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MIRADA INTERIOR Charros de Guerrero conquistan trofeo Guadalupano


Ricardo Zermeño: Caporal de caporales

POR: Isaías Alanís


El pasado 1 de marzo se llevó a cabo el torneo de selecciones en el que participaron los equipos de Sinaloa, Queretaro y Guerrero en el Lienzo del Charro Grande de la Villa. El trofeo Guadalupano fue ganado por los guerrerenses en una pelea disputada en la arena del lienzo.

Inició esta tradición que se realiza año con año desde 1958 con la peregrinación efectuada de la Glorieta de Peralvillo a la Basílica de Guadalupe, encabezada por el Presidente de la Federación Mexicana de Charrería, Leonardo Dávila Salinas y su esposa la señora Mini Blanco de Dávila y los PUAS Wilfrido Álvarez Cabañas, por Guerrero; Edesio Camacho Rojo de Sinaloa y por Querétaro, José Antonio Quiroz Urbiola. El contingente arribó al icónico templo guadalupano inaugurado en 1695. Ahí celebró la misa el Parroco Dr. Jesús Soto Rivera y bendijo el trofeo.

Posterior a este evento de fé, se celebró la charreada, quedando triunfadora la selección de Guerrero integrda por; Diego Díaz Padua en cala y colas; Said Goldner, colas; Wilfrido Alvarez, colas; Santiago Muñoz, piales; Rafael Sánchez, Enrique Reyes, Noé Rodríguez terna, y Reyes en manganas a pie; Rafael Sánchez en manganas a caballo y Javier Parra quien obtuvo el segundo lugar en el Congreso Nacional Charro Zacatecas 2018 en la suerte de jineteo de yegua. La puntución fue contundente; Guerrero obtuvo 231 puntos, Querétaro 153 y Sinaloa 93.

En este torneo de selecciones estatales compiten charros al que asisten acompañados de familiares y amigos, tradición que ha conservado ese sabor a rancho, la cultura charra no solo se constriñe al lienzo, una cultura de cuando menos tres siglos que involucra a charros y escaramuzas y a un sin número de arrendadores, talabarteros, forjadores del hierro y los metales para la elaboración de herramientas de trabajo y lucimiento del charro mexicano; espuelas, frenos, fierros de marcar, herraduras y una cultura que se expande a trabajadores del hueso, sombrereros, sastres, plateros, y un compromiso bajo un nuevo paradigma para que desde la doma, al lienzo al caballo, yegua, toro no se les lastime y se logre el binomio perfecto.


Lo trascendente es que el torneo guadalupano cumplió 62 años de existencia, lo que tiene un significado, ha perdurado como una acto cultural que aglutina a la familia charra, en este caso de tres estados diametralmente opuestos. En el Lienzo del Charro Grande de la Villa se dieron cita los charros y su familia. 

Que quede claro, la charrería no es un espectáculo, es una expresión cultural de siglos, simbolica, mestiza, identitaria que representa a México en cualquier parte del mundo. Un paralelismo serían los bailes y danzas tradicionales, cuando se convierten en espactáculo rompen su esencia, magia, simbolismo y la vida en comunidad. México es un pais inmenso donde caben muchos Méxicos; danzas y charrería forman parte del México profundo que desentrañara Guillermo Bonfil Batalla.

No se debe ni se puede utilizar la danza del venado solo de caracter estético y desencajarla de su universo simbólico, con esto pierde su esencia. En el caso de la charrería es semejante, no esta peleada con el espectáculo, Antonio Aguilar lo realizó con éxito en Estados Unidos y Europa. El negocio del espectáculo se mueve a base de contratos; las raíces de la charrería estan fincadas en una expresión estructural, cultural y simbólica de los mexicanos. Se está elaborando un proyecto de Jornadas Charras para que mediante talleres, clinicas, técnicas de las suertes y la historia de la charrería las nuevas generaciones no solo la conozcan también la practiquen.

En México y Estados Unidos existen asociaciones que conservan esta esencia, no se debe dejar perder o ponerla de pechito para que transmigue a un negocio. Los llamados charros de la Triple A, como en la lucha libre, son atletas de alto rendimiento, este grupo de elite, que vive de eso podrían dedicarse a dar demostraciones en México y todo el mundo, pero no es el camino correcto para la charrería ni su esencia identitaria.


RICARDO ZERMEÑO BARBA 


Lo conocí en Zumpango del Río, Guerrero adonde fui invitado por Tulio Pérez Calvo con el que escribí al alimón el libro La Charrería en Chilpancingo en el 2019. Me encontré con Richo en la arena del lienzo de ese rincón suriano famoso por sus quesos y tierra de exelsos arrendadores, me llamó la atención su elegante traje y el casi en desuso sombrero "pilón" que antaño portaba con garbo Emiliano Zapata, así como su bonhomía y espontaneidad. Yo no sabía nada de él y le dije "les voy a tomar unas fotos", me respondió "pero me las mandas", claro, contesté. Y a boca jarro le dije, "voy a ir a Guadalajara", me respondió, "cuando vayas voy a ser tu chofer", le reviré, "no, mejor mi amigo". 

Yo no sabía que estaba ante un ícono vivo de la charrería mexicana. Ricardo es un hombre que nació arriba de un caballo y con las venas colmadas de sangre charra, oriundo de Guadalajara donde vió la luz en 1958, sus padres Don Salvador Zermeño Cárdenas y la señora Victoria Barba. Richo Zermeño es uno de los máximos exponentes en la historia de la suerte de las colas de nuestro país, ganó dos campeónatos nacionales y en su haber tiene más de treinta títulos en esa especialidad y obtuvo el honor de ser el Abanderado Nacional de la FMCH, entre otros reconocimientos. 

Zermeño Barba el "caporal de caporales" fue Presidente del Comité Organizador del Congreso y Campeonato Nacional Charro 1986 y 2003. Ha recibido un sin número de reconocimintos del gobierno de su estado natal y del Presidente de la Republica.  

Richo Zermeño, ese charro al que conocí una media tarde de calor en el Lienzo de Zumpango, es el más popular precandidato para dirigir la FMCH.

Las asociaciones de Charros de Guerrero apoyan la candidatura de Zermeño Barba para dirigir a la FMCH por su perfil, sensibilidad, amor y entrega por la charrería, expresión de la cultura popular de México y como bien lo afirma Richo, "la charrería somos todos".



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