Por Julio Zenón Flores*/Trasfondo Noticias
La imagen de miles de litros de agua color oscuro llegando a
la playa Icacos (certificada internacionalmente como calidad Blue Flag) el
jueves 25 de junio puso a Acapulco en el centro de las miradas preocupadas por
la contaminación de los mares y a su organismo operador del vital líquido,
CAPAMA, precisamente en vísperas de que se decidiera la reapertura de
actividades económicas vinculadas al turismo.
Aun cuando el público acepte la versión oficial de que no se
trató de aguas negras, la imagen fue demasiado impactante como para ignorarla y
dejar pasar el error, que no es sino uno más de una larga cadena de malas
decisiones que se han tomado desde lo alto del organigrama de CAPAMA,
aprovechando la confianza de la primera edil en ellos y pone nuevamente en la
mesa la urgencia de cambiar las cosas.
Ella sabe que echarle la culpa a las administraciones
anteriores por la falta de resultados en un asunto tan delicado como el agua
potable y su saneamiento, tiene un límite temporal. La experiencia de Luis
Walton al respecto es contundente: apostó su campaña a mejorar el servicio y al
no conseguirlo se pasó el trienio culpando a Manuel Añorve, su antecesor, sin
que pudiera en ningún momento fincarle alguna responsabilidad. Al término de su
mandato, no sólo heredó a su sucesor una deuda importante, sino un organismo
desmantelado y los electores se lo cobraron mandándolo al sótano en las
elecciones del 2015, cuando ingenuamente se registró como aspirante a
gobernador. A un vergonzante cuarto lugar.
Evodio Velázquez no tuvo mejor suerte y el pueblo de
Acapulco no le perdonó haber dejado a la CAPAMA con una deuda de más de 550
millones de pesos a la CFE, sufriendo tal rechazo que no se pudo postular ni
siquiera a una diputación local y apenas salvó el honor con un espacio plurinominal
para su esposa Perla Edith Martínez. Hasta la fecha, tres funcionarios suyos
tienen procesos pendientes mientras él se da por perdido políticamente para el
próximo proceso.
A diferencia de sus antecesores, la actual presidenta
municipal, mostró desde el principio que no dejaría pasar los problemas ni que
las cosas siguieran igual, apostando a un cambio casi total de la
administración, expulsando a quienes durante décadas se habían rolado los
espacios altos y medios de mando.
El cuidado de la contaminación por drenaje, es quizás donde
más ha mostrado Román Ocampo, una real preocupación, pues no solamente bloqueó
descargas de los canales que llegan a las playas, sino que hizo que Ecología y
CAPAMA los recorrieron para localizar descargas clandestinas y las fueron
clausurando, incluso con cemento, en una acción de fondo que no se había visto
antes.
Por eso ante las imágenes del torrente oscuro llegando a la
playa, reaccionó tan rápidamente, arrastrando en ello a los otros dos niveles
de gobierno y no permitió que se culpara al ayuntamiento de lo ocurrido.
La exitosa intervención de la primera edil para evitar que
el hecho se usara para golpear la imagen del destino turístico, no significa
que le pase desapercibido, lo que ocurre al interior de CAPAMA y todo indica
que seguirán los ajustes para conseguir mejores resultados.
Cabe recordar que su primer ajuste fue sustituir al director
general que le heredó Evodio Velázquez, (aunque en realidad Jorge Vargas, fue
sólo un chivo expiatorio ya que quien realmente operó en esa administración fue
Javier Chona); en su lugar nombró al veterano Mario Pintos, quien cometió el
garrafal error de deshacerse del personal operativo y técnico de gran
experiencia, que eran los únicos que conocían las entrañas del sistema
hidrosanitario y a los pocos meses, éste también fue sustituido por Leonel
Galindo González, quien permanece en el cargo, como un capitán dispuesto a
hundirse con su nave.
El otro ajuste se hizo quitando a Raúl Isidro Juárez Ponce, que
no pudo con las finanzas de la paramunicipal, y donde aún está pendiente la
sustitución, ya que esa estratégica dirección sigue siendo operada por la mano
derecha de Juárez Ponce, Marlene Estrada Lozano, mientras familiares y empleados del sagaz contador siguen en nómina de CAPAMA.
La alcaldesa no parece haberse rendido en la búsqueda de
resultados y aún en medio de la pandemia se avizoran cambios, uno de ellos, en el
área de Agua Potable, donde tendrá que dar resultados rápido con una mejor
distribución del vital líquido para lo cual se requiere que la planta
potabilizadora Cayaco opere al 100%, que en estos momentos está semiparalizada
y en vez de los 2 mil litros por segundo que debe producir, aporta solo la
mitad, pese a las fuertes inversiones que se le han hecho; una de 14 millones
de pesos y otra más de 2.5 millones de pesos aplicados al clorador, sin que los
floculadores funcionen correctamente aún.
Por cierto, en el 2013 la planta se rehabilitó al 100 %, y
cada año se invertía 1 millón de pesos, trabajos para mantenimiento con
personal de Capama y no a los costos que se ha contratado a una empresa externa
y hoy no hay producción, el agua que producen está turbia y no cloran al 100%
el agua.
Por otra parte, lo ocurrido en playa Icacos deberá acelerar
el cambio del responsable del área de Alcantarillado: Abraham Guzmán, de la
vieja guardia, callado y trabajador, excelente ingeniero electromecánico, pero
que no conoce el tema del alcantarillado sanitario.
El incidente podría ser el detonante para aterrizar los
cambios que se venían analizando desde principios del presente año, resolviendo
la ecuación que despeje la incógnita de si prefiere al frente a un hombre que
le ha sido leal, pero sin dar resultados, o bien optar por uno eficiente,
aunque se trate de algún recomendado de la Comisión Nacional del Agua, como
ocurrió en el periodo del entonces alcalde Félix Salgado Macedonio.
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