En la izquierda estamos acostumbrados a confrontar nuestros principios con la realidad y con otras opiniones, sin aferrarnos a verdades absolutas o dogmatismos, que castran toda posibilidad de cambiar para avanzar.
Lo hemos hecho desde donde las circunstancias de la vida nos han colocado; en las calles, en las alamedas o en los centros de trabajo o como hoy desde un gobierno federal electo por más de 30 millones de voluntades de un pueblo cansado de tanta impunidad, corrupción, miseria, dolor y muerte; un pueblo que fue saqueado, burlado y reprimido por décadas por una minoría que perdió sus privilegios a los cuales pretende aferrarse y defiende aun sin la razón de ello.
Dejaron un México sumido en la más espantosa corrupción e impunidad, en las peores condiciones inimaginables, diría yo en condiciones en algunos casos inhumanas, como en el caso del sistema de salud, donde suministraron agua destilada en veces de medicina a los enfermos de cáncer, donde fingieron contratos con farmacéuticas que nunca entregaron los medicamentos ni los equipos médicos; donde dejaron de contratar médicos o enfermeras para los hospitales, donde cerraron centros de investigación para crear nuevas medicinas, donde informaron que emplearon miles de millones de pesos en construir hospitales que nunca hicieron y que si se robaron para comprarse autos de lujo, mansiones o darse la gran vida. Tales situaciones nos llevaron a que hoy estemos perdiendo la oportunidad de vivir ante esta pandemia que estamos padeciendo.
De esos escombros, de esas cenizas surgió la voluntad de un pueblo que confió, confía y seguirá confiando en el compañero Andrés Manuel López Obrador para que desde el gobierno federal ejerza un poder obediencial que responda a las necesidades de los mexicanos.
Estas familias que con todo respeto salieron a exponer sus necesidades, sus deseos de volver a ese pasado de corrupción y de privilegios de unos cuantos, culpables de las desgracias que hoy sufrimos los mexicanos; podemos decir que:
Que miramos el desfile de unos cuantos autos de lujo, quizás porque tal vez no todos tengan para comprar uno de ellos o porque no coinciden con lo que ellos quieren; miramos con tristeza como algunas familias se reunían en algunos puntos de sus ciudades en ellos mirábamos al papá, la mamá y sus hijos, donde dos sostenían la manta, otro hacia presencia a la mitad de la misma y uno más, el NINI, el que recibe una beca o apoyo del gobierno de Obrador tomaba la foto. En vez de voces solo escuchamos el claxon de sus autos, tal vez porque no sabían cómo decir que quieren volver al pasado, a la corrupción, a querer vivir a costa de los demás.
Fue muy triste ver hasta dónde llega la ambición y la miseria humana por no perder los privilegios, lujos, comodidades que dan la corrupción, la impunidad; esa riqueza obtenida a costa del sufrimiento y dolor del prójimo; triste y lamentable fue ver como esas ambiciones se siembran en los hijos, como se les enseña con el ejemplo que lo que importa es el tener a costa de lo que sea, si para ello es necesario perder la dignidad, les enseñan a los hijos que hay que perderla, que no importan los valores morales ni los principios éticos que lo que importa es tener, se les enseña a construir un mundo egoísta donde solo priva el individualismo, donde la regla es "sálvese el que pueda". Eso fue para mí una de las cosas más lamentables de este sencillo "desfile de autos" en contra de la voluntad de un pueblo que los llama a la unidad y a la solidaridad en estos momentos tan difíciles para todos.
Las otras cosas que me mostró el evento fue que el apoyo a las políticas públicas del presidente Obrador hoy tiene el respaldo del pueblo desde el norte hasta el sur de México. Lo resume la escena tan emotiva y vigorosa del obrero que desde la ventanilla del autobús en el que viaja en contraste con los autos de lujo, muestra orgulloso su brazo vigoroso y su rostro limpio y grita: "Los Obreros somos los que movemos México".
Seguiremos defendiendo como siempre el derecho a manifestar nuestras ideas y necesidades colectivas, a resolver nuestras diferencias a través del dialogo y con razones; solo le pido a Dios ayude a estas familias y les dé un poco de entendimiento, para que aun con gran esfuerzo y pesar suyo, entiendan que ya no pueden seguir viviendo a costa del sufrimiento de un pueblo que los ha mantenido por tantos años y menos aún deben de arrastrar a sus hijos a buscar una vida sin principios ético ni morales.
Atentamente
Profra Esther Araceli Gómez Ramirez
Sria Nacional de Diversidad Sexual
Morena
#TodosconAMLO
#Hastalavictoriasiempre
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