Por Julio Zenón Flores Salgado
Las inercias en la vida social no son fáciles de disipar, se
entiende por eso que la Comisión Federal de Prevención de Riesgos Sanitarios
(Cofepris) haya salido este verano, como cada año lo hacía en el viejo régimen,
a señalar presurosa que Acapulco tiene en su bahía cinco playas no aptas para
la recreación humana por el nivel de la presencia de enterococos, como si fuera
un viejo ritual de salir a clavar el puñal en el corazón del destino turístico
más popular de México, justo al inicio del periodo vacacional.
Más allá de la veracidad o no de la información, lo que
llama la atención es el hecho de que la Cofepris hace su trabajo prácticamente
a escondidas, cuando su trabajo es prevenir riesgos sanitarios, es decir,
alertar de un peligro y tomar medidas para que eso no llegue a ocurrir.
Que cumplen su función en el caso de los monitoreos de la
calidad del agua en las playas de México, se entendería si una vez que hicieron
la toma de la muestra y el análisis de laboratorio y se encontrara un elevado
nivel de enterococos, se advirtiera a las autoridades de salud locales o a la
autoridad responsable de la preservación de la calidad de las playas, que
existe tanto a nivel estatal como municipal, para que éstas de inmediato
tomaran las medidas necesarias y el turista pudiera gozar de las playas sin
correr ningún riesgo.
Pero no se entiende que no lo hagan así, no se entiende que
vengan como ladrones en la noche a hacer un análisis y luego den como una
puñalada al prestigio de Acapulco, es decir a la economía de Acapulco, de los
acapulqueños, porque de eso vive el puerto, del prestigio que atrae a los
visitantes que con su visita dejan recursos económicos que permiten a las
familias tener ingresos.
No se trata por supuesto de defender lo indefendible, las
autoridades municipales deben hacer lo suyo, sus propios monitoreos,
rigurosamente, esos monitoreos los venía haciendo la CAPAMA, pero como hasta la
jefa del laboratorio ha sido removida de manera absurda, es posible que no se
esté realizando, pero eso es asunto interno, que tiene que arreglar y llamar a
cuentas la jefa del municipio, la presidente municipal Adela Román Ocampo.
No se trata de justificar lo que está mal, lo que debe
hacerse y no se hace, sino de que se tome el toro por los cuernos y se hable
con quien se tenga que hablar para que la Cofepris actúe con profesionalismo y
antes de ir a los medios a afectar al puerto, presente un informe a las
autoridades municipales para que éstas corrijan lo que haya que corregir y eso
le corresponde, sin duda a la presidenta municipal, que por lo demás al parecer
ya está en eso, una vez que sintió el golpe a Acapulco como contra ella misma.
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