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BAJO FUEGO Combate al crimen


  José Antonio Rivera Rosales

    En fecha próxima el presidente de la república visitará la Tierra Caliente y la sierra para revisar las condiciones de seguridad de esa región donde se han producido hechos violentos que, por desgracia, enlutaron a muchos hogares de la parte alta de la Sierra Madre del Sur.
  Sin duda, este es el desafío más notable que enfrenta el gobierno de Evelyn Salgado Pineda, joven que ha demostrado una sorprendente entereza para afrontar los graves problemas de violencia criminal que asuelan al estado de Guerrero.
 En una entrega anterior (Bajo Fuego 321) advertíamos que el crimen organizado, señaladamente la formacion llamada Familia Michoacana, constituía un factor de ingobernabilidad que debía ser atendido por las autoridades federales, especialmente por la Fiscalía de la República (FGR), así como por las Fuerzas Armadas.
  Por desgracia, más temprano que tarde ese pronóstico de violencia comenzó a cumplirse.
  Después de la masacre en la que murieron 23 personas en San Miguel Totolapan en octubre pasado, era de esperarse que se produjeran nuevos icnidentes en esa región que constituye una colindancia entre los municipios de Coyuca de Catalán, San Miguel Totolapan, Ajuchitlán, Petatlán y Tecpan de Galeana, en la cresta de la coordillera.
  El día 29 de enero, en El Parotal, una comunidad del municipio de Petatlán, ocurrió el primer incidente cuando unas patrullas de la Policía del Estado fueron recibidas a tiros por habitantes de la comunidad, exaltados al percatarse que los policías eran asistidos por un par de sicarios de la Familia Michoacana que, al parecer, se ha convertido en el enemigo público número uno en toda la región.
  En el safarrancho murieron dos policías y tres civiles. Uno de los uniformados fallecidos era nada menos que un mando de la Unidad de Fuerzas Especiales (UFE) de la policía estatal, un equipo de élite de esa corporación. El incidente no paró ahí: decenas de policías fueron detenidos hasta que llegaron autoridades políticas a destrabar el conflicto.
  A raiz de ese trágico enfrentamiento fue que los mandos superiores de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) se percataron de que la FM tiene una buena relacion con los que se supone que deberían ser sus perseguidores.  
  Otro grave incidente se produjo el 17 de marzo cuando pistoleros de la FM, encabezados por su jefe de sicarios Orbelín Hernández Peñaloza, emboscaron una base de operaciones del Ejército acampada en las cercanias de la comunidad El Pescado, en el municipio de Coyuca de Catalán -que al parecer sigue siendo bastión de ese grupo delincuencial-.

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     Como es de esperarse, las tropas respondieron de inmediato la agresión y dieron muerte a cinco de esos pistoleros, incluyendo al propio jefe de sicarios. Lamentablemente también murieron dos militares como consecuencia del ataque.
  Llama la atención que los criminales -unos 18 a 20, según el parte oficial- se hayan atrevido a lanzar un ataque en forma contra una base de operaciones del Ejército.
  Por lo regular una base de operaciones con todos los servicios cuenta con entre 80 y 100 elementos, así como vigilancia perimetral, que seguramente fue la que contestó el fuego de los criminales. Ello, sin contar con el personal de apoyo, como los elementos de la Guardia Nacional que regularmente acompañan las operaciones de las tropas.  
  Decimos que llama la atención que una veintena de pistoleros se hayan atrevido a disparar contra un campamento de militares bien armados y pertrechados, lo que da idea de la confianza que han adquirido los delincuentes que, creyéndose imbatibles, dispararon contra los soldados.
  No existe otra explicación para la conducta de los criminales de la FM, que en diversas ocasiones se han exhibido en redes sociales ostentando un amplio poder de fuego, entre ametralladoras empotradas en vehículos, fusiles Barrett, así como todo tipo de armas cortas. Según versiones creíbles, la FM estableció una alianza con el Cartel Jalisco Nueva Generación, una de las formaciones delincuenciales más poderosas y violentas del pais, lo que le daría otra proyección a las actuaciones de los delincuentes guerrerenses.
  Hay que decir que desde octubre pasado en que se produjo la matanza de San Miguel Totolapan -que arrojó un saldo de cerca de 25 muertos según los habitantes-, el Ejército con apoyo de la GN y de personal de la Armada de México ha instalado bases de operaciones a todo lo largo de los municipios de la sierra y la Tierra Caliente que han sido escenarios de estos hechos infames.
  Claro que no lo han publicitado, pero las Fuerzas Armadas han estado haciendo su labor, siempre por acuerdo con la gobernadora Evelyn Salgado, para cercar a ese grupo delincuencial que opera en la mayor parte de la Tierra Caliente y, según las informaciones más recientes, han comenzado a extender sus operaciones a los municipios costeros de Zihuatanejo, Petatlán, Tecpan e inclusive a Coyuca de Benítez.
  Según una de esas versiones creíbles, los cabecillas de la FM tienen en la mira al puerto de Acapulco, lo que les permitiría contar con una puerta de salida a las sustancias ilegales que constituyen su negocio, pero también para ampliar la extorsión a estas latitudes.
  Eso explicaría en parte los incidentes de violencia que se han producido en Coyuca de Benítez y en el propio puerto de Acapulco: es porque un nuevo grupo delincuencial intenta ingresar a una plaza que ya está ocupada por otras formaciones.
  Por eso es vital la operación silente pero efectiva de las Fuerzas Federales para neutralizar esas amenazas, que mantienen en vilo a la población guerrerense. En especial, es fundamental liberar a los calentamos de ese yugo denominado Familia Michoacana.
  No por nada decenas de comunidades de los municipios afectados, sobre todo San Miguel Tlotolapan y Coyuca de Catalán, comenzaron a organizarse para rechazar, armas en mano, a esos criminales que se han convertido en el azote de los 9 municipios de la Tierra Caliente, un área geográfica habitada por 240 mil personas.  

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 El crecimiento de ese grupo delincuencial se explica porque mantienen control del corredor que comunica a Guerrero con Morelos y el Estado de México, donde han desarrollado igualmente operaciones contra la población civil.
  Consecuencia de esa presencia en el Edomex, sobrevino la llamada matanza de Tlatlaya, donde un grupo de malvivientes fue abatido por el Ejército (al parecer del 102 Batallón de Infantería), sin que hasta la fecha se clarifique lo que pasó. Pero una fuente confiable reveló que en ese enfrentamiento cayó un jefe de sicarios de la FM, de quien se ignora su identidad hasta la fecha.
  Habrá que estar pendientes de los logros de la Mesa de Coordinación para la Paz que preside la mandataria guerrerense.

 

     
   
       




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