Gallery

header ads

Zapata 21 •  Astudillo ¿El ejemplo?


Octavio Augusto Navarrete Gorjón

     El presidente López Obrador cumplió su compromiso de visitar el puerto de Acapulco.  Era una gira anhelada por los graves problemas municipales, por la situación del estado y, sobre todo, porque la clase política esperaba señales en torno al inminente proceso electoral del año próximo.  Las preguntas de los reporteros fueron inocuas, sin filo.  Desde esa especie de reproche porque no hay para Guerrero algún programa de infraestructura gubernamental como el Tren Maya o el corredor transístmico hasta la interrogante que se convierte en alabanza, jaculatoria y agradecimiento con artesanías y productos del campo que se le obsequiaron al presidente.  Comparadas con estas preguntas, son preferibles los cuestionamientos imbéciles al doctor López-Gattel como el de la compañera de Reforma que le pregunta qué síntomas de Covid 19 tienen los pacientes asintomáticos.  
   Como es su costumbre, el mandatario se explayó en una clase de historia nacional, habló de los Sentimientos de la Nación y evocó al gran Morelos, aunque en un primer momento lo confundió con Vicente Guerrero.  Reivindicó el aporte del estado en las grandes gestas libertarias de la patria y reconoció el apoyo que siempre ha recibido del pueblo guerrerense en su lucha por la transformación del país. 
  Todo se deslizaba de manera rutinaria sobre una mancha de aceite (de aceite provinciano, debe decirse).  Hasta que al final le dieron el uso de la palabra a Misael Habana de los Santos, que, como es su costumbre, le puso la pimienta al acto.  Preguntó por los apoyos que podría tener la CAPAMA para que Acapulco tenga agua, dijo al respecto que el organismo fue saqueado por 'administraciones anteriores'.  Cerró su ronda de preguntas con el interrogante de qué cualidades debe tener el próximo gobernador del estado.  
   Parece que el presidente esperaba esa interrogante; remitió los problemas de la CAPAMA a la CONAGUA y volvió sobre su clase de historia.  Remató diciendo que Guerrero necesita un gobernante a la altura de su historia y enseguida se voló la barda: 'debe seguir el ejemplo de Héctor Astudillo' dijo mientras el gobernador se ruborizaba, estaba en la cresta de la ola.  
  AMLO demostró que conoce muy bien la historia nacional y regional… antigua.  Pero desconoce un poco de la historia reciente del estado, a pesar de que ha encabezado importantes luchas con los guerrerenses desde hace un cuarto de siglo.  La afirmación que coloca al gobernador Héctor Astudillo a la altura de un Juan Álvarez es absolutamente desproporcionada.  A decir verdad, ninguno de los aspirantes por sí mismo está a la altura de los gigantes guerrerenses de la Reforma y el Plan de Ayutla; vamos, ni batiéndolos a todos lograrían llenar el molde de un Ignacio Manuel Altamirano o un Juan Álvarez.  Es natural, son otras condiciones y es otro tiempo mexicano.  
   No necesitaba ese exceso de cortesía para ponderar la labor del gobernante estatal.  López Obrador conoce a los guerrerenses y sabe de sus luchas y sus valores.  Debe saber que Héctor Astudillo llegó a la gubernatura del estado haciendo alianzas con fuerzas inconfesables, que es el heredero más natural y consecuente de los sangrientos cacicazgos que gobernaron Guerrero con matanzas, desapariciones políticas y represiones sin cuento.  Debe saber que en el estado de Puebla hay cuantiosas inversiones en el sector educativo privado que tienen como origen el presupuesto estatal, que aquí no hay austeridad republicana y que funcionarios que trabajan en Chilpancingo utilizan todos los días un helicóptero para viajar el puerto de Acapulco.  Que en las investigaciones sobre Miguel Ángel Osorio Chong una de las vertientes llega a algunos funcionarios que actúan como sus prestanombres, que continúa la política de regalar el dinero público a periodistas a modo y que uno de los que preguntaron recibe cincuenta mil pesos mensuales de obsequio por su actitud acrítica con el poder y pendenciera con sus opositores.  
  Parece que la pregunta buscaba una definición a favor de alguno de los que aspiran a gobernar Guerrero desde el horizonte de Morena.  Obrador eludió el garlito y quiso dar una definición muy general de las virtudes que debe tener el gobernante.  Esas cualidades son extensivas para cualquier estado de la república en cualquier tipo de coyuntura política.  Dijo que debe tener mística de servicio público, que debe ser un gobernante de primera, digno de una sociedad como la guerrerense.  Luego vino la analogía que no deseo repetir, por absurda.  
   En la izquierda existe un debate de buen nivel.  El secretario del Medio Ambiente, maestro Toledo, mantiene discrepancias públicas con el presidente.  AMLO tiene un debate pendiente con Paco Ignacio Taibo II acerca de la política cultural; es algo convenido que debió darse en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, pero que no se produjo por un problema de agenda de los dos personajes que en privado han debatido.  Eso es sano, es mucho mejor el nivel del debate en esta parte de la arena política que las ridiculeces que hace la derecha de FRENNA.  
   Siempre ha sido así, Benito Juárez y todos los gigantes de la Reforma debatían entre sí encarnizadamente.  En la generación del Benemérito todos eran buenos oradores, todos escribían y publicaban, todos debatían con pasión, pero finalmente todos salían unidos a defender las posiciones comunes.  Ya lo dijimos una vez, en la generación de la Reforma el más chimuelo masticaba rieles.  Guerrero fue escenario de uno de esos debates, intensos y desgarradores en el bando de los revolucionarios.  Ante las acusaciones de Ignacio Manuel Altamirano y el general Vicente Jiménez, acerca del desorden imperante en el estado, el entonces gobernador, Diego Álvarez Benítez, se defendía en cartas al presidente Juárez, donde decía que:
      "De mi regreso a Iguala, mi padre cayó en cama, agobiado bajo la influencia de los últimos sucesos del estado y, como dotado de una imaginación en extremo impresionable, ha estado en una ansiedad mortal, a las expectativas de las determinaciones de usted, de quien siempre ha confiado, por tenerlo como nuestro verdadero amigo, y esta incertidumbre ha contribuido a su completa postración, pues se haya enfermo de gravedad".
   Al finalizar la carta, Álvarez volvía a emprenderla contra la prensa; ahora era el turno de 'Regeneración', por publicar constantes ataques en su contra.  Luego definía la situación de la postguerra utilizando ideas y frases que no eran congruentes con su pasado combatiente:
   "Las continuas convulsiones del país han generado tan grande desmoralización en las masas que multitud de individuos temen la paz porque, no teniendo medios de subsistencia, quedan reducidos a vivir en la miseria.  De aquí proviene que cualquier ambicioso tenga partidarios".
   En esta misiva ya no hablaba el líder revolucionario o el liberal indomable, Diego Álvarez hablaba ya desde el poder, expresaba el pensamiento pacifista de los propietarios.  El héroe coyuquense acusaba los estragos de la prolongada lucha político-militar que lo había acompañado desde su nacimiento en un campamento guerrillero.  
   Lo primero que hizo Benito Juárez fue mediar entre los bandos, enviando al coronel Jesús E. Alcaraz; después apoyó a Diego Álvarez, presionando a Jiménez para que se le sometiera.  El general tixtleco respondió con fuerza inusual y en un lance no exento de belleza, le pregunta en una carta del 30 de septiembre de 1867: "¿A dónde habríamos ido a parar si en 1854 y 1855 ese respeto al principio de autoridad hubiese elevado a Santa Anna contra la voluntad del país hasta el trono que soñaba?".
  Esta misma pregunta deberá responder López Obrador en su fuero interno.  Quien gobierne Guerrero debe tener todas las cualidades por él enaltecidas en su conferencia.  Pero debe saber que ni tod@s l@s aspirantes juntos podrán estar a la altura de los sueños libertarios del estado de Guerrero.  Ahora no son héroes, ni próceres, ni Beneméritos (de las Américas, Juárez; de la Patria, Juan Álvarez).  Son hombres y mujeres de carne y hueso que deben aspirar a tener las virtudes nombradas por el presidente.  Pero, también es importante, deben ganar una elección constitucional.  Eso sí, no cualquiera.  
  Si se equivocan los guerrerenses se lo van a cobrar.  
CORREO CHUAN
  Artículo corto, escrito a vuela pluma y con la idea de que las cosas siguen igual: no hay nada para nadie y Morena decidirá por encuesta abierta a la ciudadanía.  El presidente se desmarcó y no pudo apoyar a ningun@. Esa fue otra omisión grave del presidente, habló de las cualidades del hombre que gobierne Guerrero, soslayando (tal vez sin querer o a propósito) que tres de las aspirantes son mujeres (Adela Román, Beatriz Mojica y Nestora Salgado), cuatro si incluíos a Irma Eréndira Sandoval Ballesteros. Zapata 21 es una dirección de bellos recuerdos.

Publicar un comentario

0 Comentarios