Por Julio Zenón Flores
Hace dos semanas que dos hermanas, una de 16 y otra de 23 años de edad, murieron al caer por una coladera abierta en la alcaldía Iztacalco, de la Ciudad de México, y la madre, junto con amigas de sus hijas, ha dicho hoy, en una manifestación pública, que no ha habido justicia.
¿Qué justicia puede haber cuando alguien muere por negligencia de las autoridades?
“Nada más llegar a la zona, un olor fuerte inunda las fosas nasales y hasta el paladar. Son los gases que salen de dos coladeras sin tapa que dan a las aguas negras de la ciudad. Por allí paseaban el jueves por la noche dos hermanas, de 16 y 23 años, que iban acompañadas de su padre a un concierto del grupo Zoé en el Palacio de los Deportes, en la alcaldía Iztacalco, de la Ciudad de México. Una de las chicas se cayó en el agujero, de al menos tres metros de profundidad, y se golpeó la cabeza, según las primeras versiones de los hechos. Su hermana intentó ayudarla, pero la falta de oxígeno por el metano producido por los excrementos y las aguas negras del fondo mataron a las dos”, relata el corresponsal de El País, Daniel Alonso Viña.
Las coladeras sin tapa son un serio problema en casi todas las ciudades de México.
Cifras extraoficiales señalan que en Acapulco son unas 300 las que presentan ese problema, que aunque es más grave en colonias como Zapata y Renacimiento, no deja de estar presente en las avenidas principales: En la Costera, entre Icacos y Caleta, se contabilizó la semana pasada más de 20, y un número similar en la avenida Cuauhtémoc, que une la I Griega con la Costera, en la Juan R Escudero, pero donde aumenta su número es la avenida Ruiz Cortines y Constituyentes, así como Ejido y Calzada Pie de la Cuesta, en tanto las avenidas Baja California, Michoacán, Niños Héroes y Oaxaca, de la colonia Progreso, no se quedan atrás.
En ellas, hasta ahora solo se han reventado llantas de autos, se han quedado atrapados algunos vehículos, se han caído a costado motociclistas, se han descalabrado algunas personas, se han lastimado los tobillos otras, y nadie ha puesto atención en ese tema.
¿Hará falta que en Acapulco alguien muera al caer en esos hoyos que no siempre están medio señalizados con llantas en desuso, alguna silla rota de plástico o hasta troncos o pedazos de madera?
En realidad, lo que hace falta es que los alcaldes pongan atención a su trabajo en el tema de los servicios públicos y dejar de andar en campaña con propaganda que más tarde o más temprano, cuando la gente se dé cuenta de la falsedad de las promesas, se volverá en su contra.
Armando Quintero, alcalde de Iztacalco, debiera ser llamado a declarar en torno a las muertes de las dos jovencitas en la coladera. Él es sin duda el verdadero responsable de lo ocurrido, pues su función principal, como alcalde, es procurar precisamente que esos servicios se brinden a la ciudadanía, que la ciudad sea mínimamente habitable, segura y confortable, con buenos servicios públicos.
Tal vez debería ser detenido por “homicidio culposo” o algo así, y poner ejemplo para los alcaldes del país, que se deben centrar a lo suyo, a servir al municipio que los eligió.
La presidenta de Acapulco, Abelina López, debiera tomar nota de lo ocurrido en Iztacalco y aplicarse a resolver ese problema en el municipio y centrarse más en la multitud de fallas en los servicios públicos y dejar de dispersar sus esfuerzos en temas que no son competencia suya.
¿Hará falta que le recordemos a López Rodríguez cuáles son las responsabilidades de una alcaldesa?
Promover Acapulco en el extranjero por supuesto que es importante, pero no es la primera prioridad; incluso hermosear la ciudad es un desatino cuando los servicios básicos no funcionan adecuadamente.
Como decía un ingeniero: Se está dando la impresión de estar vistiendo a una novia con prendas muy elegantes, pero la novia en sí está para llorar.
El problema de las coladeras sin tapa es solo uno de los problemas que tiene la presidenta municipal.
Ya es hora de tocar tierra y dejar el glamour y las alianzas políticas con Marcelo Ebrard para después; ahora la ciudad demanda de ella.
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