Por Julio Zenón Flores Salgado
El incidente ocurrido entre la fiscal general del estado
(FGE), Sandra Luz Valdovinos Salmerón y una ex funcionaria de esa dependencia,
que en un principio fue interpretado por la opinión pública como una muestra de
prepotencia y abuso de autoridad, terminó por arrojar luz sobre lo que en
realidad estaba ocurriendo al seno de la fiscalía y que todos suponíamos pero
de lo que carecíamos de información, en la lucha de la recién llegada por
hacerse espacio ante una gran de cantidad de intereses creados y la inercia con
que se venía operando antes del cambio.
La oposición violenta a ser reubicado por parte de una
funcionaria, por cierto con lazos familiares con el anterior Fiscal, permitió
exhibir esos intereses viejos y la resistencia al cambio, tanto de estrategia,
como en el cuadro operativo donde ya era necesario una rendija de aire fresco,
para impedir que se siguiera sirviendo, si es que así fue, a intereses ajenos a
la procuración de justicia.
Por supuesto que eso fue el epitome, la punta del iceberg de
algo que suponemos mucho más profundo y arraigado al interior de la fiscalía,
porque para ese entonces las fiscalías regionales y los fiscales especializados
seguían siendo los mismos de varios años atrás, con rutinas hechas y un natural
terror a que las cosas cambiaran.
La natural resistencia a que las cosas cambiaran pasaba o
pasa aún, por frenar o mermar autoridad de la fiscal actual, para lo cual una
de las armas es la desinformación y la siembra de dudas y una mala percepción,
aprovechando además, la incorrecta visión en algunos cuadros de Morena, de que
la vinculación con la prensa es innecesaria.
Esa situación potenció el impacto mediático de lo ocurrido y
da contexto a otras noticias falsas, como la circulada la semana pasada en la
que la Fiscal supuestamente dice que la violencia en Acapulco es culpa de los
propios acapulqueños, expresión que desde su salida a la luz pública se percibe
como falsa, pues es completamente ilógica, no solo por el peso intrínseco o
semántico de la oración, sino por venir de quien viene y que ya había tenido
oportunidad de mostrar de qué está hecha.
Y es que en los días previos a esa fake news copiada y
pegada por algunos portales se vieron acciones y actividades de un claro camino
de transformación en el interior de la Fiscalía.
Ejemplo de ello fue la eficacia para desmantelar en pocas
horas una banda de secuestradores dirigida por un coreano, puesta al
descubierto a raíz de que se les escapó un secuestrado; además de la captura de
al menos tres o cuatro personajes considerados objetivos prioritarios por ser,
en el lenguaje técnico de los fiscales, generadores de violencia (líderes de
banda o pájaros de cuenta, dirían los clásicos de la nota roja), varios
oportunos rescates de personas privadas de la libertad; los cambios de los
fiscales que ya estaban anquilosados en sus fiscalías que trataban como feudos;
importantes decomisos de drogas y recuperación de vehículos robados; audaces incursiones
en sitios antes vedados bajo el claro control del crimen organizado, como el
mercado central de Acapulco o la zona de la montaña baja de Guerrero, Chilapa y
Quechultenango.
Claro que esos cambios y golpes de timón, como en toda ley
de física, generan una reacción y por eso se explica tanto el fake news
mencionado arriba, como el que habla de que los tigres asegurados en la
incursión en los dominios de Los Ardillos, hayan muerto de hambre en jaulas de
la Fiscalía, olvidando o creyendo que el público olvidó, que los felinos
habrían sido entregados desde su decomiso a las autoridades del ramo (Semaren o
Semarnat) para darles un manejo adecuado. Y seguramente no serán los últimos
ataques a la teniente coronel, vendrán otros, pues sin duda los intereses
arraigados son fuertes y no fáciles de erradicar.
En la práctica, se ha visto a una fiscal alejada de la
figura adusta y dura que se pensaba sería por ser militar, por el contrario, se
le ha visto impulsando eventos de actualización profesional, reuniéndose
empresarios y con organizaciones de la sociedad, entre ellas el colectivo de
familiares de desaparecidos que se sentían ignorados, y con un abierto
acercamiento con la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pïneda, quien no ha
dudado en ofrecerle su respaldo para que consolide ese cambio que ya era
necesario en la Fiscalía.
Lo importante ahora es no flaquear y seguir esa ruta,
juntas, Fiscal y Gobernadora, para sentar las bases de un combate más efectivo
al crimen en el estado.
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