EL LANCE DE LA GOBERNADORA DE GUERRERO ANTE LA CETEG
Por Julio Zenón Flores Salgado
El lance de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda,
del pasado martes 15 de marzo, de meterse a la turba de maestros de la CETEG,
que mantenían tomado un edificio gubernamental de la capital del estado, como
parte de su reclamo de atención a diversas peticiones, fue demasiado audaz,
pero no fue el primero ni posiblemente el último de la mandataria guerrerense.
El hecho no pasó desapercibido y mereció algunas críticas,
pero también, aunque menos, algunas muestras de apoyo. El resultado, visto
desde cualquier ángulo, más allá de las formas, fue positivo, tanto para el Estado,
como para los maestros y en especial para los ciudadanos de Chilpancingo, que
se encontraban arrinconados tras haber sufrido un encierro de 11 horas de
bloqueo que había ocurrido un día antes.
Desde la perspectiva de los viejos cánones de la política se
trató de un lance atrevido, hasta irresponsable, diría mi abuelito que puso en
riesgo la investidura de primera autoridad estatal, pero tal encuadre resulta
obsoleto desde hace ya algunos años, más o menos equivalente a quienes se
escandalizaron cuando las mujeres empezaron a usar pantalones en vez de faldas
o cuando los varones nos pusimos camisas de color rosa. Las buenas conciencias
se escandalizan rápidamente, cuando no se dan cuenta de que las normas sociales,
el sentido común y hasta algunas reglas deontológicas evolucionan y esa
evolución es imparable.
Se entiende el sentido de la crítica a este tipo de
actuaciones de la mandataria porque siempre hay quienes creen que el pasado ha
ido mejor, como Don Simón, creen que “todo tiempo pasado fue mejor” y critican
el pelo largo de los varones, los masculinos que usan cremas y afeites, el
lenguaje de los milenials, la migración de la comunicación de los medios
tradicionales a los digitales, en fin; hay un grupo social, con sus respectivas
vanguardias, que ve con espanto los cambios y los sataniza.
Su presencia y su análisis no debiera ser vista como algo
malo o anacrónico, pues finalmente juegan un rol de contención a los aspectos
estrafalarios de los cambios que traen consigo las nuevas épocas y las nuevas
modas sociales. Son como los escrúpulos en la época de los poetas malditos: el
policía que nos vigila desde adentro, tal y como, por el contrario, los
revolucionarios se convirtieron en su momento en la conciencia crítica de la
sociedad hipócrita y conservadora.
Pero no es para rasgarse las vestiduras.
La política actual es audaz y la comunicación política debe
ser innovadora; los viejos paradigmas de la mercadotecnia tradicional hace
tiempo quedaron en el museo, aunque haya quienes se aferren a ellos y se
nieguen a aceptar que, por ejemplo hoy ya no se puede segmentar a la población
como antes en A, B, C y D, porque hasta en una misma familia y en un mismo
hogar hay nichos diferentes.
Desde esta última perspectiva el lance de la gobernadora Evelyn
Salgado, si bien fue audaz y arriesgado, fue correcto, por un lado porque, como
en el ajedrez, se sorprendió a los maestros con un movimiento inesperado hasta
su cocina y, por otro lado, porque se correspondió al estado de ánimo de los
guerrerenses, no sólo de los chilpancingueños que hablaban por todos lados de
la impotencia que habían sentido con el bloqueo total de un día antes y ya
empezaban a cuestionar la falta de reacción de las autoridades responsables, en
algunos casos hasta insinuando o exigiendo abiertamente el uso de la represión.
En vez de caer en la tentación del autoritarismo o de evadir
su responsabilidad, la gobernadora mostró carácter al asumir la responsabilidad
frontal y encarar al movimiento magisterial en su propio terreno, que no tuvo
más que resentir que perdieron la iniciativa. De haber tenido al gobierno
contra las cuerdas el día lunes, el martes eran ellos quienes estaban en
aprietos y con la opinión pública en su contra. Cualquier cosa que hubiera
ocurrido en el edificio tomado a la mandataria, hubiera obrado en contra de
ellos.
La realidad es que si el gobierno estatal hubiera actuado
con más parsimonia la presión de la CETEG sobre la población se hubiera mantenido
por más horas o días y eso habría hecho crecer la irritación contra la
autoridad estatal, la cual, por otra parte, está imposibilitada de recurrir a
los antiguos arreglos, pues ya no tiene ni el dinero ni la opacidad que lo
permitían.
Ahora bien, el lance pudo haber provenido de su candorosa juventud y el empuje natural de ser una mujer empoderada, pero también
pudo provenir de esa capacidad de asombro de alguien externo a la clase
política, que por ciertas circunstancias ocupa una importante posición de
poder, pero que busca romper con las viejas reglas que han envilecido a los
militantes partidistas, al nivel de ya no reaccionar ni aún ante lo más sucio,
porque todo depende de la negociación burda y abyecta entre las izquierdas y
derechas, azules, rojos, guindas y amarillos, porque al final de cuentas todos
se cubren con la misma cobija.
Si es esto último, la política en Guerrero aún tendrá una
esperanza.
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