Por Julio Zenón Flores Salgado
Mario Moreno Arcos y Víctor Aguirre Alcaide compartieron la
tablita del presídium por segunda ocasión en menos de un mes. Y en política la forma
es fondo. Nada ocurre por casualidad, eso lo saben los políticos y por eso se
mandan mensajes en clave, con fotografías que a veces aparentan inocencia, sorpresa,
asombro, que a nadie engañan.
Ayer en la tablita o tarima de eventos, que se usa desde
siempre para distinguir a los invitados especiales, al llamado presídium, a quienes
encabezan el evento de que se trate o a quien se quiera hacer un
reconocimiento, estuvieron, además de los dirigentes nacionales del PRI,
Alejandro Moreno Cárdenas y del PRD, Jesús Zambrano Grijalva, el dirigente
estatal del PRD, Alberto Catalán Bastida, la secretaria general del PRI, Gaby
Bernal Reséndiz, el coordinador de la campaña de Mario, el coordinador
parlamentario del PRI, Héctor Apreza Patrón y los ex contendientes del ahora
candidato tricolor, Manuel Añorve Baños y Evodio Velázquez Aguirre.
COVID-19 al margen y aún con el estado en semáforo
epidemiológico en rojo, cientos de tricolores y amarillos, parecían estar en
medio de una fiesta, como si el toro sin cerca no les estuviera esperando para
demostrarles por qué les ganó a sus otros 18 compañeros que aspiraban a ser
candidatos de Morena. Una fiesta que les amenizó un galimatías emitido la víspera
por una confusa y confundida Comisión Nacional de Honestidad y Justicia morenista. Nada ocurre por casualidad, nada.
Esta vez sí se llenó la plazoleta del festejo amarillo-tricolor.
Atrás habían quedado los enfrentamientos, a veces a sangre y fuego entre los
priistas y perredistas para disputar posiciones, desde una comisaría, hasta alcaldías,
diputaciones y gubernaturas. Las reuniones en lo oscurito para acordar pactos y
alianzas de facto también estaban en el olvido. Arriba del presídium también
estaba el coordinador de los diputados federales priistas René Juárez Cisneros
y llamaba la atención la ausencia del líder estatal del mismo tricolor Esteban
Albarrán, hasta que se recordó que tenía COVID-19, como él mismo lo dio a
conocer en sus redes sociales hace alrededor de una semana. No, no era un
desaire a su candidato Mario Moreno, aclararon a los maliciosos, que ya estaban
urdiendo sus comentarios en los espacios donde se hacen escuchar.
La tablita dice mucho. Los reporteros pasaron lista a los
arriba presentes. Y de pronto vieron arriba a Víctor Aguirre Alcaide, regidor perredista
que busca ser el candidato de la alianza de ambos partidos para la alcaldía de
Acapulco y relevar a la actual primera edil, la morenista Adela Román Ocampo.
¿Y dónde estaban Julieta Fernández Márquez y el ex candidato
Ricardo Taja Ramírez, que también aspiran a la misma posición que Víctor
Aguirre? En la tablita no estuvieron, comentaron los observadores. ¿Será un
mensaje? ¿Casualidad? Ahí estaba Aguirre Alcaide, aplaudiendo los discursos
desde la tablita, al lado de Héctor Apreza Patrón, el coordinador de la campaña
estatal.
Nadie preguntó nada al
respecto, porque se dieron cuenta de la presencia del acapulqueño en la
tablita hasta que vieron las fotos del evento, ya pasada la euforia y buscaron,
sin encontrarla, una respuesta en los otros dos aspirantes, los tricolores, a
la misma posición que Aguirre. ¿Negociación? ¿Posición negociada?
Si como todos sabemos la disputa por la candidatura a la
alcaldía de Acapulco no ha sido tan tersa como se pensaría y la negociación
entre las dirigencias de los dos partidos han debido recurrir a sus mejores
artes de persuasión, el ver arriba del presídium a Víctor Aguirre, en medio de un
evento de tanta importancia como el registro del abanderado estatal, y con la
presencia de ambos líderes nacionales de los partidos, debe tener por fuerza un
significado más allá de la casualidad. ¿Será que ambos partidos ya definieron
al abanderado para el puerto de Acapulco?.
Y es que esta no es la primera vez que se ve a Aguirre
Alcaide arriba de la tablita. Recordemos que hace un par de semanas, cuando el
abanderado de la alianza a la gubernatura visitó la sede del PRD en Chilpancingo,
Mario Moreno y el derrotado Evodio Velázquez, le levantaron ambas manos en
señal de triunfo, en presencia en esa ocasión, de Zambrano Grijalva.
Se dijo, en esa ocasión, que los perredistas aprovecharon
para hablar con Moreno Arcos y pedirle su intervención para que los priistas
aceptaran que el PRD encabezara la alianza en Acapulco, debido a que ya el PRI
encabezaba la fórmula por la gubernatura y que Moreno Arcos accedió a interceder…
aunque no era un tema que pudiera definir el, pues bajar a la señora Julieta
Fernández, esposa del senador Añorve Baños y al ex candidato Ricardo Taja, amigo
del gobernador, no resultaba una perita en dulce y su inconformidad sería una
dura piedra en el zapato de la campaña.
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