Por Julio Zenón Flores Salgado
La alcaldesa de Acapulco, Adela Román Ocampo, tuvo que tragar
amargo y sacar la casta durante la sesión solemne de Cabildo, al rendir su
segundo informe de labores, ante una clase política -sus compañeros de partido
incluidos- que cree que todo debe verse como antes del 2018.
Y es que entre el canibalismo -herencia maldita de la
izquierda- y el momento electoral adelantado que se vive, no era de esperar
halagos o flores, menos aún cuando el gobierno se ejerció en circunstancias
atípicas, acorralada por una pandemia que le tumbó a familiares, amigos,
compañeros del gabinete y una cantidad importante de recursos propios que nunca
ingresaron a las arcas.
¿Cómo informar de un año dominado por el COVID-19? Con un
gobierno semicerrado para evitar contagios, reducido de ingresos propios y bajo
el fuego de quienes desde siempre, han creído que el crecimiento propio
electoral sólo puede basarse en la destrucción del que encabeza el gobierno en
turno, era como ir a una guerra con poco parque.
En la ceremonia fue inevitable el tufo electoral, sin
embargo, de lo informado queda la impresión de que algo se hizo durante la
pandemia, que el gobierno municipal no se cruzó de brazos, en particular el
tema de las cocinas comunitarias que fue ejemplo nacional.
El tema central de toda la acción del gobierno, tenía que
ser, como lo informó Adela Román, el tema de cómo ayudó a su población a organizarse,
primero para la sobrevivencia, segundo para que no se desplomara la economía,
tercero, para que la desesperación no llevará a estallidos de inseguridad y
cuarto, que se mantuviera la gobernabilidad.
Criticar la referencia del informe a las acciones
municipales frente al COVID-19, es como creer que se informaría de otro
planeta, porque cualquier municipio del mundo, que tenga que informar en este
tiempo, tendrá que hablar de eso, a menos que se inventara una novela con un
mundo paralelo.
Las acciones pendientes, sin embargo, en torno al agua
potable y los servicios públicos municipales, la falta de “grandes obras” que
la vieja clase política usa como referente para evaluar el éxito o fracaso de
un gobierno, sirvieron a la oposición para marcar su distancia y a un grupo de
sus propios compañeros de partido, para meter el pie y entorpecerle en lo que
ya parece público: la búsqueda de la alcaldesa de la candidatura de Morena al
gobierno del estado.
De poco sirvió insistir en el contexto de la pandemia, que
echó abajo los más optimistas proyectos en casi todas las ciudades del mundo,
ni decir que en ese contexto se pudo gestionar soluciones al agua potable y la
contaminación de la bahía, que se obtuvo recursos para hacer un puente elevado
que era necesario desde el 2001, cuyo ejercicio presupuestal se retrasó por
cuestiones ajenas al municipio, y que se mejoró la situación de los policías y
que eso contribuyó, junto con el gobierno federal y el estatal a disminuir índices
de violencia, según cifras federales.
Los críticos de la alcaldesa vieron como anillo al dedo las
limitaciones generadas por la pandemia, pues fue la oportunidad de cuestionarle
que no se haya hecho más, que les retrase la información, que Acapulco siga sin
agua, que no trate igual a los ediles.
La crítica más dura vino desde adentro, del regidor Javier Morlet
Macho, que se quejó lastimeramente de ser parte de un sector castigado de
ediles y que lanzó calificativos que más que políticos parecían provenir del
resentimiento o de una misión encargada por la facción estatal que creyó oportuno
reventar el acto solemne para descarrilar a la alcaldesa de sus aspiraciones al
2021. Exhibirlo como el que pide que se le den obras a su constructora, fue una
muestra de que Adela Román resintió el golpe y a punto estuvo de subirse a ese
ring.
Al que le fue bien fue al regidor del PRD Víctor Aguirre Alcaide,
pue no solo hizo el papel que le toca a la oposición, criticar al que gobierna
para poder mandar el mensaje de que él lo haría mejor, sino que la propia
alcaldesa Román Ocampo, prácticamente lo destapó como próximo candidato a la
alcaldía, cosa que no podía hacer el propio Aguirre Alcaide pues se tomaría
como un acto adelantado de campaña.
Aguirre Alcaide mostró el colmillo, para que quienes desde
el PRD y de los demás partidos de oposición buscan a quien pueda dar una pelea
digna a un Morena difícil de enfrentar, lo tengan desde ahora como opción.
La crítica de la representante del PT, María Elbjorn Trani,
la del priista Jesús Herrera y, aunque leve, del representante de Morena, Hugo Hernández
Martínez, deja sin embargo, además del tufo electoral, la sensación de que hay
trabajo político que falta al interior del cabildo, hay poca solidaridad entre
ellos, como no se ubican en que las crisis como la pandemia que se vive, se
derrotan uniendo esfuerzos, por encima de las diferencias de grupo, de partido
o los intereses individuales. Les hace falta sentido de pertenencia, entender
que el pueblo les paga y que están obligados, antes que otra cosa, a servirle a
Acapulco.
En resumen, la alcaldesa sacó su segundo informe de labores,
no sin raspones, pero en un evento aprovechado para marcar posiciones rumbo a
la elección del 2021. En adelante, se tendrá que actuar con base en los
escenarios ahí mostrados. Veremos lo que viene.
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