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Con la Mochila al Hombro desde la cárcel de Matamoros de la más alta seguridad

08, 02 2021
César Montes

La audiencia del caso Cubilhuitz se hizo por video conferencia. 

El Ministerio Público y las empresas fascistas pedían que se reformara la decisión del juez y volver a la acusación de usurpación agravada y asociación con gente armada. Se escuchó su argumentación –pobre en elementos, sin aportar nada nuevo– con la que pretendían doblarle el brazo al juez para que aceptara haberse equivocado y pedían que rectificara. 

En tanto, mi defensa encabezada por el Lic. Maynor Berganza, fundamentó, basado en leyes y reglamentos que a la solicitud del Ministerio Público y los querellantes empresarios no le asistía la razón; el juez denegó la petición y reafirmó que estaba en justicia lo resuelto. La defensa del Lic. Berganza fue brillante, madura e irrefutable; pidieron recurso de reposición, mi defensor les dio cátedra de por qué no procedía tal recurso. 

Presentaron un video donde aparezco con casi mil campesinos, en la carretera, con playeras rojas con mi foto que convirtieron en su uniforme, dijeron que me recibían con flores, marimba, cohetes, desfile gritando consignas, con mucha comida y sin armas. Todo eso se opone a sus tesis que sostenían que eran reuniones clandestinas, a pesar de que se había entregado documentación que acredita la personería jurídica de la Fundación Turcios Lima. 

El juez basado en documentos del Ministerio Público refutó las patrañas en mi contra y leyó lo que yo les decía a los campesinos, que tenían derecho a la tierra tanto como los empresarios y que, con base en mi experiencia, llegué como mediador a resolver el conflicto con beneficio para las partes. 

Las empresas en voz de su abogado intentaron victimizarse, se declararon en desventaja ante mi persona a pesar de sus millones, guardaespaldas, vehículos, armas y empresas de vigilancia armada frente a un revolucionario esposado, preso, octogenario, pero con la razón que le asiste, con la frente y la moral en alto, con la dignidad de quien ha luchado toda su vida por la justicia social, sin la cual no hay paz. 

 Tanto el Ministerio Público –el mejor abogado de los empresarios y plegado a sus intereses– como los abogados de la empresa se veían empequeñecidos, tragando amargo, derrotados porque no tienen pruebas de sus calumnias. 

Pusieron de testigos a empleados suyos, lo que les hace perder idoneidad. Fueron derrotados por falta de razón, de pruebas, de capacidad retórica y por lo pusilánime del fiscal del Ministerio Público. El Lic. Berganza reposado, con un parlamento maduro, sereno, convincente, irrefutable, lució su capacidad con la humildad de quien se sabe conocedor y dueño de la verdad. 

Quedó demostrada mi inocencia y de no ser por el otro caso, el de los marinos, ya estaría en la calle terminando de aclarar los otros supuestos delitos menores, de los que con toda certeza saldremos victoriosos. Recordé la anécdota de un rótulo que más o menos decía: "aquí murieron cien heroicos soldados a manos de un cobarde paraguayo", reí con gusto ante la lastimera y quejumbrosa intervención del abogado empresarial. 

La mentira tiene piernas cortas y la verdad siempre la alcanza. Ahora estoy seguro de que, en medio de estos lodos, florecerá la justicia como florece la flor de loto entre el fango.

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