*El adrenalínico deporte de nadar con tiburores
Por Julio Zenón Flores Salgado
Todo parecía bien aceitado para que en el PRI de Guerrero
saliera un candidato de unidad de entre tres aspirantes de buen nivel político:
Mario Moreno Arcos, Héctor Apreza Patrón y Manuel Añorve Baños, sin embargo, de
última, la prensa destacó más el conflicto, la ausencia del senador Añorve, que
el propio registro del candidato único, Mario Moreno.
¿Qué fue lo que falló? ¿Dónde estuvo el error?
La falla apareció el sábado en el hotel Holliday In, de la
zona Diamante de Acapulco, donde llegaron desde las 8:00 de la noche los tres
aspirantes, cada uno por su lado a entrevistarse con el presidente nacional del
partido, Alejandro Moreno Cárdenas. Alito dijo a cada uno de ellos por
separado, la decisión tomada en el estado sobre la designación de Moreno Arcos.
Desde esa noche, los equipos que acompañaban a los aspirantes observaron caras
largas tanto en Añorve como en Apreza, mientras se retiraban del hotel.
Ese desencanto debió tener origen en algo que ocurrió en el
hotel, ya que ninguno de los aspirantes había mostrado demasiado entusiasmo por
la candidatura, pues significa ir a una campaña frente a Morena, que por más
golpes que se dan internamente, mantiene una holgada diferencia sobre el
tricolor. Algo les dijo Alito, que no les cayó bien y evitó la foto de unidad y
ocasionó que al día siguiente uno de ellos no asistiera a la ceremonia.
En las horas y días previos era precisamente Añorve Baños, quien
había insistido en la unidad, inclusive si era Apreza o Mario el ungido, pero
algo pasó ese sábado en la noche. Quizá sea que Alito se desmarcó de la
decisión, cuando la comunicó a Apreza y a Añorve y para dejar claro su deslinde
optó por no asistir al registro. “A mi que me esculquen” debió haber dicho el
dirigente nacional del tricolor.
No olvidemos que Añorve siempre mostró dudas por participar,
que evadía el tema a diferencia de lo que hizo en otros procesos donde mostraba
entusiasmo; ahora lo único que decía, a quien lo quisiera escuchar, es que se
necesitaban condiciones mínimas para participar o una atención personalizada y
una explicación amistosa, de quien o quienes finalmente decidirían, del porqué
no sería el ungido y “tutti contento”. Fuentes cercanas, aseguran que nunca
se dio esa atención o esa explicación amistosa, esperada entre amigos. “¡No se
dio nada!”, dijeron con asombro a este columnista, y se confirmó, cuando Alito puso
cara de “yo no fui” y se desmarcó de la decisión, generando la confusión y la molestia.
Dijera Juan Gabriel: “Qué necesidad”.
¿Qué les dijo Alito, un animal político bastante fogueado, en
el Holliday In, que no gustó a los no designados?
Lo que se sabe es que la inconformidad en el tema llegó a
toda velocidad a la Ciudad de México, desde donde Añorve recibió una llamada del
dirigente del PVEM, Manuel Velasco, para ofrecerle la candidatura, alrededor de
las 8:30 de la mañana del domingo, cuando en vez de ponerse el traje para ir a
Chilpancingo a acompañar a Mario, se ponía sus tenis y tomaba su raqueta para
ir a jugar pádel con sus hijos en Acapulco.
Y es que el dirigente vio la oportunidad de romper la
polarización Morena-PRI-PRD, irrumpir con la coalición PVEM-PT y llevar la
elección de gobernador de Guerrero a tercios. En esa ecuación, MAB se llevaría unos
8 puntos porcentuales sin el PRI, más los que sumaran los partidos (PT.PVEM)
que han ganado una decena de municipios, menos los puntos que le reste al
abanderado de Morena el golpeteo interno, el resultado dependería de la intensidad
de la campaña, de un hombre con colmillo político y acostumbrado a las
condiciones adversas.
Una nueva llamada recibida por Añorve, a las 8:10 de la
noche del domingo 10 de enero, confirmaría la posibilidad de ir por la
coalición PT-PVEM. Fue el dirigente nacional del PT, Alberto Anaya, quien le
externó su solidaridad y el registro. Añorve, relajado tras jugar pádel con sus
hijos durante varias horas (a las 10:30 AM emitió una trasmisión en vivo desde la
cancha), ofreció pensarlo.
Quienes conocen a Añorve, podrían imaginarlo bajo el agua,
en Playa del Carmen, rodeado de tiburones, administrando el aire de sus
pulmones, con el arpón en la mano, listo para disparar, y eligiendo
parsimoniosamente al que terminaría por cazar. Es un adicto a nadar con los
escualos.
Las tres veces que lo mencionó Mario Moreno en su ceremonia
de registro, da indicios de que no hubo alguna ruptura entre ellos. Que fue
algo ajeno lo que provocó la inasistencia de Añorve al edificio del PRI en
Chilpancingo.
Manuel Añorve no se quedará con la espina, su carácter
institucional hace dudar que compita contra el PRI, pero la experiencia con Ángel
Aguirre en el 2010, rompiendo con 30 años de militancia en el partido que le
dio todo, enciende la luz ámbar.
Para quienes vaticinan su muerte política, vale recordar que
lo mismo se decía cuando compitió en desventaja por la alcaldía de Acapulco, en
el 2008, la cual ganó y en donde por cierto cuidó mucho a su antecesor, su
ahora compañero en el senado, Félix Salgado Macedonio, con quien tejió desde
entonces una estrecha cercanía.
Tal parece que Manuel Añorve tendrá que decidir pronto a qué
tiburón lanzarle el arpón, porque bajo el mar, por más que se administre, el
aire en los pulmones se acaba y debe salir a respirar y de seguro no lo hará
sin un buen tiburón capturado.
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