¿Quién será el próximo director general de la CAPAMA, para
responder al gigantesco reto lanzado este martes 13 (14 en realidad, pero como
si fuera 13, en que la sabiduría popular dicta que ni te cases ni te embarques)
por la presidenta municipal de Acapulco, Adela Román Ocampo, a su propia
administración?
¿Quién será? Es la pregunta que quedó en la mente de quienes
escucharon la conferencia de prensa en que Román Ocampo pidió la renuncia de
todos los directivos de ese organismo público descentralizado encargado de dotar
agua potable a la ciudad y disponer de sus aguas residuales.
¡Nombres! Pide uno de entrada, pero el asunto tiene que
pasar por fuerza por el tamiz político, dado que el movimiento se da en medio
de una tenaz guerra sucia emprendida por más de un personaje que se sueña en la
silla de Casa Guerrero, a costa de lo que sea, porque no es sólo el dinero,
sino también de poder.
Hay políticos que compran franquicias de partidos para participar
en política y se gastan su fortuna en hundir gobiernos, en sabotear actividades,
para demostrar poder y no es en realidad algo nuevo, su escasa cultura kitsch, o
basura, a base de telenovelas, narcoseries y alguno que otro documental, les
hace sentirse modernos maquiavelos.
La CAPAMA -lo hemos dicho aquí- hace tiempo que dejó de ser
la caja chica de los presidentes municipales, como siguen queriendo hacernos
creer maniqueamente los estrategas de huarache, para convertirse en el talón de
Aquiles o en una caja de Pandora, que sirve para estar torpedeando al alcalde
de turno y hasta a los que dejaron de serlo hace varios lustros.
Y es que su operación responde a una de las necesidades básicas
humanas: el agua, que impacta sobre las grandes masas -vistas como electores
por la mayoría de políticos carroñeros- por lo cual de su eficiencia o
ineficiencia pueden depender carreras políticas.
Todos los presidentes municipales de Acapulco que han
intentado llegar a la gubernatura, después de Zeferino Torreblanca Galindo, han
perdido las elecciones y una de las razones fundamentales ha sido el tema del
agua. No hay uno que diga que lo resolvió o que dejó satisfecha a la población
en ese renglón, desde Rogelio de la O Almazán, a la fecha.
Por eso los ataques de quienes, como dijo la alcaldesa en un
videomensaje, sólo piensan en términos electorales: desayunan, comen y cenan,
calculando votos, festejan cumpleaños y regalan despensas, o pavimentan un
pedacito de calle; eligen el color de su camisa o vestido, el café al que irán
a conversar, el carro que presumirán y la foto que subirán al Facebook, a
partir de contar el número de impactos, seguidores, contactos o amigos que le
dejarán, se han centrado en el tema del agua y el drenaje y por eso para
cualquier administración es un verdadero trabuco.
Pedir la renuncia a todos los directivos, sólo había
ocurrido en la época del entonces alcalde Félix Salgado Macedonio, pero no a
petición de éste, sino de la Conagua, cuyo titular reclamó que por más recursos
que se destinaban a la paramunicipal, ésta seguía cada vez peor. Por eso la CONAGUA
decidió que para garantizar a los acapulqueños el derecho al agua había que tomar
el control, no sólo del dinero que se destinaba a ello, sino la estructura misma
de CAPAMA, y le quitó el control al municipio, involucrando en ello incluso al
Instituto Mexicano de la Tecnología del Agua (IMTA) que hizo un diagnóstico
profundo y determinó medidas a seguir. Medidas que la política y los tiempos
electorales terminaron por truncar.
Esta es, eso sí, la primera vez que desde la alcaldía se pide
que renuncien todos y que dejen el paso a una investigación, a una auditoría
técnica, administrativa y financiera, para determinar responsabilidades e irse hasta
el fondo para garantizar -nuevamente- la dotación de agua potable a los acapulqueños
y parar la criminal contaminación de la bahía que la corrupción de las
autoridades de todos los partidos han prohijado históricamente al permitir
construir sin las plantas tratadoras necesarias y hasta sin los planos de
drenaje o los permisos de uso de suelo, cuyas demandas farsantes y electoreras
no han llevado a nadie a la cárcel.
Leonel Galindo González no pudo controlar el barco, ni a la
tripulación y eso lo puso al lado de los enemigos de la alcaldesa, a quienes
sirvieron, en el mejor de los casos por impericia, porque no sabían ni operar válvulas
y hacían escasear el agua artificialmente, desmoronando la ilusión del cambio
prometido.
Ahondar en los errores de Leonel Galindo, es como hacer leña
del árbol caído; lo real es que falló a las expectativas del pueblo, que
esperaba no tanto ver el paraíso terrenal de la 4T, sino una cosa sencilla y útil:
agua potable en sus tomas domiciliarias.
La medida tomada por la presidenta Adela Román le obliga a no
cometer más errores y es claro que no tiene tiempo para experimentos, ya dio el
golpe en la mesa, ahora tiene que ir por gente con experiencia, que conozca lo
que los trabajadores llaman “las tripas del sistema” y que actúen rápido ante
la crisis.
Llama la atención que en su mensaje, la alcaldesa, aunque no
dejó de referirse a quienes la quieren ver fracasar para que no les sea
competencia en el 2021 (y en esto hay tanto fuego amigo como enemigo), en vez
de responder con fotos o videos editados, respondió con diez medidas prácticas
que, de concretarse, la colocarán en la punta de la pirámide.
Ahora el punto es no aflojar la mano y apoyarse en el
sindicato, tener confianza en los trabajadores de base, que también son
ciudadanos y también quieren agua limpia y constante en sus hogares.
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