En Guerrero, el reciente escándalo generado por los señalamientos anónimos que han involucrado a dos figuras políticas de la región —Norma Otilia Hernández, ex alcaldesa de Chilpancingo, y Abelina López, actual alcaldesa de Acapulco— resalta, una vez más, cómo las crisis en México a menudo se construyen sobre la arena movediza de rumores, sin que existan pruebas contundentes. Lo ocurrido con el llamado “Caso del Rancho Izaguirre” se ha convertido en un ejemplo de cómo las piezas de una narración política se ensamblan con facilidad, sin importar la veracidad de los hechos, todo en un clima de presión mediática y manipulación de la opinión pública.
### **El Origen de la Controversia: La Entrevista Anónima**
El 19 de marzo, en una entrevista realizada en el programa de Azucena Uresti, un joven desde Chilpancingo reveló, sin mayores pruebas ni verificación, que había sido reclutado por la empresa Big Force Academy para trabajar en los Estados Unidos, tras haber estado supuestamente en el Rancho Izaguirre, en el que se habrían ocultado o desaparecido cientos de personas. Esta declaración anónima, que no fue respaldada por ninguna denuncia formal ni evidencia contundente, fue suficiente para que la Fiscalía General del Estado (FGE) de Guerrero abriera una carpeta de investigación.
Lo sorprendente de este hecho es la rapidez con la que se activó el aparato de justicia, que, a pesar de la inexistencia de pruebas claras, decidió avanzar en una línea de investigación basada únicamente en el testimonio no corroborado de un individuo. Esto pone en evidencia cómo, en ocasiones, la presión mediática puede acelerar procesos judiciales, aún en ausencia de elementos probatorios que den sustancia a los señalamientos.
### **La Politización y la Tensión entre Figuras Políticas**
Aunque en principio el caso parecía centrarse en el tema de la desaparición forzada o actividades ilegales vinculadas al Rancho Izaguirre, rápidamente comenzó a verse cómo la politización del asunto se tejió de manera estratégica. La figura de Norma Otilia Hernández, quien ha mantenido una relación distante con el grupo político dominante de Morena, fue la primera en ser señalada por los medios, a pesar de no existir pruebas claras en su contra. La ex alcaldesa de Chilpancingo ha sido objeto de múltiples ataques por parte de actores políticos que, a través de la creación de este escándalo, han buscado desprestigiarla.
En paralelo, Abelina López, actual alcaldesa de Acapulco, ha sido mencionada en varias ocasiones debido a su posicionamiento independiente frente a la fuerza morenista dominante en la entidad. La coincidencia de estos ataques hacia ambas mujeres —en especial, en un contexto de creciente tensión política entre diferentes facciones— sugiere que la controversia no solo se alimenta de la desinformación, sino de la intención de socavar el liderazgo de quienes se mantienen al margen de la hegemonía de los equipos más fuertes de Morena en Guerrero.
### **El Riesgo de Fabricar una Crisis Político-Judicial**
Lo más preocupante de esta situación es que, en ocasiones, cuando se persigue judicialmente a un adversario político sin pruebas claras y se culmina con una falta de resultados en el juicio, el efecto suele ser contrario al esperado. Al no lograr probar las acusaciones, el acusado se fortalece en la opinión pública, obteniendo mayor visibilidad y apoyo. Esto es algo que, en su momento, se observó en casos políticos previos, y el riesgo de que este mismo patrón se repita en el caso de Norma Otilia Hernández y Abelina López es latente.
Si la Fiscalía General del Estado no logra consolidar un caso robusto y sustentado contra las mencionadas, el resultado podría ser una victoria política para ellas. En lugar de ser desacreditadas, podrían consolidar su imagen como víctimas de una persecución sin fundamento, lo que en el ámbito político puede ser visto como un factor de legitimidad. Así, la narrativa podría volverse en su favor, dándoles mayor protagonismo en la política estatal.
### **La Fabricación de Crisis y el Impacto en la Opinión Pública**
El “Caso del Rancho Izaguirre” se ha convertido en un claro ejemplo de cómo los rumores y las noticias sin fundamento pueden escalar hasta convertirse en una crisis mediática. Los actores políticos, al igual que las instituciones, están utilizando la desinformación como una herramienta para moldear la opinión pública. Sin embargo, lo más grave no es solo la construcción de una narrativa falsa, sino el uso de la tragedia ajena para fines políticos. La falta de pruebas, las denuncias sin sostén, y el uso del anonimato como base de una acusación forman una estrategia en la que las víctimas, en lugar de ser las personas desaparecidas, son las propias figuras políticas a quienes se busca afectar.
El riesgo de que este proceso no solo sea una crisis construida artificialmente, sino que se convierta en un trampolín para las figuras políticas implicadas, es un claro recordatorio de lo volátil y peligrosa que puede ser la opinión pública en un país donde las narrativas se construyen tan fácilmente. .
### **Conclusión: Entre la Justicia y la Manipulación Política**
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Editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, especializado en periodismo político
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