Por Julio Zenón Flores Salgado
Ya no se sabe si es fuego amigo o enemigo, pero es un hecho
para cualquier observador medianamente avezado que desde la Ciudad de México se
arman campañas contra dos personajes de Morena, el partido del presidente Andrés
Manuel López Obrador, ambos perfilados para abanderar a ese partido rumbo a la
elección de gobernador que se avecina.
Se trata de la alcaldesa de Acapulco, Adela Román Ocampo y
el delegado federal Pablo Amilcar Sandoval Ballesteros, sobre quienes se han
centrado señalamientos de dos medios en particular, que se han distinguido por
mostrarse particularmente críticos del presidente López Obrador y señalados de
haber obtenido grandes beneficios en los gobiernos anteriores del PRI y del
PAN.
Ambos medios han publicado en sus espacios información al
menos controvertida, sin verificar y desmentida oportunamente, sin que éstos
asumieran alguna actitud autocrítica, sino al contrario, ahondando en la línea
pese a la falta de veracidad de esas publicaciones.
En el caso de Pablo Amilcar, destaca el señalamiento acerca
de su “mansión” en Acapulco, que según Reforma tenía en Acapulco, demostrándose,
en el mismo lugar de los hechos, que se trataba de una casa en una colonia
popular conocida como Ex Campo de Tiro, constituida como asentamiento irregular,
cuyos líderes en su momento, gente de izquierda, que ha sido siempre la que históricamente
ha encabezado luchas por la tierra y la vivienda en Acapulco, había obsequiado
lotes al ex dirigente del partido Comunista Mexicano y sindicalista
universitario Pablo Sandoval Ramírez, padre del actual delegado federal, que le
heredó a su hijo el espacio que a lo largo de los años ha ido construyendo y
mejorando.
La aclaración del delegado mereció nuevos señalamientos, sin
una gota de autocrítica. Ahí quedó la denuncia falsa del periódico frente a
realidad dura de una casa de Pablo Amilcar, patrimonio familiar, a un costado
de la carretera hacia la zona poniente de Acapulco.
Luego vino, el mismo diario, a retomar una fotografía subida
a las redes sociales por un militante priista de Acapulco y sin asomo de
profesionalismo, careciendo de corresponsal en Acapulco, la puso en su portada
acusando derrame de aguas negras en un canal pluvial en la playa Papagayo, lo
cual también resultó falso y descartado por la propia Conagua que la vez anterior
hasta puso una demanda penal y en vez de asumir el error con autocrítica, los
días siguientes arremetió con otros textos acusando a la alcaldesa de Acapulco
de priorizar una campaña política para obtener la candidatura a la gubernatura,
por encima de la atención a esa imaginaria derrama de aguas negras en uno de
los muchos canales pluviales de Acapulco.
El mismo tema y actitud fue retomado por un conocido presentador
de noticias en radio y televisión, en sus influyentes redes sociales.
No parece una casualidad ni una equivocación. La trayectoria
profesional de ambos medios de comunicación es de seriedad, es difícil, en ese
sentido, pensar que hayan sido los equipos editoriales los responsables de
obtener y publicar información no verificada a sus portadas, pues su prestigio
se basa precisamente en aportar información veraz, al margen de los negocios
que hagan sus dueños en los gobiernos de antes o de ahora.
Por eso resulta sospechoso el modo en que han tratado los
temas, tanto de las supuestas propiedades de Pablo Amílcar, como de las supuestas
nuevas aguas negras de Acapulco y, por eso, surge la especulación de que en
realidad se trate de dardos envenenados publicados por encargo de alguien en
contra de dos de los aspirantes a la candidatura de Morena, un hombre y una
mujer, como previendo la posibilidad de candidatura de género, al gobierno de
Guerrero.
Habría que ver si esas publicaciones tienen algo que ver con
que la competencia interna en Morena se ha tornado bastante ríspida, dado que
ese partido ha mantenido en las encuestas una tendencia que hace pensar que
ganarían las próximas elecciones de gobernador.
Morena, deberá elegir, si optan por una candidatura femenina,
entre Adela Román, alcaldesa del municipio más grande del estado, y la senadora
Nestora Salgado García, conocida en una parte de la montaña guerrerense; la ex
perredista Beatriz Mojica Morga, que tiene el respaldo del aliado de Morena
Alberto Anaya, dirigente nacional del PT y la hermana de Pablo Amilcar, la
actual secretaria de la Función Pública Irma Eréndira Sandoval Ballesteros.
Si Morena define que sea varón, entonces Pablo Amilcar, que
ya fue aspirante en el 2015 a la gubernatura del estado, tendría que competir
con el senador y favorito en todas las encuestas, Félix Salgado Macedonio, así
como con el poderoso empresario acapulqueño Luis Walton Aburto, dueño de un
consorcio de medios de comunicación estatal.
El presidente mexicano López Obrador ha dado muestras de
simpatía con Amilcar Sandoval y su familia, en tanto que ha detenido actos de
lo que él llama “politiquería” contra la alcaldesa, lo que les hace peligrosos a
ojos de los otros competidores; por eso no se debería descartar que los ataques
en medios nacionales sean fuego amigo, procedentes de alguien con recursos o
con amistades tanto en Reforma como con López Dóriga.
De la oposición estatal, arrinconada y sin liderazgos como está,
difícilmente podría pensarse que se beneficiara de este tipo de ataques
mediáticos, pero nunca debiera dársele por muerta o inactiva.
Por lo pronto, la lectura es que tanto Adela como Amilcar,
están en la mira.
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