Por Julio Zenón Flores
Si algo llama la atención al cumplirse los primeros 100 días
del actual ayuntamiento de Acapulco, es la permanencia, al frente de la CAPAMA,
del actual director Hugo Lozano Hernández, considerado, desde la propia
alcaldía el cabildo plural, como quien mejores resultados a dado en los últimos
años en esa dependencia que en muchas ocasiones anteriores se ha diagnosticado en
bancarrota y se ha sugerido su entrega a la Federación para resolver sus
grandes carencias.
Y es que ese organismo ha pasado por verdaderas catástrofes.
Una es el saqueo a que la sometieron los gobiernos de antes del año 2000, cuyos
directores construyeron grandes edificios y hasta colegios privados con
recursos de la CAPAMA, en lugar de reinvertir los ingresos en el mantenimiento
y conservación de la infraestructura, dejándola caer hasta que solo quedaban
cascajos en vez de ductos de drenaje y agua potable, generando cientos de fugas
del vital líquido por toda la ciudad: las otras catástrofes han sido naturales:
Los huracanes Paulina, Otis y John.
Tras el huracán Paulina llegó, por primera vez un técnico de
la Conagua a hacerse cargo, Gerardo Sierra Ulloa, quien resistió tres
administraciones municipales y no permitió que los políticos metieran mano,
para poder unir los pedazos que dejó el meteoro y conseguir recursos federales
y reconstruirla, sorteando el riesgo de tener que dejar sin agua a la ciudad.
Una gran proeza, que, sin embargo, tampoco resolvió las viejas carencias de las
colonias que carecían de tubería, por tratarse de asentamientos la mayoría ilegales
establecidos a la fuerza por líderes que se aprovechaban de la necesidad de
vivienda de la gente y hacían buenos negocios con terrenos ajenos.
Luego vinieron Otis y John, que en el lapso de menos de un
año, se llevaron casi todo, primero con aire, que destruyó principalmente
tanques elevados de almacenamiento y luego por agua y lodo que enterraron y
destruyeron equipos de bombeo y se llevaron en sus corrientes acueductos y
tuberías de diferentes diámetros. Ambos fenómenos le tocaron al director Hugo
Lozano Hernández, cuya característica principal ha sido que no ha sido
arrastrado por la ambición de la política y se ha centrado en recuperar a la
CAPAMA tras su destrucción por los dos huracanes que le tocaron.
Gracias a su alejamiento de la política es que no ha
permitido que los grandes deudores del servicio de agua potable se cobijen en
padrinos para no pagar, como hacían antes, y gracias a eso ha mantenido una
captación de recursos económicos que le ha permitido hacer frente a las principales
necesidades de la dotación del servicio, sin recurrir a préstamos para cubrir
los gastos de operación y administración y sin dejar de pagar a proveedores,
como la CFE, que otras administraciones dejaron de cubrir hasta dejarle una
deuda de más de 700 millones de pesos.
Si bien se le puede señalar de que aún no se corrigen las
carencias del vital líquido en algunas partes de la ciudad, también se le debe
reconocer que no ha dejado caer el organismo y que éste pasa por su mejor
momento en el terreno administrativo, lo que puede ser la base para una gran
inversión tripartita que aborde los problemas de fondo tanto la captación como
la distribución del vital líquido.
El reto de Lozano Hernández es resistir los embates de la
clase política que sin duda hará todo lo posible por apoderarse de la CAPAMA
para usarla políticamente y que de lograrlo llevaría al frente a quien podría
usar el agua de manera sectaria para hacer campaña política y volvería a
hundirse el organismo en los favores y complicidades con los grandes usuarios,
que ahora están obligados a pagar puntualmente por su servicio.
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