraje. Su discurso, cargado de mística institucional —“la
CAPAMA está de pie compañeros, la CAPAMA vive”— no es retórica hueca, sino
reflejo de una nueva etapa donde la administración honrada y la inversión
pública eficiente no solo son posibles, sino necesarias. El hecho de que se
hayan adquirido además dos unidades RAM 2025 para el área operativa, con
una inversión cercana al millón de pesos, refuerza la idea de un organismo que
se prepara para ser operativo, no para administrar carencias.
Por su parte, la presidenta Abelina López Rodríguez
ha sostenido con firmeza una línea ética que empieza a marcar diferencia en un
municipio históricamente castigado por el desvío de recursos: “Esta es la
ruta para Acapulco, honradez, honradez, yo no conozco otra cosa”. Esa
visión no es menor. En un entorno donde las inversiones se pierden entre
intermediarios, y donde lo urgente ha devorado lo importante, la capacidad de
inyectar recursos con propósito es una virtud política rara y, por ello,
valiosa.
El caso de la nueva draga debe analizarse también desde la
perspectiva de resiliencia climática. Huracanes como John y más
recientemente Otis, que arrasó zonas enteras del puerto, han dejado
claro que el cambio climático ya no es una amenaza futura sino una realidad
cotidiana. Tener una máquina moderna para el dragado preventivo y correctivo
de cuerpos de agua es una forma de blindaje: se trata de garantizar el abasto
en tiempos de estiaje y de reducir vulnerabilidades en temporada de lluvias
intensas. Aquí la gestión financiera responsable se vuelve, literalmente, una
herramienta de protección civil.
Además, no debe pasarse por alto el mensaje político y
social que representa este tipo de acciones. En una ciudad donde la
ciudadanía ha perdido por años la confianza en sus instituciones, ver
maquinaria nueva funcionando, trabajadores motivados, y un organismo como
CAPAMA revitalizado, reconstruye el pacto social. La presencia de
sindicatos, funcionarios del Cabildo y representantes del personal en la
ceremonia de arranque fue también una señal de unidad, de institucionalidad
fortalecida.
En conclusión, lo ocurrido en Salsipuedes no es un
hecho aislado, sino un símbolo del rumbo que puede tomar Acapulco cuando
se ejerce el poder con responsabilidad. El éxito de la adquisición de la draga
no es solo técnico ni administrativo: es político, porque demuestra que
cuando se gobierna con honradez, visión y voluntad, incluso las instituciones
más golpeadas —como CAPAMA— pueden ponerse de pie.
El agua, elemento vital, se convierte así en la mejor
metáfora de lo que se necesita para rescatar Acapulco: flujo limpio,
dirección clara y presión constante.
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