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ADELA ROMAN, LA RECONSTRUCCIÓN EN ACAPULCO...ACIERTOS Y OMISIONES


Por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO

Acapulco necesita verdaderamente ser reconstruido de sus ruinas, y en apenas siete mes del nuevo gobierno municipal encabezado por Adela Román Ocampo es poco lo que se puede atisbar de lo que se hace y de lo que se debe hacer para cambiar la escalofriante realidad que se encontró el pasado 30 de septiembre.
En esa fecha, al asumir el gobierno, se encontró por ejemplo, una policía municipal evidentemente infiltrada que mereció la intervención de la Marina Armada de México y que pintaba, por sí sola, el perfil de un gobierno que puso todos sus esfuerzos en una futura candidatura al gobierno del estado, sobre todas las cosas, a costa de ceder espacios a fuerzas extrañas que hicieron perdedizas decenas de armas y que en vez de dar seguridad daban miedo.
La gran y repentina proliferación de gaseras carburadoras sin el mínimo respeto a normas de protección civil, el solapamiento no sólo al ambulantaje desmedido, sino a las fuerzas no oficiales que lo controlaban desde la oscuridad, debido al vacio que dejó la autoridad en ese rubro; y una gran simulación con certificaciones de playas contaminadas que elevaron banderas a costa de quién sabe qué porcentaje del presupuesto público.
Un Mercado Central fuera del control oficial y cedido, por omisión o convicción, al cobro de cuotas y donde los cobradores caminaban con toda libertad.
Así, la nueva alcaldesa recibía un gobierno sobre el cual pesaba una gran dosis de desconfianza de los gobiernos federal y estatal, que se adjudicaba sin recato obras de los otros ámbitos gubernamentales con el fin de aparecer desmedidamente en la prensa lisonjera.
El dilema del gobierno de Román Ocampo ha sido el de por dónde comenzar, pues las alforjas se encontraron vacías y con los recursos comprometidos por deudas hasta con los de Hacienda, las financieras, el de la basura, el de la luz, el del cloro, y hasta con la cocinera del palacio municipal.
Adela Román eligió no empezar por donde debería haberlo hecho: exigir cuentas y dar a las instancias investigadoras los elementos para una investigación que repercutiera al menos en resarcir algunos daños o en la explicación pública del desastre encontrado, no para lloriquear ni para justificarse, sino para una elemental justicia y para dejar claro el grado de dificultad que implicaba volver a empezar, de hacer a Acapulco renacer de las cenizas.
La alcaldesa mostró un lado generoso que poco se ha ha valorado: comenzó a trabajar en ordenar la casa, sin mirar hacia atrás. Hay que recordar que lo primero que hizo cuando aún no asumía el gobierno fue pactar con la Marina y con el respaldo del gobernador Héctor Astudillo la intervención de la SSP de Acapulco, para detener a un par de pillos refugiados en su seno y conocer las entrañas de esa corporación muy señalada de complicidad con el crimen organizado, que le permitiría, a la postre, llevar al frente a personas que pudieran conducirla por nuevos derroteros, en especial, en coordinación con los otros órdernes de gobierno en un marco de confianza, que antes no existía.
En ese frente los resultados son aún pequeños, pero ya se empiezan a notar con disminuciones en el número de homicidios dolosos, aunque su indicador es sumamente volátil.
La otra acción, que mucha gente no ha podido entender del todo, en parte porque no se ha sabido explicar con la claridad necesaria, es la clausura de las carburadoras de gas, que junto con la alineación del comercio ambulante en algunas zonas, son en realidad acciones mediante las cuales la autoridad se hace presente, para evitar que existan ahí vacios que luego fueran llenados por el crímen organizado, como ocurría antes.
No hace falta tener más de dos dedos de frente para entender que cuando hay espacios que el gobierno deja vacios siempre habrá vivillos que los llene, como con el ambulantaje, que no paga impuestos ni permisos, pero sí cuotas a gente que los organizó y les ofrece protección.
La acción del gobierno de Adela Román, a través de vía pública, en ese terreno, viene a ocupar el espacio, para que otros no lo ocupen, ejerciendo así la autoridad que se había cedido.
El otro espacio donde urge el orden, y no es cosa fácil, es en la burocracia municipal, donde hay dependencias que duplican funciones, otras que no tienen en realidad ninguna función y una plantilla laboral obesa que hace que los recursos sean cada vez más escasos y no sólo eso, que no permite nuevas visiones ni mucho menos acciones que se salgan del viejo esquema de corrupción y ociosidad en el que se ha venido trabajando por décadas, cobijados en un sindicalismo corrupto y anquilosado que resulta un lastre para quienes pretendan impulsar nuevas políticas y meter aire fresco a las acciones de gobierno.
No es mucho, pero parece que Román Ocampo ha empezado bien, aunque eso le cueste en lo inmediato dar la impresión de mano dura y no ser muy popular, pero sin orden y sin correcciones administrativas, simplemente no habrá futuro ni para su gobierno ni para ella, ni para Acapulco.
PD.- Adela Román hizo bien en no engancharse con el video debate que le busco arrancar el ex alcalde Evodio Velázquez, hundido en el descrédito, pero el hecho de que nadie del gobierno municipal saliera a marcar distancia y a aclarar paradas, es un signo ominoso de falta de equipo, de carencia de cuadros o funcionarios de nivel y claridad en el debate, sin el cual no se puede avanzar mucho.
zenon71@hotmail.com


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