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AYOTZINAPA EN PALO BLANCO, JUSTICIA NECESARIA


 

Por Julio Zenón Flores Salgado

 

Tras la tempestad sigue la calma y lo importante, después del enfrentamiento de soldados, en su faceta de Guardia Nacional o de policía militar, contra estudiantes de la normal de Ayotzinapa, tranquiliza saber que hay una mesa de diálogo, donde tendrán que ponerse de acuerdo, los primeros en cumplir sus órdenes de garantizar el libre tránsito en las casetas de peaje evitando su secuestro, los segundos en la búsqueda de sus desaparecidos, de justicia para sus muertos y fondos para su movimiento social y su escuela.

Lo central es no solo saber que la mesa de diálogo se mantiene, sino que no pasaron los desaforados gritos de la derecha de ahora y de siempre, que promueve la represión como salida a toda manifestación social y que aprovecha diversas circunstancias, en ocasiones hasta de provocadores externos o posturas radicalizadas internas, para clamar por el cierre de esa normal a la que señalan, que horror, de ser un foco de formación de mentes inconformes, lo cual es el peor delito en una sociedad mediocre y conformista, donde lo correcto es ponerse de tapete y arrastrarse por migajas.

Es de reconocerse la voluntad de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, de mantener el diálogo con los estudiantes de la normal de Ayotzinapa y más aún saber que esa mesa de conversaciones ya existía antes de la confrontación en la caseta de Palo Blanco, sin que eso signifique que se tenga que ceder en todo, ante posturas tanto tácticas, como estratégicas, de movilización y de orientación, que por su radicalidad rallan en la delincuencia y que, como lo dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, son aprovechadas por infiltrados que los llevan a acciones provocadoras para ganarse el repudio popular.

Es posible que en esa Mesa de diálogo no solo se pida justicia, apoyos para el movimiento o equipamiento y víveres para la escuela, no se pueden cerrar los ojos ante una tradición de algunos líderes sociales de lucrar económicamente con los movimientos sociales y estudiantiles, y no se debe descartar que también presionen para obtener recursos económicos que van a parar a los bolsillos de alguien o a actividades no precisamente académicas o justicieras, pero es ahí precisamente donde la autoridad debe endurecer la pierna, sin que eso derive en represión o en abandono de la escuela.

Por otra parte, resonancia de lo ocurrido el pasado viernes en la caseta de Palo Blanco puso de relieve la falta de avances, la inoperatividad de la Fiscalía que encabeza Eduardo Encinas para buscar a los desaparecidos, pues habiendo ocurrido un cambio de régimen, a más de tres años, ya debería de haber una verdad sólida y justicia para los desaparecidos y sus familias y compañeros normalistas, a menos que los que investigan sean igual que los que investigaban antes y que le temen a hacer públicos a los verdaderos responsables de lo ocurrido en Iguala en 2014.

Como lo dijo Alberto Catalán Bastida, líder estatal del PRD, en una entrevista colectiva con periodistas de Acapulco, en la casa de Carlos Yáñez: esa carpeta debe cerrarse lo antes posible, debe hablarse claro, para resolver la parte más profunda de las motivaciones de la movilización radical de los normalistas, que ya ha provocado muchos daños colaterales, como destrucción de muebles e inmuebles, y puede ocasionar muchos más, por la lentitud con que se mueve la justicia en este país.

Las voces autorizadas, tanto del senador con licencia Félix Salgado Macedonio, verdadero líder no formal del movimiento de la 4T en Guerrero, y como del presidente Andrés Manuel López Obrador, deben servir para frenar las voces de los perros de la guerra que piden el cierre de la normal y el encarcelamiento de los líderes de la movilización y al mismo tiempo ser punta de lanza, para ir al fondo de las cosas, aún de las que los normalistas ocultan o desconocen que se mueven a escondidas, o que ocultan intencionalmente.

Es difícil pensar que los actuales gobernantes, tanto de nivel federal como de nivel estatal, provenientes de la protesta, de la lucha social, y alimentados por sectores progresistas y de izquierda, tuvieran la intención de reprimir a un grupo de jóvenes alumnos de la escuela normal de Ayotzinapa, cuya lucha histórica se ha visto radicalizada desde la pérdida de dos de sus compañeros asesinados en Chilpancingo por policías y la desaparición de 43 de ellos.

Todos sabemos que aunque desde la mayoría de las posiciones democráticas y progresistas se justifica su lucha y movilización, sobre todo ante la impunidad de los crímenes cometidos contra esa comunidad normalista, casi nadie, o muy pocos son aquellos que pudieran aprobar o apoyar las derivaciones violentas de ese movimiento, por más legitimas que puedan ser sus demandas.

Se podría aducir que el uso de bombas Molotov y otros explosivos de fabricación casera, así como los ataques con vehículos como el trailer usado como arma en contra los uniformados, son una especie de instrumentos de autodefensa, pero si bien su utilización se podría justificar en ciertos contextos autoritarios, no es el caso ni en Guerrero ni en la República, pues no existe ni siquiera un asomo de gobiernos dictatoriales, autoritarios o represores, como los hubo en el pasado.

En ese sentido, bien analizado lo que ocurrió el pasado viernes en la caseta de Palo Blanco en la Autopista del Sol, bien merece una investigación profunda, tanto desde el punto de vista legal, como desde el punto de vista político, aunque tampoco debiera justificarse ningún tipo de linchamiento mediático contra los normalistas.

Y es que, como lo adelantamos en un comentario a priori, o mejor dicho a boca de jarro, la represión de los movimientos sociales ni es una salida adecuada que pueda conducir a paz alguna y menos ante un movimiento tan organizado e histórico como el de Ayotzinapa, ni resguardaría el pilar de la economía de Acapulco, basado en el turismo nacional, pues si bien puede atemorizarse al ver encapuchados en las casetas dejándolos pasar a cambio de un pago “voluntario”, más se aleja si ve el riesgo de encontrarse en medio de un enfrentamiento con piedras, balas de goma, gases lacrimógenos o toletes y escudos.

 Tanto para el turismo como para la paz en Guerrero lo mejor es el diálogo, no hay duda de eso, pero eso no impide, como decía atrás un análisis profundo, una investigación legal ni la aplicación de medidas jurídicas, en caso de confirmarse, como lo dijo este lunes el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, infiltraciones de criminales o de intereses distintos a la lucha por justicia y por hacerse de recursos necesarios para el sostenimiento tanto del movimiento como de la parte académica de la vida normalista.

Lo importante es ahora destacar que la sangre no llegó al río y que todo quedó en dos docenas de lesionados y muchos nerviosos y asustados y que debe servir para aguzar los sentidos de las autoridades y afilar las medidas que garanticen la paz que requiere el estado, pero también la justicia que se reclama por los estudiantes.

Sin justicia no hay paz y sin paz no puede haber justicia.

 

xxx Portal editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Periodista, escritor y profesor universitario. Diplomado en MKT digital www.facebook.com/trasfondoinformativo, zenon71@hotmail y por canal 11 de cable USAtelecom

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