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Una nueva ruta para el PRD Celestino Cesáreo Guzmán

El PRD debe construir su propio futuro, y la celebración del congreso nacional este fin de semana abre la puerta para trazar una nueva ruta. De inicio, tenemos que reconocer que hay vida más allá de la alianza con el PRI y el PAN. Los resultados de los últimos dos procesos electorales en el país, colocaron al Partido de la Revolución Democrática en riesgo de la pérdida del registro, lo que nos debe impulsar a realizar una profunda reflexión que tenga como resultado una nueva hoja de ruta. Sin embargo, reconocer la crisis que vive el PRD no debe ser motivo de lamentaciones, reclamos y mayor división al interior del partido, y sí de una discusión razonada de los cambios que debemos impulsar de cara a los próximos años. Si el PRD marca su propio camino y deja de verse como apéndice del PAN y el PRI; de manera natural muchos verían en nosotros un espacio natural para seguir participando en política. El PRD debería rediseñar y relanzar con fuerza una nueva imagen, un reencuentro con sus simpatizantes y con sus causas. Pretender que nada cambió en el país y en el ánimo de la gente, después de el 1 de julio de 2018, no nos llevará a nada nuevo. Hay que reconocer qué hay rechazo en las urnas a una clase política que instauró un statu quo de privilegios a las élites empresariales y políticas, y no olvidar que fueron estas mismas élites y sus excesos lo que construyeron sin proponérselo, la sensación de abandono entre las grandes mayorías. Mantener una postura inflexible y decir que todo lo que propone el gobierno federal está mal, es una fórmula que a estas alturas ha demostrado su fracaso. Sin embargo, los partidos que somos oposición no hemos logrado construir una propuesta que dé certezas al país, que haga crecer su economía, que ponga un alto al derramamiento de sangre, que consolide la justicia social en las clases populares, restaure las instituciones democráticas, pero sobre todo, recupere la confianza de la gente. Hoy se impulsa el desarrollo de México de manera asimétrica, donde Guerrero es el gran excluido de los grandes megaproyectos. Guerrero tiene mucho que aportar al proyecto perredista del país, pero también es cierto que existe una gran deuda hacia nuestros liderazgos construidos por el contacto con la gente. El PRD debe ir por impulsar alianzas amplias, todas las que comulguen con nuestros documentos básicos, con nuestra línea política y con nuestra historia. Aún estamos a tiempo para convertirnos en la izquierda que México necesita, por ejemplo ¿cómo podemos estar en contra de los programas sociales que nosotros mismos impulsamos? ¿Cómo estar en contra de la beca a los jóvenes, la pensión a los adultos mayores y el apoyo a las madres solteras, si nosotros mismos lo propusimos? ¿Cómo podemos apoyar la militarización del país, si nosotros mismos la hemos combatido y padecido? ¿Como podemos estar de acuerdo con la centralización del poder cuando nosotros surgimos combatiendo el presidencialismo? El PRD necesita un proceso de reflexión profunda y auténtica; la simulación no tendrá buenos resultados. Podemos y debemos mirar hacia el futuro con optimismo, hacia el pasado con orgullo, porque este estado y este país no se podría entender sin los aportes que hemos realizado para construir instituciones que hoy se encuentran bajo asedio. La política es tiempo y circunstancia, pero también audacia e innovación. Para ello desde Guerrero muchos perredistas esperamos del Congreso Nacional, cambios de forma y de fondo. El país no aguanta otro gatopardismo.

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