José Antonio Rivera Rosales
Como en el caso de la sucesión por la presidencia de la república, los aspirantes a la alcaldía de Acapulco juegan sus cartas para obtener la candidatura primero y en seguida el triunfo que les permitirá regir el municipio más importante de Guerrero.
¿Pero quiénes tendrían realmente posibilidades de competir?
Hasta donde hemos visto, son varios políticos -algunos verdaderamente impresentables, por no decir sinvergüenzas- los que buscan una oportunidad para acceder al cargo de presidente municipal de esta jurisdicción en la que habita la cuarta parte de la población de Guerrero, que además genera un 70 por ciento de los ingresos por turismo.
Por la marejada guinda destacan dos de estos aspirantes: Yoloczin Domínguez Serna y Joaquín Badillo Escamilla, ambos diputados del Congreso local.
Ambos están cerca de los factores de poder y decisión: el senador Félix Salgado Macedonio y la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, quienes parecen contar cada uno con una preferencia definida.
Sea cual sea el resultado, uno de ellos podría ser elegido para encabezar a Morena en la próxima elección local de 2024, año en que se renovarán también los poderes federales. Así que estaremos ante una situación bastante complicada para todos los partidos políticos, de modo que Morena no las tendrá todas consigo.
En la calle de enfrente, los partidos de oposición comenzaron a reagruparse y a subsanar discrepancias con el fin de mantener su presencia en el entorno local, estatal y nacional. Aunque más bien pareciera que se trata de una lucha por la sobrevivencia.
PRI y PRD, sobre todo, se reunieron recién bajo los auspicios del exgobernador Angel Aguirre Rivero, en el ánimo de superar las diferencias para estar en condiciones de competir contra la marejada guinda de 2024. Pero el asunto se vislumbra muy difícil dado la tendencia de algunos de ellos de traicionar para lograr, como siempre, beneficios personales. De que hay traidores, los hay, en el PRI y en el PRD. Pero la ciudadanía los observa y sabrá aplicarles voto de castigo.
Los panistas, por su parte, no tienen ni donde esconderse después del juicio a Genaro García Luna en el que surgieron imputaciones de sobornos millonarios en dólares para facilitar el tráfico de drogas a los Estados Unidos. Aunque nunca fue panista, García Luna fue el funcionario más poderoso de los gobiernos de Fox y Calderón. (Antes, sin embargo, trabajó para gobiernos priistas en áreas de inteligencia).
Así que lo que en verdad disputan la dupla PRI-PRD serán los sobrantes de lo que deje tras de sí la marejada guinda.
Aunque en estricto rigor hay varios pretensos a la candidatura de Morena para la alcaldía, pareciera que Domínguez Serna y Jacko Badillo son los más adelantados.
De Yoloczin Domínguez no hay mucho que decir. La legislatura pasada, donde se desempeñó como diputada, se distinguió como una de las legisladoras más faltistas y menos comprometida del Congreso local.
Cuenta con una licenciatura en derecho por la UAG y algunos diplomados, pero nada del otro mundo. Es vista por sus compañeros como una persona frívola, carente de un proyecto estratégico para el desarrollo de Guerrero.
Se ha promovido con fotos que enfocan su figura y su belleza física, como si fueran prendas políticas relevantes. Su programa de llevar colores a los domicilios -pintar barandales, pues- la dibujan como una política carente de propuestas que llamen la atención del electorado. Quizá ha de pensar que los acapulqueños cuentan con pocas neuronas. Cambiar de asesores de imagen es lo más prudente que podría hacer.
Badillo ya fue dos veces candidato a la misma alcaldía por la que compite por tercera vez, ahora por Morena. Cuenta con un doctorado en Administración Pública y Ciencia Política, así como licenciatura y maestría en temas afines.
Es decir, Jacko se ha preparado con denuedo para gobernar; se ha especializado en el tema de la seguridad que, además, es el negocio familiar.
En público y privado el diputado ha comentado que su prioridad sería, precisamente, la pacificación del puerto de Acapulco, asolado por grupos criminales vinculados a por lo menos dos de los cárteles más poderosos del país.
Es, por decirlo de alguna manera, el político que se observa más apto, preparado y viable prospecto para acceder a la presidencia municipal de Acapulco.
Así pues, Jacko no ha quitado el dedo del renglón en su búsqueda de la alcaldía de Acapulco, la cual enfrenta desafíos que siguen sin ser solucionados. Además de los graves problemas de violencia criminal, los servicios básicos -recolección de basura, agua potable, infraestructura obsoleta- constituyen un dolor de cabeza para los acapulqueños.
En el camino a la alcaldía figuran también el doctor Jesús Hernández Muñúzuri y el inmaduro joven Yoshio Avila, pero los árboles que los cobijan podrían ser talados en cualquier momento por el tlatoani de palacio.
De Abelina López, la actual alcaldesa, hablan sus intemperancias. Encabeza un gobierno divorciado del que preside la joven gobernadora, a pesar de que pertenecen al mismo partido.
Abelina estableció alianzas con personajes impresentables, como el diputado Alfredo Sánchez Esquivel o la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, a quien en fecha reciente han vinculado con el capo Onésimo Marquina, jefe del Cartel de la Sierra, quien protagoniza una guerra sangrienta con otros grupos criminales por el control del territorio (tema que abordaremos en otra entrega).
Al terminar su mandato, Abelina podría ser llamada a cuentas por la Fiscalía General de la República debido a vínculos extraños como el de una consultora que al mismo tiempo asiste precisamente a un grupo criminal en el manejo financiero. O quizá no, con eso de que el tlatoani les perdona todo a sus cercanos, sobre todo en tiempos electorales.
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Portal editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, profesor de la UAA en periodismo especializado, maestrante en ciencia política y, diplomado en MKT digital
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