Por Julio Zenón Flores Salgado
Los arranques de las administraciones municipales, el pasado
jueves 30 de septiembre, en Acapulco y San Marcos (como en otras 78
municipalidades) deja diferentes expectativas entre ambos, tanto por como
cerraron sus anteriores presidentes municipales como por las condiciones
objetivas que rodean a estas demarcaciones.
La comparación, pese a que uno -Acapulco- es el municipio
mayor del estado de Guerrero, mientras por el contrario San Marcos se ubica
-según INEGI- en el lugar número 20 de los 80 de la entidad, tiene sentido
porque todo indica que San Marcos va por Acapulco.
Y es que San Marcos, con una gran tradición histórica cultural,
al grado de que los mexicas invitaban a los yopes de esta zona a sus eventos
más importantes en el Templo Mayor y hasta adoptaron a una de sus deidades, se
ha lanzado con todo por el turismo, lo que le llevará a pasar del pueblito de
agricultores de apenas 50 mil habitantes, a ser un poderoso polo de desarrollo
internacional, que sustituirá al polo que significó Acapulco en los años 50 al
70 del siglo pasado.
Las circunstancias del cambio de gobierno fueron muy
diferentes entre éstos dos municipios gobernados uno por Morena y el otro por
el PRD.
Mientras en Acapulco se cerró con graves problemas de falta
de agua, con una emergencia sanitaria por falta de recolección de basura y un suceso
criminal de impacto internacional -el incendio en la discoteca Baby’O-, en San
Marcos el cambio de estafeta coincidió con el tercer informe de labores del
ganador de la elección (más bien reelección) Tomás Hernández Palma, en donde se
habló de haber hecho una inversión de 56 millones de pesos en materia de agua
potable en esos tres años, en los cuales se construyó un importante tanque
elevado para dar líquido por gravedad a la cabecera municipal, que la inseguridad
disminuyó en un 70 por ciento con la colocación de cámaras en la cabecera y con
importantes acciones de limpieza y saneamiento.
Los 56 millones de inversión en agua potable en un pequeño
municipio de apenas 50 mil habitantes, contrasta con la pequeña inversión que
se hizo en Acapulco que tiene una población de más de un millón de habitantes y
esa sola diferencia, marca el fin de las dos administraciones.
Si de por sí la Costa Chica de Guerrero se ha mantenido con
bajos niveles de inseguridad, en mucho gracias a las policías comunitarias que
se coordinan con las policías municipales en varios territorios, el haber
bajado en un 73 por ciento ese índice en este periodo de Hernández Palma, es
una cifra alentadora y esos indicadores son los que dan sustento a una expectativa
totalmente distinta de la que se puede tener en Acapulco.
En San Marcos, donde el acto de asunción del actual alcalde
se dio en la plaza pública, sin vallas, acompañado apenas de unos cuantos de la
clase política, entre ellos el presidente estatal del PRD, Alberto Catalán Bastida,
un representante del gobernador, destacadamente el titular de Protur, Noé
Peralta, uno más del poder legislativo, el diputado perredista Ociel Hugar García Trujillo y
uno del gobierno federal, el ex secretario general de la UAGRO, el científico
Alberto Salgado, además de algunos notarios públicos y muy escasa presencia de
medios de comunicación, destacó la presencia de tres grandes empresarios Gabriel
Posada Cueto de grupo Proyecta, Raúl Morales de grupo Merkatus y Eduardo
Sánchez Navarro de grupo Questro.
La presencia de estos tres empresarios, junto con la
información previa difundida a nivel nacional sobre la intención de la CEPAL de
invertir 154 millones de dólares en San Marcos, para generar un polo de
desarrollo que generará unos 65 mil empleos, como parte de una estrategia para
frenar la migración hacia Estados Unidos (hay que recordar que en aquel país
hay grandes asentamientos de sanmarqueños) no sólo de esta zona sino incluso de
centroamericanos, le da a ese municipio una expectativa de gran crecimiento
económico en los próximos tres años, contrario a la expectativa de Acapulco.
En Acapulco, a diferencia de San Marcos, la alcaldesa Abelina
López Rodríguez, antes que poder pensar en proyectos de desarrollo llegó a
enfrentar lo básico: el tema del agua potable que no llega a los hogares, el
tema de la basura que generó una emergencia sanitaria y, para acabarla, el tema
del impacto negativo internacional del incendio de una de las dos discotecas
más importantes del mundo, el Baby O (la otra es Estudio 54, de Nueva York),
que por las fechas y la forma en que ocurrió genera mucha especulación de lo que
hay detrás, con las incontroladas bandas del crimen organizado que operan con
cierta libertad en el puerto.
En San Marcos, al mismo tiempo que se daba el cambio de estafeta
municipal, se dio una conferencia de prensa sobre la inversión, que incluye
fuerte presencia del rico reino árabe de Qatar, cuya presencia mundial es muy
activa en el siglo XXI, por los tres inversionistas arriba mencionados, mientras
en Acapulco se tuvo que dar una conferencia, después de la asunción de López
Rodríguez, para tratar de controlar el daño mediático del incendio del Baby O, además de
anunciar que la primera edil se pondría, directamente ella, junto con voluntarios,
a barrer las calles para mandar imagen de que algo se está haciendo con la
basura.
En ese sentido, lo que se prevé para el próximo trienio, es
un decaimiento de la inversión turística en Acapulco y un crecimiento de ésta
en San Marcos, y a mediano plazo, el reemplazo de Acapulco en el plano internacional
por el desarrollo de la zona costera sanmarqueña, que tiene entre otras cosas playas
vírgenes, selva y mucha cultura e historia que ofertar a diferencia del
desgastado ex paraíso de América, que acaba de poner al frente de su oficina
turística a un destacado y eficiente hotelero (David Abarca), pero al que le sembraron
personajes políticos que solo serán lastre.
Las condiciones en que reciben y las visiones de ambos
alcaldes, de Acapulco y San Marcos, parecen pues, ir por sendas distintas. En San
Marcos se anunció inversión para crear empleos y atraer turismo internacional,
en Acapulco deuda pública para dar agua en pipas -ni siquiera entubada sino en
pipas- y recoger basura y sin embargo, la clase política en pleno estuvo en Acapulco
y abandonó a San Marcos.
En uno se va por el desarrollo e inversión en el otro por
resolver viejos problemas de servicios, que son las urgencias de la coyuntura.
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