"Mire compañero la verdad es que no se puede hacer la revolución sin la participación de las mujeres" Doris Tijerino en Homenaje a Arlen Siu (Canción de Carlos Mejía Godoy)
Por Julio Zenón Flores Salgado
Como dice la aspirante a secretaria general de Morena Carol
Arriaga, si en México, la clase política tiene una deuda histórica con las
mujeres, al grado de que en los últimos 68 años desde que se aprobó el voto
femenino, únicamente siete gubernaturas han sido ocupadas por ellas, en los 32
estados mexicanos en que se divide la República, en Guerrero, la deuda es mayor,
pues no obstante que la historia registra a grandes luchadoras sociales y
destacadas mujeres en el ejercicio gubernamental, el gobierno del estado les ha
sido vedado por una casta compuesta casi exclusivamente por hombres.
Es, sin embargo, un tema que no se puede postergar más tiempo,
como lo indican las recientes luchas feministas en el mundo, que cada vez más
reclaman que sus derechos plasmados en las leyes de la mayoría de los países, se hagan realidad, no siempre de manera pacífica y en ocasiones de forma poco ortodoxa, dando rienda suelta a siglos de rabia e impotencia acumulada.
En México son más frecuentes las grandes
movilizaciones femeninas y feministas, mientras que ha crecido una cultura que impulsa el
empoderamiento de las mujeres, reclamando poner un alto al patriarcado.
En marzo pasado, por ejemplo, conmocionaron al mundo con su presencia
mientras en México, incluso pusieron en aprietos al popular presidente Andrés
Manuel López Obrador, quien al parecer no estaba preparado para las
movilizaciones que se presentaron en la ciudad de México, y que ha manejado un
discurso de izquierda, siendo que la izquierda siempre ha estado comprometida
con el derecho de género.
La CDMX, crisol de las luchas sociales del país, se ha convertido en centro de violentas expresiones de lucha feminista que pone en tela de juicio los valores materiales, por ejemplo si se rayonéa un cuadro famoso o se destroza una escultura o se toma una casa u obra arquitectónica, en lo quepudiera entenderse como un desesperado llamado a darles un espacio en la agenda pública.
Históricamente, Guerrero ha registrado mujeres ejemplares,
pero nunca ha estado una en el gobierno estatal ¿No es este el mejor momento
para empoderar a una?
En Guerrero, por su parte, ¿Quién no recuerda a María de la O Barriga, la guerrerense que luchó a lo largo de su vida por la justicia para las mujeres y hombres de este estado y que en 1922 logró la destitución del entonces gobernador de Guerrero, Gabriel Guevara, por incumplir sus promesas de campaña?
Otro ejemplo de mujer guerrerense es el de Aurora Meza Andraca, que fuera presidenta del consejo municipal de Chilpancingo al declararse la desaparición de poderes durante el periodo del general José Inocente Lugo (1935–1937).
Y si esas son guerrerenses, que dejaron huella pudiendo abrirse camino en un medio dominado por hombres, las mujeres mexicanas en general han podido conquistar tan solo 7 gubernaturas en el largo periodo de 68 años, transcurridos desde que obtuvieron el derecho al voto y a ser votadas.
Colima, Sonora, Zacatecas, Tlaxcala, la Ciudad de México y Yucatán son
las entidades que han sido gobernadas por mujeres, ésta última en dos
ocasiones.
Esas valiosas mexicanas son Griselda Álvarez Ponce de León, primera mujer en ocupar una gubernatura en el país, en Colima, de 1979 a 1985; Beatriz Paredes Rangel, gobernadora de Tlaxcala de 1987 a 1992; Dulce María Sauri Riancho, gobernadora de Yucatán en 1991; Rosario Robles Berlanga, aunque no fue por el voto sino por un interinato, en 1999 en el entonces Distrito Federal, luego de que Cuauhtémoc Cárdenas dejó el cargo para competir por la Presidencia de la República.
Amalia García Medina, gobernó Zacatecas, de 2004 a 2010; Ivonne Ortega Pacheco, segunda mujer en el gobierno estatal de Yucatán y en 2007 y Claudia Pavlovich, en 2015 en Sonora.
En el estado de Guerrero, después de la hazaña de Aurora Meza Andraca, destacadas mujeres han sido regidoras, síndicas, alcaldesas, pero ninguna ha llegado al gobierno estatal, pocas son aquellas que han competido por ese cargo, y en más de una ocasión han sido víctimas de violencia de género, para frenar su carrera política.
No obstante, nunca como ahora la equidad de género forma
parte del discurso de todos los partidos políticos, sólo falta que la voluntad
política de los actores actuales no lo dejen en letra muerta y den paso, en el
siguiente proceso electoral, a una mujer como gobernadora de Guerrero, si es
que los partidos son congruentes con su discurso y las proponen como
candidatas, de otro modo, el voto femenino deberá esperar otros seis años, para
que en la entidad suriana sea una realidad esa equidad que se pregona.
Morena, que es el partido que en esta coyuntura abandera, la transformación, debiera poner el ejemplo proponiendo a alguna de sus valiosas mujeres protagonistas del cambio, pero los demás partidos están obligados a ponerse a tono con los nuevos tiempos y proponer también mujeres como candidatas.
Todos los partidos tienen en sus filas mujeres capaces de ganar una elección y de gobernar bien, de eso no hay duda, lo que hace viable dejar la farsa de ponerlas de relleno en las encuestas para demostrar una aparente equidad de género, y que realmente lleguen a ocupar las candidaturas.
Sería interesante si se lograra un consenso entre los partidos participantes en la elección del 2021 en Guerrero, para que sólo se propusieran candidatas mujeres a la gubernatura. ¿Será posible? O somos todavía demasiado machistas para admitir que ellas han mostrado gran capacidad para gobernar.
Ese solo consenso cambiaría el rostro político de Guerrero y daría esperanzas a los guerrerenses.
¡Que hablen las mujeres!
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