MIRADA INTERIOR
(Primera parte)
Por: Isaías Alanis
Para un neofito en ciencias es complicado explicar y entender para exponer que carajos es el Coronavirus que pertenece a la familia de los betacoronavirus, el genoma del SARS-CoV-2, llamado así por presentar “picos o espigas”. Este famoso y para millones, despreciable coronavirus, fue descubierto en la década de los sesentas y de los cuales se tienen registrados siete cepas. Los coronavirus están formado por una única cadena de acido ribonucléico (ARN), compuesto por 30,000 nucleótidos. “Un nucleótido está formado por una molécula de azúcar (ribosa en el ARN o desoxirribosa en el ADN) unido a un grupo fosfato y una base nitrogenada. Las bases utilizadas en el ADN son la adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina (T)”, y se encuentra en el interior del núcleo de una célula formando los cromosomas que contienen proteínas, llamadas histonas unidas al ADN formado por dos cadenas que se “enroscan” en espiral, semejante a un caracol llamado hélice”. (Diccionario Médico).
Los virus existentes en el ADN, no experimentan mutaciones como el ARN que son muy frecuentes: “el genoma del SARS-CoV-2 es tan grande –se cuenta entre los mayores de su tipo– que algunas partes del mismo permanecen más estables, por lo que su capacidad de mutación sería menor que la de la mayoría de los virus de ARN”, “la presencia de una o varias mutaciones no implica que vaya ser más letal, y podría evolucionar hacia formas menos agresivas”.
Grupos de científicos en el mundo están buscando lo que llaman la “trazabilidad del virus”, o sea, su propagación, por tanto, la ciencia, y “el otro cartel”, que así lo llamé desde los ochentas en que trabajé en una empresa dedicada a los antibióticos de amplio espectro, están librando una guerra de millones de dólares para llegar primero a producir, probar y vender la vacuna.
Las potencias mundiales, el declive del neoliberalismo, al menos en utopías, que incluye al Papa Francisco, están librando una guerra, que no solo incluye robo de información mediante haqueos a laboratorios universitarios de alta
gama donde se llevan a cabo experimentos de las posibles vacunas, sino en el ámbito mediático-virtual convertido en una guerra.
Según la Organización Mundial de la Salud, hay “35 posibles vacunas para tratar de combatir el SARS-CoV-2”, todas se hayan en fases de estudio, y llegar a determinar experimentalmente que antígenos podrían usarse para prevenir la enfermedad aún esta muy lejos de saberse.
Los antígenos son las substancias que “inducen en el organismo una respuesta inmunitaria y generar anti cuerpos”. Una vez realizado con éxito, en la fase preclínica, se experimenta en animales, cultivos de tejidos, para posteriormente usarla en humanos en su fase clínica.
Después de una serie de proceso y fases, entran las manos del “otro cartel”, y el siguiente periodo consiste en aprobar su éxito por laboratorios y sistemas de salud de cada país, una vez en que los laboratorios y los sistemas sanitarios lleguen a un acuerdo millonario, se pasará a la producción, distribución y aplicación de la vacuna en la población mundial o nacional.
Los millones de seres que en el mundo han padecido el covid y muerto, o fueron elegidos mediante una eutanasia dirigida a los adultos mayores; quienes presentan cuadros de; enfermedades mórbidas, diabetes, hipertensión, VHS que fueron seleccionadas por las mismas instituciones y médicos dispuestos a salvar sus vidas enviar al paciente al moderno campo de exterminio con una inyección letal, y lo más inhumano, decretarles el abandono hospitalario y la negativa a proporcionarles tratamiento clínico, renunciar a la vida para ejecutar la muerte, o doparlos como en la Unión Europea, para que mueran sin dolor, incinerar sus cuerpos y enterrarlos en fosas masivas como lo hicieron los nazis, y en otros países mandarlos a su casa a morir entre los suyos y contagiar a familiares.
POR FUERA
¿Qué esta sucediendo en México? Desde la aparición de la pandemia, la opacidad ha sido la forma sigilosa de ocultar la verdad, además del desmantelamiento del aparato de salud pública que gobierno tras gobierno realizaron para favorecer a la iniciativa privada. Si dejar sin terminar hospitales, utilizar presupuesto de salud para bolsillos de políticos y empresarios, aniquilar la producción de nacional de medicamentos, abrir las puertas a la privatización de instituciones como el ISSSTE, IMSSS, y mediante el engañoso sistema de la subrogación, manipular el presupuesto
para engordar las arcas de instituciones privadas, mexicanas y extranjeras, no es genocida, ¿entonces como llamarlo?.
¿En qué nivel se haya la salud pública en México? La falta de hospitales y la deficiencia de los existentes es dramática para un país de 130 millones de habitantes, donde existen comunidades que no cuentan con centros de salud rural, y los existentes carecen de lo más elemental como aspirinas y torundas, aunado a que la profesión de médico es “para hacerse ricos”.
Muchos “profesionales de la salud”, han roto no solo con el juramento, con la más elemental ética profesional de servir a la comunidad, el ejercicio indebido de su profesión los ha convertido en nuevo ricos. Autos de lujo, casas, yates, una vida de ostentación y dispendio.
¿Dónde están los médicos que son la salvaguarda de la comunidad, y en vez de recetar medicamentos caros y practicar operaciones innecesarias mediante engaño a familiares, se dedican a diseñar programas de prevención de las enfermedades, tomando en cuenta la gran diferencia que existe entre ricos y pobres y servir a los semejantes, en lugar de enriquecerse a la costilla de los más pobres?
El coronavirus, no solo puso de cabeza al mundo, ha causado millones de muertos, contagiados, abarrotado hospitales, destruido familias, acosado la economía, desmembrado al estado, la seguridad mundial, ha puesto de manifiesto lo obsoleto de las directrices injustas del modelo económico mundial, siguen en ruta descendente; el arte, la cultura, la ciencia, la enseñanza, la salud mental, el turismo; afectados, institutos y universidades, deportes, pueblos originarios y se ha convertido en un blanco para la industria farmacéutica, que ven en la vacuna un negocio billonario a costa de la población mundial y del terror mediático.
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